Recupera tu esencia (Jasmina007 / Getty Images)
Recupera la sabiduría del cuerpo y aprende a decir «no»
¿Eres una de esas personas a las que todo el mundo acude en busca de ayuda? ¿Dices que sí con una sonrisa cuando en realidad desearías decir que no? ¿Te sientes desbordado por las demandas ajenas? ¿Te disculpas por cosas de las que no eres responsable?¿Estás siempre disponible, aunque no tengas la energía y el tiempo necesarios? ¿Te apuntas a actividades que no te apetecen porque crees que es lo que la gente espera que hagas? Complacer a los demás es una parte valiosa de la vida, y la mayoría de las tradiciones espirituales nos enseñan la importancia de cuidar y a amar al prójimo. Sin embargo, cuando lo hacemos buscando aprobación o por miedo a no ser amados, o incluso a ser abandonados, este comportamiento se convierte en un ciclo enfermizo que nos desconecta de la vida y de nosotros mismos.
Dicho ciclo se compone de un sentimiento profundo de no ser merecedores de amor, de intentos constantes por ser o hacer lo que creemos que otros desean de nosotros, de una gran preocupación por estar a la altura de esas supuestas expectativas y de la renuncia al propio bienestar para encajar con los demás. Las personas que viven para complacer a los otros dejan de lado su propia personalidad para acabar por convertirse en personajes, pues se pasan el día haciendo cosas que no desean hasta acabar por perder por completo el contacto con su identidad y sus verdaderos deseos.
Según la psicoterapeuta norteamericana Micki Fine, entre las situaciones que predisponen a una vida de búsqueda de aprobación ajena se encuentran ciertas vivencias relacionadas con la infancia, como por ejemplo:
1. Recibir amor condicional
Esto es, cuando las personas de referencia de un niño le dan amor en función de si este cumple ciertas expectativas, y le privan de él cuando no está a la altura de ciertas normas. De ese modo los niños aprenden que no son aceptados. Cuando se equivocan, se les trata con desdén y con críticas o se les ignora, las personas aprenden que algo falla en ellos.
2. No ser valorados por lo que somos
En este caso los padres ven en su hijo una prolongación de ellos mismos e intentan moldearlo imponiéndole sus propios deseos, sin respetar la personalidad y los deseos genuinos del niño, por lo que este llega a la conclusión de que su persona no importa.
3. No tener voz ni voto
En este caso, los adultos de referencia siempre toman las decisiones por el niño. Si a los niños no se les anima a explorar y aprender de su propia experiencia o si sus pensamientos, opiniones o deseos no se valoran no aprenderán a encontrar su propio lugar en el mundo, y en vez de eso buscarán siempre que alguien les oriente desde fuera para saber qué hacer en todo momento.
4. Malos tratos y negligencia
La conducta de complacencia ajena probablemente será más acusada entre quienes sufrieron negligencia o abusos, puesto que los niños maltratados suelen estar dispuestos a hacer lo que sea para seguir congraciados con el maltratador y evitar más malos tratos. Así, interiorizan que el mundo funciona de esta manera.
Sin embargo, según esta psicoterapeuta, autora del libro La necesidad de complacer, hay una forma de salir de la búsqueda constante de aprobación ajena: el mindfulness. Esta herramienta, explica, es un viaje “hacia el desprendimiento del miedo, la apertura al amor, la sanación de la herida que produce la búsqueda de aprobación ajena, el aumento del respeto por ti mismo, la creación de un equilibrio en las relaciones y la liberación para elegir tu propio camino en la vida”. El minfdulness, según Micki Fine, puede ayudarnos a aceptar la vida tal como es, a conseguir la libertad de decir ‘no’ cuando sea necesario, a afrontar los conflictos con nuestros seres queridos y resolverlos desde la paz y a sentir cariño por los demás en lugar de sentirnos en deuda con ellos.
¿Cómo empezar?
La forma más sencilla, según los expertos, es volver al cuerpo. Las personas que viven por complacer a los demás suelen sentir cierto entumecimiento o distancia respecto a sus sensaciones físicas, lo que precisamente sucede a causa del deseo lógico de desconectar del dolor por no sentirse amados ni dignos de serlo. Sin embargo, como el cuerpo es nuestro hogar y el lugar en el que sentimos amor, explica Fine, “ser insensible al cuerpo nos separa del amor. Por ello, reconectar con él es esencial para vivir en el momento presente y sanar”.
Imaginemos que nos inquieta no saber cómo complacer a alguien, o que nos sentimos en conflicto porque en el fondo no deseamos hacerlo. Tal vez el cuerpo se tense entonces, se nos haga un nudo en el estómago o los hombros se nos contraigan. Pero si habitualmente nos sentimos desligados de nuestras sensaciones físicas, quizá no lleguemos a notarlas, las ignoremos o nos esforcemos por ahuyentarla, perdiéndonos así un mensaje que nos invita a cuidarnos. Puede que al principio resulte difícil volver a permitirnos dichas sensaciones, pero con la práctica podemos lograrlo y aprovechar su sabiduría.
Una manera sencilla de empezar a hacerlo puede ser la siguiente: cuando te encuentres en un momento delicado de búsqueda de aprobación, quizá siendo excesivamente simpático con alguien o diciendo «lo siento» cuando no es necesaria una disculpa, haz una pausa y observa tu cuerpo. Nombra para ti mismo las sensaciones que percibes, por ejemplo: cosquilleo, tensión, dolor… “Nombrar las sensaciones proporciona un espacio en el que puedes probar a soltar resistencias y tener más claro lo que está pasando” explica Micki Fine. Otra práctica útil consiste en percibir tu nivel de energía. La próxima vez que te halles en una situación en la que quizá estés abarcando más de lo que puedes gestionar, por ejemplo, observa qué le pasa a tu cuerpo. ¿Notas cambios en tu nivel energético? ¿Hay otras sensaciones físicas asociadas a la de agobio? Los expertos también recomiendan que nos tomemos tiempo para nosotros mismosdurante el día. Podemos hacer unos estiramientos suaves, dar un paseo, cerrar los ojos para respirar conscientemente o sentarnos tranquilamente a tomarnos un té. Trataremos de observar entonces qué sensaciones aparecen en nuestro cuerpo cuando nos permitimos ese paréntesis de autocuidado.
Para esta psicóloga especialista en mindfulness, librarse de la búsqueda crónica de la aprobación de los demás no significa dejar de desear complacer o no hacerlo nunca. No se trata de adoptar actitudes egoístas o indiferentes, sino de preocuparse profundamente por los que nos rodean y por su bienestar desde el amor y no desde el miedo. De esta forma nuestra identidad y nuestra supervivencia no residirán exclusivamente en el cuidado ajeno. “A medida que te liberes de la búsqueda crónica de aprobación podrás amar más libremente, dejarás de preocuparte tanto por lo que los demás piensan de ti, te implicarás más en tu propia viday en tus valores para entender lo que le da significado y alegría y te convertirás en tu propio aliado. Las relaciones se pueden volver más equilibradas y estrechas y podrás estar receptivo a los problemas de tus seres queridos para cuidar tanto de ti como de ellos sin temor y con afecto”.
https://www.lavanguardia.com/vivo/lifestyle/20190105/453927161479/liberate-necesidad-complacer-demas.html
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