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“Hace un mes te pregunté… y no me respondiste -Pues yo no me acuerdo- Pues sí y además pusiste cara de ya-estamos-otra-vez… - Pues te juro que no me acuerdo - Tú nunca te acuerdas de nada”. Ya lo sabíamos. Las relaciones humanas son difíciles. ¿Pero por qué son tan frecuentes episodios de este tipo? ¿Cuál es la causa por la que las personas recordamos los mismos acontecimientos de manera tan diferente?
Gracias a las neurociencias hoy tenemos muchas respuestas. Concretamente se ha demostrado que las emociones afectan poderosamente a la forma en la que percibimos e interpretamos el mundo y también a la forma en la que recordamos.
E. Phels, de la Universidad de Nueva York, o S. Kosslyn, de la Universidad de Harvard, realizaron estudios dirigidos a analizar la influencia de las emociones en la memoria. Ambos demostraron que ante estímulos emocionalmente muy relevantes la percepción humana se vuelve altamente eficaz. También que las vivencias que despiertan emociones intensas se recuerdan mucho mejor que las que no las provocaron.
Y es que la investigación ha demostrado que las emociones desde un punto de vista evolutivo, son fundamentales para la supervivencia, ya que incrementan la atención y la velocidad de reacción ante todo lo que se interpreta como riesgo o amenaza.
El recuerdo en las relaciones de pareja
Y eso pasa con el amor. En la vida de pareja se viven emociones de gran intensidad. El bienestar que producen estimula el deseo de que permanezcan. Sin embargo, en ocasiones uno de los amantes siente malestar por detalles o motivos menores, como el olvido de un aniversario, un gesto de desinterés… Y es que esos acontecimientos insignificantes pueden ser interpretados, consciente o inconscientemente, como amenaza para la estabilidad de la pareja. Olvidar una fecha importante puede vivirse como falta de interés por la relación y un riesgo para la permanencia del amor. Este sentimiento activará el cerebro más primitivo del ser humano: el emocional, el de supervivencia y lo hará pasar a la acción.
Se pondrán en funcionamiento distintas estructuras del sistema límbico. Como demuestran numerosos estudios, la amígdala y el hipocampo trabajarán conjuntamente para impedir que el recuerdo se olvide. Fijarán el recuerdo con gran potencia y exactitud y lo mantendrán vivo en el tiempo, como si acabase de suceder. Pobre del que no se acuerda. No tiene nada que hacer. ¿Es el rencor? No. Es la mala jugada de la memoria emocional. De la supervivencia.
¿Hay diferencias en la memoria de hombres y mujeres? Que las mujeres se acuerdan de todo en la pareja y que los hombres nunca recuerdan las fechas románticas tiene parte de mito. Hay mujeres que no se acuerdan de nada y hombres que sí lo hacen. Sin embargo, hoy la ciencia demuestra que en el mito existe cierta base de realidad. Hasta ahora, sólo sabíamos que las mujeres poseen mejor memoria en acontecimientos emocionales. Sin embargo, las bases biológicas para esas diferencias eran desconocidas.
La investigación reciente concluye algo que hoy ya conocemos de sobra: que los hombres y mujeres usamos el cerebro de manera diferente. También en lo que a memoria se refiere. En un estudio de la Universidad de Stanford se demostró a través de Resonancia Magnética que las mujeres rememoran mucho mejor recuerdos emocionales intensos. Los psicólogos a cargo del estudio confirmaron que “las mujeres recrean de forma más viva y elaborada que sus parejas recuerdos sobre su primera cita, las últimas vacaciones o una discusión reciente”.
Aprovechemos el potencial de las emociones
Pero en contra de lo que podría suponerse, todos los estudios coinciden en señalar que la capacidad memorística de hombres y mujeres es similar. En lo que existen marcadas diferencias es en la relevancia emocional que cada sexo da a las vivencias, en este caso amorosas. Como se ha demostrado sobradamente, las mujeres tienden ser más emotivas y a dar mayor carga emocional a los acontecimientos y por eso recuerdan mejor lo vivido dentro de la pareja. Esto es debido a factores culturales y psicológicos, pero también a la biología. Numerosos estudios, como los de Baron y Cohen o los de Gunning Dixon, Bilker y Gur entre otros, lo confirman. Las mujeres poseen mayor tamaño y un metabolismo más activo en áreas del cerebro directamente implicadas en el procesamiento emocional.
Pero más allá de las diferencias entre sexos ese conocimiento conduce a un reto altamente relevante. La extracción de aplicaciones prácticas. Ese es el objeto último de la investigación.
Hoy por fin sabemos de manera precisa cómo funciona la memoria en situaciones de gran carga emocional. Las neurociencias han refrendado los estudios en psicología y educación. Los datos de los que disponemos ofrecen claves muy valiosas para el conocimiento humano y para la vida en pareja. Pero también para el mundo educativo y de las organizaciones. Hoy está ampliamente demostrado que los contenidos y situaciones que se asocian a emociones se recuerdan de manera más permanente y eficaz. ¿Por qué no aprovecharlo? Sabemos también que las emociones incrementan ampliamente nuestras capacidades y el aprendizaje; y que la motivación, el refuerzo social… favorece la adquisición de conocimientos, pero también la fijación y puesta en práctica de los mismos.
Pero todavía seguimos necesitando mayor concienciación y más modelos prácticos basados en los avances de la investigación de los últimos años. H. Gardner y D. Perkins codirigen el proyecto Zero de la Universidad de Harvard, proyecto educativo basado en los principios de la inteligencia emocional y las inteligencias múltiples. Parten del manejo de las emociones y vivencias como herramientas clave para el aprendizaje. El contrastado éxito de esta experiencia en escuelas públicas americanas conduce hacia nuevas formas de entender el aprendizaje. También la empresa empieza a construir modelos con espacio para hacer de las emociones una fortaleza de impulso hacia el éxito. La concesión de los premios Príncipe de Asturias a Howard Gardner y a Bill Drayton suponen un merecido reconocimiento a la eficacia de estos modelos.
Lo dice la ciencia y lo avala la práctica: solo podemos mirar al futuro si avanzamos de la mano de las emociones.
Por Rocío Mayoral from elconfidencial.com 21/11/2011
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