lunes, 13 de diciembre de 2021

Volar por la cara: la biometría revoluciona los procesos en los aeropuertos

Permitirá facturar las maletas y pasar el control de seguridad. Foto: Dreamstime


  • La cara será la nueva tarjeta de embarque
  • Se estima que el mercado alcanzará los 68.000 millones en 2025



Las tarjetas de embarque físicas, o incluso en el móvil, pronto serán cosa del pasado. En el futuro, bastará con un escáner facial para poder viajar. Mediante el uso de los datos biométricos, rasgos individuales únicos, se podrán realizar todas las gestiones típicas: desde facturar su equipaje hasta pasar por el control de seguridad y embarcar en un vuelo nacional.

Pese a que la automatización llevaba tiempo conquistando las diversas áreas de la vida cotidiana, ha sido con la llegada de la pandemia cuando se ha consolidado, impulsando a su vez la industria biométrica. Un mercado con un enorme potencial, como demuestran las estimaciones de Markets and Markets, que pronostican que alcanzará los 68.000 millones de dólares en 2025. En el caso de los viajes en avión, la biometría está permitiendo a los aeropuertos dar respuesta a la demanda de mayor seguridad y eficiencia al reducir las aglomeraciones y el contacto con diversos dispositivos.

Los científicos se han centrado en el desarrollo del reconocimiento facial porque la mayoría de documentos, desde el DNI al permiso de conducir o el pasaporte, se basan en el rostro de una persona para probar su identidad. Según el Instituto Nacional de Normas y Tecnología, la precisión del reconocimiento facial es de al menos el 99,5%, lo que lo hace más fiable que el escáner del iris o las huellas dactilares.

Esta tecnología ya se ha puesto a prueba en diferentes aeropuertos. Delta Air Lines, por ejemplo, puso en marcha en noviembre un nuevo programa de identidad digital en el Aeropuerto Atlanta que permite a los pasajeros utilizar el reconocimiento facial para facturar una maleta, pasar por el control de seguridad y embarcar en su vuelo nacional. Lo único que tienen que hacer los pasajeros es introducir su número de pasaporte. Por su parte, la empresa de biometría SITA se asoció a principios de año con United Airlines para probar en el Aeropuerto de San Francisco un sistema que utilizaba permisos de conducir, además de los pasaportes. O el caso del aeropuerto internacional JF Kennedy de Nueva York, que puede embarcar a 400 personas en 20 minutos, aproximadamente la mitad del tiempo de embarque normal, mediante el uso de tecnología biométrica.

Asimismo, la biometría tiene futuro en otros sectores, como los eventos deportivos. A partir de ahora, los aficionados al fútbol americano o al baloncesto podrán utilizar la aplicación CLEAR Health Pass, que funciona como un registro de salud digital, para acceder al recinto donde tenga lugar el partido en cuestión.

Sin embargo, la aceptación de esta nueva tecnología se podría ver entorpecida por la desconfianza. Algunos pasajeros podrían mostrarse en contra de ceder sus datos por miedo a perder su privacidad, como ya pasó cuando el Congreso de Estados Unidos ordenó un sistema de entrada y salida con tecnología biométrica para asegurar sus fronteras tras el 11S. Frente a esto, la industria se muestra optimista y ve diferencias con respecto a esa situación. Prueba de ello es que la biometría ya está presente en el día a día de muchas personas en forma de aplicación para desbloquear el móvil o acceder a la cuenta bancaria. Según la encuesta elaborada por la Asociación Internacional de Transporte Aéreo que recoge Financial Times, el 73% de los pasajeros están dispuestos a compartir sus datos biométricos para mejorar las gestiones aeroportuarias, frente al 46% de 2019.