Un hombre reza frente al templo de Virupaksha, en Hampi (FernandoQuevedo / Getty Images)
Desconocida por el turista occidental, conserva templos, baños, albercas, puertas ceremoniales, salas columnadas y monolitos del siglo XVI, la época de su máximo esplendor
Grandes bloques de piedra de granito rosa desgastados por el paso de los eones hacen las veces de fortificación natural. A Hampi se llega queridamente, no está de paso a ningún sitio. Es una de las joyas desconocidas de la India y, tal vez, su ciudad perdida más fabulosa. Escoltada por el río Tungabhadra, esta villa real levantada en el siglo XVI por el imperio vijayanagar resiste perfectamente las comparaciones con Machu Picchu o Persépolis.
Situada en el centro del estado de Karnataka, Hampi fue la capital de tres generaciones de gobernantes hindúes que alcanzó su momento de mayor esplendor entre los años 1510 y 1542. De la conocida como Ciudad de la Victoria quedan en pie templos, baños, estancias de reuniones del gobierno, albercas, puertas ceremoniales, salas columnadas, monolitos, torres... Durante kilómetros, el viajero puede perderse –literal– por unas ruinas magníficas cuya mayor virtud es estar casi intocadas.
El templo Vittala es la estructura que más valoran los expertos. Se trata de una enorme sala abierta con docenas de pilares tallados de forma barroca y minuciosa con deidades, animales, plantas, representaciones del Ramayana, escenas bélicas o incluso eróticas. No hay ojos suficientes para detenerse en todos los detalles, ya sea sobre las ninfas celestiales que vuelan a lomos de loros o las figuras de Rama, Sita o Lakhsmi.
Suele dejar boquiabiertos a los visitantes el santuario tallado en forma de carroza, con un preciosismo indescriptible. Antaño las ruedas de piedra parece que incluso se movían. Hoy están detenidas para siempre, Garuda vive en su interior.
Hampi está diseñado para que el río por el lado occidental y los montes que rodean el llano sobre el que se asienta en los otros tres flancos la protejan de ataques indeseados. Aun así, su vida fue corta, pues una coalición de reinos del Decán, asustados ante la magnificencia que mostraban los vijayanagar, la ocupó y saqueó en 1565 y desde entonces permanece en silencio.
Hay que ser un buen andarín para visitar mínimamente a fondo las ruinas de Hampi, pues las diferentes estancias se extienden a lo largo de kilómetros, trepan por las laderas, se esconden tras largas escalinatas. Pegados al río se hallan los templos principales, Vittala y Virupaksha, así como el monolito dedicado a Vishnú en su avatar de medio león. Tras la desdibujada muralla que corre de norte a sur se encuentran los magníficos establos para los elefantes, la gigantesca alberca que servía para distribuir el agua a toda la ciudad, el baño de la Reina y el Salón del Consejo.
Desde que fue declarada patrimonio de la humanidad en 1986, las autoridades intentan derruir el animado pueblito de Hampi Bazaar, donde antaño se agrupaban la mayoría de pensiones y restaurantes. Hoy sus habitantes se resisten con uñas y dientes al desalojo, pero cada vez son menos, y la actividad se desplaza a la orilla opuesta del río. Para el viajero esto es una desventaja, pues está a merced de los caprichosos precios de los barqueros para acceder al yacimiento arqueológico.
Hampi Bazaar es más conveniente, pues en noches de luna uno puede aventurarse por los magníficos edificios iluminados como plata. Pero siempre con la prevención de no alejarse demasiado, pues Hampi es un auténtico dédalo del que puede costar encontrar el regreso. Además, los lugareños aseguran que por las noches los osos bezudos de los bosques cercanos también realizan allí excursiones nocturnas.
La ciudad más cercana a Hampi es Hospet, a la que llega el tren. A partir de ahí, presentarse en el yacimiento depende de la habilidad del viajero para regatear el precio de un taxi o un rickshaw, en un viaje que oscila entre los 45 y los 75 minutos.
https://www.lavanguardia.com/ocio/viajes/20181119/452951591222/hampi-ciudad-perdida-desconocida-india.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.