A día de hoy, no hay cura para el mal de Panamá, una enfermedad que acaba con las plantaciones de bananas (Donyanedomam / Getty Images/iStockphoto)
Un grupo de investigadores holandeses ha conseguido producir por primera vez esta fruta en el centro de Europa creando un sustrato artificial
Las bananas que se venden actualmente en el mercado europeoproceden, sobre todo, de Latinoamérica y África. Son muy importantes en la dieta de casi 400 millones de perso nas en el mundo, según apunta la Universidad de Wageningen (Holanda), donde un grupo de investigadores ha logrado, por primera vez, producir bananas en el centro de Europa a gran escala.
El artífice de ello es Gert Kema, un profesor de patología de plantastropicales de este centro académico. El experto ha conseguido, también por primera vez, cosechar esta fruta sin usar tierra, algo que es realmente innovador y que permite evitar el llamado “mal de Panamá”, una enfermedad causada por el hongo Fusarium oxysporum que afecta a este cultivo y que se transmite por suelo.
Para el cultivo de bananas, el equipo de expertos que lidera Kema sustituyó la tierra por fibra de coco -que se obtiene de la cáscara del coco- y lana mineral o de roca -fibras que se obtienen de roca basáltica-, sustratos que proporcionarían a las plantas todo lo necesario para su adecuado desarrollo.
En total, cultivó 60 plantas de banano en invernaderos, aportándoles una solución nutritiva a todas ellas para compensar el hecho no estar conectadas al suelo con raíces. La apuesta era segura, ya que en un medio artificial el monitoreo está garantizado y no hay pérdida de nutrientes posible, lo que garantiza el crecimiento.
Asimismo, esta técnica hace que el control de enfermedades no sea necesario y, por lo tanto, que la cosecha sea más sostenible, pues no es necesario el empleo de productos tóxicos. También permite que las plantas reciban más luz y que maduren más rápido, detalla Kema en declaraciones a BBC Mundo, donde añade que este es el otro gran problema de las plantaciones de banana.
El “mal de Panamá”, también conocido como “fusariosis del banano”, ha afectado históricamente los cultivos de banana de Asia y África, pero aún no se ha encontrado remedio alguno para contener esta enfermedad. De hecho, en la década de los 50, este hongo acabó con la variedad de banana Gros Michel, la más exportada entonces.
Esta enfermedad afecta primero a la raíz y se propaga muy rápido por el sistema vascular de la planta, llegando a acabar con ella. Los fungicidas actuales son incapaces de controlarla, con lo que, a falta de una solución eficiente, los productores se han ido decantando por el cultivo de aquellas variedades de banana más resistentes a la enfermedad.
Este sería el caso de la banana de Cavendish, la más consumida ahora. No obstante, últimamente se ha comprobado que también cae rendida ante la última variedad del hongo, la conocida como “raza tropical 4” (TR-4), que se transmite rápidamente a través de los sustratos húmedos y el barro. Apareció en el sudeste asiático hace ya casi dos décadas y se ha detectado en países como China o Mozambique, lo que denota que está presente en gran parte del planeta.
Actualmente, la única forma de detener la enfermedad es detectándola a tiempo y conteniéndola mediante el aislamiento de la zona deteriorada. También ayuda evitar la entrada de agua –la humedad favorece el desarrollo de los hongos- y la de los trabajadores de los cultivos, ya que el hongo se transmite fácilmente desde los zapatos o los vehículos que pasan por suelo.
Preguntados por si esta plantación en sustratos artificiales podría aplicarse a mayor escala, los investigadores de Wageningen se muestran optimistas y explican que variantes de esta técnica ya se usan ampliamente en horticultura, en la plantación de, por ejemplo, tomates y pepinos.
“Este método tiene mucho potencial y permitirá evitar grandes pérdidas por enfermedades o pestes”, opina Kema, que concluye que “podría contribuir al manejo del mal de Panamá y de otras enfermedades transmitidas por el suelo que amenazan la producción mundial”.
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