El presidente de EEUU jugaba con malas cartas frente al coronavirus. Como mínimo, Donald Trump tiene dos factores de riesgo que saltan a la vista: la edad (74 años) y la obesidad (110 kilos de peso). En cambio, a su favor está ser el máximo mandatario de uno de los países que lideran la investigación científica en el mundo y, por lo tanto, tener a su servicio la información y el acceso a las terapias más avanzadas incluso si estas aún no han llegado a los hospitales. ¿Ha tenido algo que ver el tratamiento en la rápida recuperación anunciada por sus médicos? ¿En qué ha consistido? ¿Podríamos recibirlo el resto de los mortales?
Básicamente, a Trump se le ha administrado dexametasona, remdesivir y un cóctel de anticuerpos monoclonales de carácter experimental, además de una serie de suplementos para tratar de reforzar la respuesta inmune. Los dos primeros fármacos se han hecho muy conocidos desde que se inició la crisis del covid. De hecho, son las únicas opciones que tienen algún tipo de evidencia científica sobre su efectividad frente al coronavirus.
No obstante, a los expertos les extraña que hayan recurrido a ellos de inmediato. La dexametasona y otros corticoides son la única opción que ha demostrado reducir la mortalidad y se están utilizando en pacientes que han entrado en una fase grave de la enfermedad, con necesidad de oxígeno (parece que a Trump se le llegó a administrar en algún momento, a pesar de que el equipo médico no lo aclaró al principio). Por su parte, el remdesivir es un antiviral que desarrolló la farmacéutica Gilead para el ébola y que ofrece beneficios muy limitados en covid, puesto que solo acorta el tiempo de recuperación en determinadas circunstancias.
En cualquier caso, la parte del tratamiento de Trump que resulta más interesante es el cóctel de anticuerpos monoclonales que ha recibido, sobre todo porque es una opción terapéutica que aún se encuentra en fase de experimentación. La farmacéutica Regeneron ha desarrollado dos anticuerpos monoclonales y en la actualidad tiene en marcha un ensayo clínico que involucra a más de 2.000 pacientes con una combinación de ambos. Hace pocos días, publicaron los resultados positivos de un estudio preclínico con hámsteres y macacos, aunque son resultados preliminares no revisados por expertos. La fase 1 del ensayo clínico, ya con los primeros pacientes, también ha ofrecido buenos datos, porque los anticuerpos reducen la carga viral, según la empresa, aunque todavía no se han publicado.
¿Pero qué son exactamente los anticuerpos monoclonales? Las células B de nuestro sistema inmunitario producen anticuerpos concretos ante la presencia de patógenos como los virus, y son células de memoria que recuerdan ese antígeno para producir los anticuerpos de forma más rápida la siguiente vez. “Si aíslas esa célula y eres capaz de hacer que produzca ese anticuerpo, tienes un anticuerpo monoclonal, es decir, un clon que produce anticuerpos contra un antígeno”, explica a Teknautas Jesús Sierra, jefe de Farmacia del Hospital de Jerez y coordinador de un registro de farmacoterapia promovido por la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH). Desde el punto de vista biológico, es una versión más refinada del posible tratamiento con plasma convaleciente, que procede de la sangre de pacientes ya curados.
Los anticuerpos monoclonales tienen muchos otros usos en medicina, por ejemplo, para la artritis reumatoide, el lupus, el rechazo de injertos e incluso en novedosos tratamientos frente al cáncer basados en inmunoterapia. “Lo que hacen es bloquear ciertas moléculas, y en el covid se están desarrollando para bloquear la entrada del virus en las células”, explica Marcos López Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología (SEI). En este caso, la clave está en bloquear el dominio de unión al receptor (RBD), que se encuentra en la proteína S de la superficie del virus, que se une al receptor ACE2 de las células humanas.
El cóctel de Regeneron incluye dos anticuerpos monoclonales. Uno de ellos procede de un paciente recuperado, en el que se aisló la célula B para obtener las copias de anticuerpos. El otro se ha obtenido a través de un ratón modificado genéticamente para este fin, el proceso más clásico para obtener anticuerpos monoclonales. “Los inmunólogos lo hemos dicho desde el principio, porque es muy lógico. Si aíslas células B de un paciente recuperado de covid que ha producido anticuerpos, se supone que tienen el componente genético para clonarlo en un ratón y así poder producir anticuerpos monoclonales para neutralizar el virus”, señala el presidente de la SEI.
De alguna manera, este tratamiento es en parte preventivo y casi estaría a medio camino entre una vacuna, que trata de alertar al sistema inmunitario ante una futura infección, y una terapia que lucha contra el virus una vez nos ha infectado. "En vez de vacunar, intentan bloquear la entrada del virus en las células al principio de la infección, pero podríamos definirlo como una vacunación activa", comenta Jesús Sierra.
Lo curioso es que a Trump le inyectaron ocho gramos de este tratamiento, mientras que en el ensayo están usando dosis de tan solo 2,4 gramos. “Dicen que la dosis alta no produce efectos adversos”, comenta López Hoyos. Los anticuerpos de Regeneron son neutralizantes, así que el equipo médico ha apostado fuerte por reducir la carga viral intentando que la enfermedad del presidente no fuera a más. “Se lo han dado al principio para neutralizar el virus”, comenta el experto.
Además, también le suministraron otro cóctel encaminado a potenciar la respuesta inmune: suplementos de zinc, vitamina D, famotidina, melatonina y aspirina. Los expertos creen que no hay muchas evidencias para pensar en que esta combinación puede funcionar y que incluso hay datos para pensar que “individualmente puede tener efectos adversos”. Es cierto que hay estudios sobre cómo la vitamina D puede potenciar la respuesta inmune ante el coronavirus, pero aún no son concluyentes. En el caso de la famotidina, que es un antiácido, “parece que hay un ensayo clínico en EEUU que está viendo que tendría efectos sobre el coronavirus”, apunta López Hoyos, aunque no se conoce bien cuál sería su mecanismo de acción. En el caso del zinc, hay indicios sobre la posibilidad de que refuerce la respuesta inmune innata. La melatonina podría ser antiinflamatoria. Finalmente, es posible que la aspirina se haya incluido en esta combinación por sus efectos anticoagulantes. De todos modos, todo está cogido con pinzas y tiene muy poca evidencia frente al covid como para pensar en su uso generalizado.
¿Qué tendrías en un hospital español?
De hecho, de todo el tratamiento de Trump, un paciente hospitalizado en España solo recibiría la dexametasona. En el caso del remdesivir, no está comercializado de forma efectiva y solo se puede acceder al tratamiento a través de ensayos clínicos autorizados y del acceso a medicamentos en situaciones especiales, una petición expresa que pueden realizar los centros hospitalarios.
¿Y qué ocurre con los anticuerpos monoclonales? Además del ensayo de Regeneron, hay otros estudios en marcha, pero todavía “se considera que están en una fase muy experimental”, apunta Jesús Sierra. “Parece una idea prometedora, pero aún no sabemos si funciona”, comenta. Incluso en EEUU, solo se puede acceder a esta terapia si se forma parte de un ensayo clínico, pero, en ese caso, un paciente puede caer aleatoriamente en el grupo que prueba el tratamiento o en el grupo de control que recibe un placebo.
Entonces, ¿se ha hecho una excepción con Trump? Según explica la revista ‘Science’, el equipo médico del presidente accedió a los anticuerpos a través de la fórmula del “uso compasivo”, una petición expresa de los médicos para situaciones especiales o emergencias que, en todo caso, no puede convertirse en un mecanismo de distribución generalizada.
Si los ensayos demuestran que este tratamiento funciona, ¿cuánto tardaría en llegar a los hospitales de forma rutinaria? El proceso para desarrollar este tipo de tratamiento es complejo, porque “hay que seleccionar los anticuerpos, fabricarlos en cantidad suficiente y demostrar que son eficaces”, explica el jefe de Farmacia del Hospital de Jerez. “En teoría, debería funcionar, porque se trata de proporcionar directamente los anticuerpos que luchan contra el virus, pero todavía no hay ningún estudio que lo pruebe”. Para ello, ver las diferencias entre los pacientes que reciban esta terapia y los que reciban placebo dentro de un mismo ensayo clínico resulta fundamental.
No obstante, la clave está en encontrar anticuerpos monoclonales eficaces. Si esa parte ya está solventada, “al ritmo que va esta enfermedad, podrían obtener resultados relativamente rápido, porque no se está tardando en reclutar pacientes”, apunta Sierra. “Puede ser un tratamiento alternativo en fases tempranas y están trabajando con esa expectativa”, confirma López Hoyos.
AUTOR
JOSÉ PICHEL 06/10/2020