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Mientras que la economía de Brasil sigue creciendo, un número cada vez mayor de brasileños se dirige a las playas tropicales del país en vacaciones organizadas. Pero no todos ven con buena cara la invasión de turistas o lo que ese cambio simboliza: la creciente riqueza y aspiraciones de una clase media brasileña en expansión.
Osmar y María Ferreira nunca han viajado en avión. Tampoco han tomado un paquete vacacional. Ellos son parte de la creciente clase media de Brasil, que ahora puede darse muchos lujos por primera vez.
Osmar es un pintor y decorador retirado de Sao Paulo y María sigue trabajando como manicurista. Un crédito barato significa que pueden ir de vacaciones ahora y pagar después.
La pareja está pasando una semana en Porto Seguro. En la escuela aprendieron sobre el histórico lugar, donde los primeros europeos llegaron a Brasil hace unos 500 años, pero ni en sueños se imaginaron que algún día estarían allí.
La historia del éxito económico de Brasil no sólo ha sacado a millones de brasileños de la pobreza. También ha elevado las expectativas de una nueva clase media-baja, conocida aquí como la "clase C".
"La comida no es lo único que necesitamos para vivir", dice Osmar, mientras se relaja en una silla plástica frente al verde mar que tantas veces vio por televisión. "¡Esto es vida! Mira lo bello que es este lugar".
Cambio contencioso
Hace mucho que esta mezcla de historia, sol y prístinas playas tropicales ha hecho de Porto Seguro un destino ideal para los brasileños que buscan escapar de las atestadas ciudades.
Ya no es el territorio de los turistas extranjeros y de los brasileños acaudalados que forman la tradicional clase media profesional y educada del país.
Un estudio de Data Popular, una compañía de investigación de mercado que se especializa en la clase C, muestra que entre el 2002 y el 2010 la participación de la clase media-baja en la industria del turismo casi se ha duplicado, a 34%.
Ahora la clase C conforma casi la mitad de los pasajeros que viajan por avión en Brasil. Sin embargo, el cambio está causando tensión para algunos brasileños, que sienten que su espacio está siendo invadido.
Haciendo un corto viaje en ferry al sur de Porto Seguro se llega a la población de Trancoso que siempre ha sido un oasis de exclusividad. Es más remoto y más caro quedarse en los hoteles, pero no está fuera del alcance de excursionistas de los balnearios más grandes.
"La gente que está llegando ahora a Trancoso debería mostrar mejores modales y más respeto por este lugar", se queja la bombero retirada Norma Sandes, que ha estado vacacionando aquí durante más de una década. "Es un grupo muy diferente el que ha estado viniendo durante los últimos años".
La periodista Ana Campolino se queda con su esposo en la aldea por lo menos dos veces al año. "Notamos que mucha gente que viene acá no es de la clase A o B, sino de la C. Eso está claro por el modo en que se visten y se comportan", afirma.
Competencia por recursos
El antropólogo brasileño Roberto DaMatta, profesor emérito de la Universidad de Notre Dame en Estados Unidos, dice que el éxito económico del país ha puesto el dedo en la llaga de la "resistencia a la igualdad" de los brasileños.
"Nuestro amor por los títulos y la jerarquía es parte de nuestra herencia portuguesa. Aquí la gente quiere ser vista como diferente, como superior a los demás, y no nos gusta mezclarnos", dice.
Una encuesta de Data Popular brinda más pruebas de la incomodidad que la elite tradicional siente acerca de la cambiante sociedad de Brasil. De las clases A y B, el 48% expresó que "la calidad de los servicios ha empeorado ahora que son más accesibles". La mitad dijo que prefieren ser clientes de lugares "con gente del mismo nivel social".
"Decidimos hacer esta encuesta cuando comenzamos a darnos cuenta de que la gente se queja, por ejemplo, de los aeropuertos, que están mucho más llenos ahora", afirma el presidente de Data Popular, Renato Meirelles. "Nuestras encuestas han mostrado que hay una muy fuerte resistencia de las clases más altas en aceptar a los recién llegados".
El cree que las tensiones sólo se resolverán cuando Brasil esté mejor preparado para ofrecer estos servicios para todos sus ciudadanos. "Los aeropuertos, por ejemplo, están atestados para todo el mundo. Si hay espacio suficiente, las tensiones empiezan a desaparecer".
"Un momento mágico"
Pero la industria del turismo niega que haya un problema. Un portavoz de la Asociación de Hospitalidad de Porto Seguro, Paulo Cesar Magalhaes, señala que "hay lugar para todos" en su región. "Naturalmente los viajeros van a las áreas que se acomodan a su perfil. Aquí en el distrito principal de Porto Seguro, donde contamos con más alojamientos y restaurantes, hay más lugares para escoger para la gente con presupuesto más bajo, mientras que las playas más lejanas son mejores opciones para aquellos que pueden gastar más dinero", dice.
Magalhaes afirma que los negocios en Porto Seguro no tienen nada de qué quejarse. "Para mucha gente, éste es un momento mágico, la primera oportunidad de viajar por todo Brasil, y toda esta emoción termina traduciéndose en dinero que se gasta en nuestra ciudad", asegura.
El surgimiento de Brasil en el escenario mundial ya ha sacudido el tradicional orden internacional. Ahora, dentro del país, los brasileños de todas las clases se están replanteando sus roles y expectativas para el futuro.
De vuelta en la playa, Osmar y María Ferreira están demasiado ocupados pasándola bien como para preocuparse de lo que otros piensan.
"Claro que hay prejuicio", dice Osmar con una risa cordial. "Pero ahora estoy aquí y tendrán que aguantarme".
Actitudes de la clase alta de Brasil
- 55% cree que los productos deberían tener distintas versiones para las distintas clases sociales.
- 48% dice que la calidad de los servicios ha empeorado al aumentar su acceso.
- 50% dice que a la gente mal vestida no se le debería permitir entrar en ciertos lugares.
- 26% cree que la construcción de una estación de tren subterráneo aumenta la cantidad de gente indeseable en un área determinada.
Fuente: Data Popular.
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