jueves, 27 de octubre de 2022

Golpe de gracia a la industria europea: recorte de beneficios y éxodo a China y EEUU por la crisis energética

Una planta de BASF en Alemania. Foto: Reuters.


  • La industria europea padece una menor demanda y mayores costes...
  • ...lo que hace más atractivos mercados como China o Estados Unidos
  • La crisis provoca cortes de producción, relocalizaciones y pérdidas



La crisis energética está conduciendo a la industria europea a una situación límite. Las fábricas llevan meses lidiando con precios energéticos récord y materias primas disparadas que mellan sus negocios. Algunas empresas se han visto obligadas a cerrar líneas de producción y, otras, han optado por salir del continente en búsqueda de energía más barata y una menor volatilidad.

Este miércoles, las cuentas del gigante químico BASF han constado el coste que las disrupciones energéticas están dejando en sus cuentas. La producción de la compañía en Europa ha registrado una contracción del 6,7%. Una caída que contrasta con el aumento del 6,6% en el mismo periodo del año pasado, según sus resultados. La evolución es similar en Asia. Mientras, el crecimiento ha sido positivo en Estados Unidos y China, país que se contabiliza fuera del continente asiático.

En los nueves meses hasta septiembre, la factura energética de BASF ha aumentado en 2.200 millones de euros. La compañía reconoce que su beneficio operativo en Europa y, especialmente en Alemania, está "presionado" por factores como los elevados precios del gas, la incertidumbre regulatoria en el mercado energético o un crecimiento moderado de la industria química.

Una combinación de factores que ha llevado a la firma a plantear una reducción de costes, que esperan que se traduzca en ahorros de 500 millones. "Los significativamente débiles resultados en Europa, especialmente en Alemania, como el deterioro del contexto que nos rodea, hacen necesarias reducciones de costes y ajustes estructurales", señala la compañía en la presentación de sus cuentas.

Su situación es solo un ejemplo de las dificultades que están atravesando las industrias, que coinciden en poner el foco de sus problemas en Europa. La empresa francesa Michelin, especializada en la fabricación de neumáticos, también señala al viejo continente en sus resultados -presentados ayer-. La compañía explica que, en los seis primeros meses del año, las ventas de equipos han descendido un 8% debido a los problemas en las cadenas de suministro que ha desencadenado la invasión de Ucrania. En el tercer trimestre, la demanda en esa división de negocio se ha recuperado con fuerza, un 26%, aunque Michelin lamenta que la cifra todavía está un 19% por debajo que la de 2019. La firma gala está compensando ese agridulce resultado con el impulso que ha cogido China en el tercer trimestre. Allí, la facturación ha aumentado un 29% interanual y se sitúa un 19% por encima de 2019. Pekín está incentivando las compras de vehículos y se está produciendo una gran adopción de la movilidad eléctrica.

La historia se repite con Mercedes. El fabricante alemán explica -en sus resultados presentado este miércoles del tercer trimestre- que su negocio en Europa se está debilitando debido a la elevada inflación, a las subidas de los tipos de interés y a la ralentización económica. De los 530.400 coches que ha vendido a nivel global durante el periodo, un 42% de las ventas proceden de China. De nuevo, la compañía destaca que el buen comportamiento se debe a los incentivos del gigante asiático a las compras de vehículos.

Cierre de líneas de producción

En todo caso, compensar la debilidad europea con China, como han podido hacer Mercedes o Michelin, es lo que ocurre en la mejor de las situaciones. Otras compañías industriales, directamente, han tenido que cerrar líneas de producción por los problemas a los que se enfrenta la industria.

La compañía eslovaca Slovalco tuvo que prescindir de una parte de la producción de metales primarios hace dos meses debido al elevado importe de la factura de la luz. Es el mayor consumidor de electricidad de su país y, con los precios disparados y la volatilidad del mercado, no ha podido mantener el ritmo. Ha demandado menos energía y, por lo tanto, se ha visto obligada a producir menos. En ese momento, un trabajador de la compañía, Milan Veselý, explicaba en The Wall Street Journal que probablemente esa situación "marcaría el fin" de la producción de metales en Europa. "Así es cómo se mata a la industria", decía en referencia a la crisis energética y sus repercusiones en las fábricas. 

La empresa química noruega Yara International es otra de las que ha tenido que reducir su capacidad debido a "la volatilidad sin precedentes del precio del gas en Europa". Como especifica en los resultados del tercer trimestre, se ha tenido que "adaptar" y ha tenido que efectuar recortes "en varias de sus líneas de producción". En ese sentido, especifica que su actividad ahora es de 1,7 millones de toneladas de amoníaco y de 0,9 millones de toneladas de fertilizante con el fin de evitar márgenes negativos. Por esa razón, la nórdica abrió la puerta a una relocalización en Estados Unidos. 

ArcelorMittal es otra de las perjudicadas en suelo europeo. La firma también optó por cortar la producción en dos fábricas alemanas, que en parte ha compensado con su inversión en Texas, Estados Unidos, donde tiene una fábrica que produce hierro caliente que sirve para dar lugar al acero. Otras empresas también están viendo el atractivo del país, debido a mejores incentivos y a una mayor estabilidad del mercado energético. 

Es el golpe de gracia a la industria europea, que ve cómo la crisis energética le está empujando a una situación casi insostenible, mientras que China y Estados Unidos se benefician, sin soluciones para enmendar sus problemas a la vista.