- El sector servicios va a provocar el siguiente shock de inflación
- "Es un sector muy intensivo en mano de obra y sensible a los costes salariales"
- "Riesgo de que los servicios pasen a ser el motor de la inflación"
La inflación se está convirtiendo en una de esas visitas que son demasiado intensas y que encima se prolongan más de lo deseado. Los expertos y economistas que advirtieron de esta posibilidad durante 2021 fueron tildados de agoreros y catastrofistas. Sin embargo, a día de hoy se puede decir que tenían razón y que quizá hasta se han quedado cortos. A mediados de 2022 la inflación no solo no se ha marchado, sino que probablemente ni siquiera ha tocado techo. Además, su presencia podría prolongarse todavía un tiempo. La subida de precios ha ido conquistando componente a componente de la cesta de la compra típica del consumidor, y ahora parece que llega el turno de los servicios, una rama en la que los precios suelen ser más estables y 'pegajosos'.
Aunque algunas tendencias e indicadores muestren cierta relajación en los precios, parece que hay otras opuestas que pueden ser más poderosas. Jörg Krämer y Bernd Weidensteiner, economistas de Commerzbank, comentan en el boletín mensual del banco que "es probable que la inflación tanto en la zona del euro como en EEUU alcance nuevos máximos en junio. La inflación subyacente también debería seguir aumentando a medio plazo, al menos en la zona del euro. En este entorno, es probable que el mercado revise sus expectativas para las tasas clave de la Fed y el BCE aún más al alza".
David Rees, economista senior de mercados emergentes de Schroders, cree que la omnipresencia de la inflación no desaparecerá pronto y da varias razones para argumentar esta hipótesis. Entre estas razones destacan los problemas de China para recuperar su actividad tras los confinamientos por covid, la creciente fortaleza de la inflación en los servicios y los previsibles problemas en el mercado de materias primas. A todo lo anterior hay que añadir la difícil tarea de la banca central para calmar una inflación que en buena parte proviene por el lado de la oferta.
-China: la continuidad de la política covid-cero en China hace probable que los cuellos de botella en la cadena de suministro persistan durante algún tiempo. La imposición de confinamientos afectó duramente a la economía china en abril y es probable que la producción económica (PIB) se contraiga en el segundo trimestre en comparación con el anterior.
"Al fin y al cabo, China se ha convertido en un elemento central de las cadenas de suministro mundiales, y las restricciones impuestas para contener el covid han obstaculizado gravemente la actividad manufacturera y han provocado un atasco en las infraestructuras de transporte. Por ejemplo, un conjunto de datos diarios sobre la congestión de los barcos portacontenedores en los 55 principales puertos de China ha aumentado a medida que los barcos se han visto obligados a esperar para ser cargados y descargados", sentencia David Rees.
-Tipos de interés: la banca central está acelerando el ritmo de sus políticas restrictivas en un intento por poner coto a la inflación. Sin embargo, estas medidas (subidas de tipos y drenaje de liquidez) tienen un impacto directo sobre la demanda, pero no tienen per se la capacidad para solucionar los problemas en la oferta, que están causando hoy buena parte de la inflación.
Una subida de tipos de interés no va a hacer que los buques portacontenedores lleguen antes a su destino o que la producción de cereal se reanude en Ucrania. Aunque es cierto que la banca central puede ayudar a moderar la inflación (una parte si está provocada por el exceso de demanda en algunas ramas de bienes), esta vez su eficacia será presumiblemente menor a la de otras ocasiones en las que la demanda era el principal componente de la subida de precios.
-Servicios: este es otro de los factores que preocupa sobremanera. La inflación ya ha permeado en los servicios y está subiendo con intensidad. Cuando las subidas de precios llegan a este sector, se puede decir oficialmente que la inflación ha dejado de ser transitoria. Los economistas de Nomura advierten de que este va a ser el tercer shock de inflación al que nos enfrentamos. Primero fue la energía, ahora están siendo los alimentos y el siguiente será el shock de los servicios.
"El resurgimiento de la demanda en el sector de los servicios probablemente requerirá más trabajadores en un momento en que el desempleo ya es muy bajo y los salarios están aumentando. La actividad del sector de servicios tiende a ser intensiva en mano de obra y, por tanto, los precios de producción son especialmente sensibles a los costes salariales. Esto aumenta el riesgo de que los servicios se conviertan pronto en el principal motor de la inflación, lo que se suma a los temores de una espiral de precios salariales", asegura David Rees.
-Materias primas: los precios de la energía se han estabilizado desde la conmoción inicial de los mercados tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Pero siguen siendo altos y podrían volver a subir, advierte Rees. Las refinerías están trabajando al máximo de su capacidad, mientras que la demanda de combustible dará un salto este verano a medida que los ciudadanos de medio mundo inicien sus vacaciones. Esto podría desembocar en una subida más intensa y prolongada de los combustibles, llegando a generar escasez en el peor de los casos.
Sin embargo, Ress cree que "quizá sean los precios de los alimentos la mayor amenaza. Según el índice de la FAO de las Naciones Unidas, los precios de los alimentos ya han subido alrededor de un 20% en lo que va de año en términos nominales, en dólares estadounidenses. Y la enorme sacudida de los precios en el mercado de los fertilizantes significa que existe el riesgo de que persista el encarecimiento de los alimentos. Después de todo, Rusia y Bielorrusia han sido históricamente importantes fuentes de fertilizantes para la economía mundial. El largo ciclo de producción en la agricultura significa que estos costes más altos de los inputs podrían mantener los precios elevados durante algún tiempo".
Con estos datos, el experto de Schroders coincide con los de Commerzbank y apunta que la inflación aún no ha tocado techo en la zona euro ni en Reino Unido. No obstante, este economista sostiene que Reino Unido tiene un problema más agudo, puesto que los precios se mantendrán elevados por más tiempo en las islas británicas, mientras que en la zona euro podrían volver a una zona más cercana al objetivo del BCE en algún momento de 2023.
Teniendo en cuenta todos estos riesgos, "hemos revisado al alza nuestra previsión de inflación global para este año, hasta el 6,4%, desde el 4,8% anterior. Aunque seguimos esperando que la inflación disminuya el próximo año, probablemente lo hará más lentamente y hemos corregido al alza nuestra previsión hasta el 3,6% en 2023, desde el 2,8% anterior", sentencia Rees.