Entre 350.000 y 500.000 ciudadanos se han ido de Hong Kong.
(REUTERS)
Hong Kong ha vivido en los últimos años una transformación casi sin precedentes. Su futuro queda incierto: ‘La Perla de Asia’ se ha convertido en una periferia incómoda para Pekín
En las bulliciosas calles de Hong Kong, una mezcla de modernidad y tradición colonial, se respira un aire de incertidumbre y resiliencia. Un ambiente que, desde las imponentes torres de cristal del distrito central financiero hasta los vibrantes mercados callejeros de Kowloon, sitúa la ciudad en una encrucijada histórica. Aún con los ecos de las protestas prodemocráticas, las tensiones políticas con China y las repercusiones económicas de la pandemia han dejado una fuerte cicatriz en esta metrópoli asiática. Con dos Leyes de Seguridad Nacional como una espada que pende encima de cualquier persona aquí, la libertad de expresión y los derechos civiles son casi ya un recuerdo del pasado.
"La ciudad ha cambiado mucho, por mucho que el gobierno diga que nada ha cambiado", asegura Tom Grundy, editor del último medio en inglés que queda en la zona, el Hong Kong Free Press. "Ahora tienes que pensar en lo que publicas en las redes sociales, así como en lo que vistes y lo que dices porque hay personas que se encuentran en problemas legales en los tribunales por algo como una camiseta o un libro. Estas cosas eran impensables hace solo 4 o 5 años", afirma.
Cheung Yiu-Leung, distinguido abogado y destacado defensor de la democracia en Hong Kong, coincide con Grundy y va más allá: "Ahora es literalmente un estado policial". "Nuestro llamado estado de derecho y nuestro estilo de vida han sido abandonados: esta es una situación terrible nunca vista en los últimos 100 años en la historia de Hong Kong", confirma Cheung, que asegura que las dos leyes de seguridad nacional prevalecen a la Ley Básica de Hong Kong, la mini-constitución de la excolonia británica que, en teoría, debería haber sido respetada hasta 2047.
Dennis Manlung, exconcejal de distrito apartado de sus funciones por representar a un partido pro-democrático, afirma que "incluso para algunas personas pro-pekinesas, es muy difícil actuar de manera racional cuando ven que las órdenes de Pekín podrían enojar a los ciudadanos de Hong Kong. Además, muchos de los altos funcionarios del gobierno son inexpertos, por lo que su funcionamiento es bastante caótico y muchos talentos están siendo desaprovechados". Su colega, "Lemon" Wong Tan Ching, exconcejal del distrito de Tuen Mun, añade que "básicamente, no hay manera de expresar opiniones políticas de manera libre y abierta". Hoy en día, la mayoría de las personas trata de evitar hablar de política.
Por su parte, Emily Lau, famosa por espetar a Margaret Thatcher que "libraba a más de cinco millones de personas a manos de una dictadura", primera diputada electa democráticamente en 1991 y líder del principal partido pro-democrático que ya no puede participar en elecciones, se compadece que muchos de sus amigos y miembros de su partido han estado hasta 4 años en la cárcel sin ni siquiera haber sido declarados culpables. Coincide con Wong en que la gente tiene miedo a hablar. "Antes, la gente entrevistada en la calle tenía muchas cosas que decir, pero ahora no", prosigue. "La gente simplemente tiene mucho miedo de hablar y a esto se le llama autocensura", señala la veterana política.
A pesar de ello, esta ex-periodista se rebela al asegurar que "yo todavía estoy hablando contigo". Y reconoce que "no creo que puedas hacer una entrevista así en China continental. Así que aquí todavía hay ciertas cosas que son posibles, pero no allí". También se muestra muy crítica con los nostálgicos. "Hong Kong nunca ha tenido democracia, ya sea bajo el dominio británico o bajo el dominio chino. Durante muchos años —antes y después de 1997— la gente de Hong Kong disfrutó de libertades, derechos humanos, seguridad personal y el estado de derecho. Todas estas cosas las disfrutamos y valoramos, y el nivel de estas cosas que disfrutamos era mucho más alto que en otros países que tienen elecciones periódicas", remata.
Cheung se muestra contrariado, ya que Pekín "prometió que Hong Kong mantendría su propio sistema y que el gobierno central solo retendría dos poderes: el militar, que es la defensa y los asuntos exteriores. Hong Kong continuaría con su propia administración, su propio sistema legal, especialmente su sistema capitalista". "Y ahora tratan la Declaración Conjunta como un documento histórico", se queja.
"¡Es un documento válido! Fue presentado en las Naciones Unidas. Están diciendo que es historia y eso significa que pueden ignorarlo. Pekín garantizó que la vida en Hong Kong seguiría como de costumbre y prometieron que Hong Kong permanecería sin cambios durante 50 años y que el estado de derecho, el sistema legal básico y los derechos humanos fundamentales enunciados en los dos pactos internacionales continuarían. Eso es lo que prometieron: no estamos pidiendo un gran favor, solo pedimos que cumplan su promesa", asegura este experto legal.
La situación, según Grundy, es que existen momentos de desaceleración de la persecución, "pero justo cuando piensas que tal vez las cosas se están calmando y Hong Kong asegura que ahora quiere centrarse en la economía, sucede algo sin precedentes y aparece una nueva forma de represión. Esto es algo que era de esperar porque hay miles de burócratas y millones de dólares destinados a este proyecto de seguridad nacional… Así que, por supuesto, esos empleados deben trabajar cada día y encontrar riesgos para la seguridad nacional", apunta el periodista británico.
Para Wong una situación como esta es muy frustrante "como político no puedo hacer nada significante y al mismo tiempo no puedo tirar adelante como otros". "Fui elegido como vicepresidente del consejo de distrito, presencié el arresto de un amigo miembro del consejo, tomé el juramento de cargo para los concejales del distrito y, después, cambió el sistema electoral afirma Wong.
"Pensaron que el cielo es el límite"
Manlung, por su parte, opina que "la mayoría de las personas en Hong Kong siguen siendo enérgicas y capaces de crear grandes cosas, solo les falta confianza para expresarse. Por eso, a menudo aprovecho mi experiencia como una persona políticamente experimentada cuando la gente comparte conmigo sus preocupaciones sobre la sociedad, para animarles a intentar cosas pequeñas, como presentar quejas oficiales sobre temas que no son realmente políticos. Simplemente hago mi mejor esfuerzo para mantener las habilidades que un político debería tener de otra manera", confiesa.
A pesar que no hay cifras oficiales, se calcula que entre 350.000 y 500.000 ciudadanos han marchado del país, principalmente Reino Unido, Unión Europea y Norteamérica, pero muchos rechazan tan sólo la idea de tener que abandonar su casa. Wong rechaza de plano la posibilidad de salir de lo que considera que es su país. "De ninguna manera, Hong Kong es mi hogar", aclara. Manlung sí ha sopesado la opción de partir "sin embargo, si me voy, no tendré la oportunidad de justificar mis creencias nuevamente en el principal campo de batalla de Hong Kong. Así que aunque existen dudas entre irme o quedarme, aún veo cierta importancia en seguir permaneciendo en Hong Kong en un futuro cercano".
El director de Hong Kong Free Press, que llegó hace casi dos décadas a esta excolonia británica y hace más de 9 años que fundó el medio que ahora dirige, "personalmente me siento muy en casa aquí" y a pesar que acepta el inevitable futuro de una próxima integración de Hong Kong en China, "hemos prometido estar en el terreno el mayor tiempo posible y ocupar el espacio que queda de la libertad de prensa". Grundy, en todo momento aunque sin expresarlo explícitamente, evidencia un amor y un enorme respeto a lo que el considera ya su "hogar".
Lau se muestra mucho más crítica con aquellos que cuando la situación empeoró y Pekín inició la persecución de muchos miembros de partidos pro-democráticos y activistas que causaron incidentes violentos en 2019. "Nos culparon que las cosas fueran mal y yo les dije: '¿Dónde están ustedes? Yo sé lo que es posible y lo que no. Puede que no estén de acuerdo conmigo y eso está bien, pero que no nos culpen diciendo que causamos el problema'. Son muy jóvenes y supongo que no leyeron historia y pensaron que el cielo es el límite", relata la veterana política.
Aunque la mayor parte de éstos tienen los pies en el suelo, con mayor o menor énfasis continúan teniendo fe en la ciudad y en sus ciudadanos. "¿Quiénes somos nosotros para decir que ya no tenemos fe?", se pregunta Emily Lau. "No creo que el juego haya terminado. Es muy difícil, pero hacemos lo mejor que podemos y, como dicen algunas personas, intentamos mantenernos fuera de la cárcel", puntualiza la líder pro-democrática. "Lo que estamos haciendo está dentro de la Constitución. No estamos infringiendo la ley, así que lo intentamos, pero tenemos que decir que es difícil. Todavía estoy aquí, no he huido de Hong Kong y todavía estoy hablando con extranjeros. Así que haremos nuestro mejor esfuerzo".
Grundy, a pesar que no es muy optimista con el futuro de la ciudad una vez alcanzado el 2047 y admitir que le importa su futuro, declara una gran admiración por la fuerza y resiliencia de la excolonia británica. "Muchas personas se han ido, pero tengo un gran respeto al hecho de que la gente entienda el valor de la prensa libre y el apoyo que vemos cada año de nuestros casi 1.000 donantes mensuales. Es extremadamente impresionante que la gente entienda el valor de lo que aún queda en términos de libertad de prensa", asegura.
El hecho de sentir el coraje y energía de sus ciudadanos es lo que hace ser optimista a Manlung. "Gente con mucho talento sigue trabajando muy duro para recuperar la gloria del pueblo de Hong Kong en muchos campos, incluso bajo una gran competencia del lado norte. Por lo tanto, creo que siempre que haya una oportunidad para que los hongkoneses superen la barrera política, lucharemos una vez más para mejorar nuestro hogar y la humanidad, tal como lo hicimos antes". Wong por su parte también se declara optimista y admite tener esperanza en el futuro: "Si perdemos la esperanza, fracasaremos; pero si la mantenemos, aún tendremos una oportunidad", concluye.
En el otro lado de la balanza se encuentra el miembro del China Human Rights Lawyers Concern Group, una ONG con sede en Hong Kong que apoya a los abogados afectados por la represión de China contra la disidencia, Cheung Yiu-Leung, que asegura no ver esperanza ni posibilidad de cambiar la situación actual. "Solo hay que mirar la narrativa de Xi Jinping o la retórica del Partido, todavía están adoptando esta actitud de guerrero lobo. Hong Kong nunca ha sido un guerrero lobo: Hemos sido amigos del mundo, somos amigos del mundo, por Dios. Quiero decir, si China insiste en adoptar una actitud hostil hacia todo el mundo, no debería incluirnos" explica.
Hong Kong sigue pasando por una transformación profunda en estos últimos años, marcada por la tensión política y social con Pekín. A pesar de la creciente represión y la pérdida de libertades, la resiliencia y el espíritu combativo de sus ciudadanos y antiguos representantes persisten. Entre la incertidumbre y la lucha por mantener sus valores, los hongkoneses siguen demostrando una notable capacidad para enfrentar adversidades, manteniendo viva la esperanza de un futuro mejor para su país.