Insecto de cama (dblight / Getty Images)
Presentes en moteles pero también en hoteles de lujo, aumentan la resistencia a los insecticidas
Las picaduras y mordeduras de insectos pueden dejarnos muy mal recuerdo de un viaje. Y, por desgracia, cada vez son más frecuentes. La rapidez con la que se limpian cabinas de avión e incluso habitaciones de hotel dificulta la detección de pequeños intrusos que, a la vez, sobreviven a los insecticidas usados hasta el momento. Si no son eliminados a tiempo, se transmiten de un lugar a otro picando sin piedad a los huéspedes.
Se recomienda tomar algunas precauciones para evitar mordeduras. La primera, inspeccionar la cama una vez en el hotel y, la segunda, no colocar la maleta encima porque, en el caso de los chinches, si los hubiera, podrían saltar al equipaje y acompañarnos de regreso a casa.
Para descubrirlos a tiempo se debe conocer bien su aspecto: tienen un tamaño de entre cuatro y seis milímetros y son de color marrón rojizo. Sus huevos, blancos y tan grandes como una semilla de mostaza, pueden llegar a verse depositados en las sabanas. Otros signos como minúsculos restos de sangre o excrementos ayudan a detectar su presencia.
Chinches
Las mordeduras de los chinches no suelen transmitir enfermedades
A diferencia de los mosquitos, que pocas veces dejan picadas numerosas, los chinches son casi insaciables y muerden desordenadamente hasta que ya no pueden comer más. La buena noticia es que no suelen transmitir enfermedades, como sí pasa con otros insectos.
Las marcas de chinche de distinguen rápidamente por ser pequeñas y seguidas, adquirir color rojo y escocer. Para evitar que nos vuelvan a picar, debemos lavarnos muy bien todo el cuerpo y también desinfectar objetos y ropa.
Nada ni nadie se libra de la posibilidad de verse invadido por su presencia. Según la edición digital del británico The Telegraph, establecimientos de prestigio como el Waldorf Astoria de Nueva York -ahora cerrado al público por reformas- y hoteles de la cadena Disneyland e incluso de Hilton han recibido quejas de huéspedes que afirmaban haber encontrado bichos en sus lujosas camas.
Esta situación ha propiciado la popularización de profesionales como Brian Virag, un abogado norteamericano que ha creado una empresa especializada en la materia a la que ha bautizado con un nombre ciertamente explicito: My Bed Bug Lawyer (Mi Abogado de chinches de cama). A través de su compañía, el letrado ha logradoimportantes compensaciones económicas para sus clientes, que en algunos casos han llegado a alcanzar los 3,5 millones de dólares (algo más de tres millones de euros) en reclamaciones colectivas o los 1,6 millones (1,4 millones de euros) en demandas individuales.
Esta mala experiencia ha sido denunciada también a bordo de aviones. Uno de los incidentes más recordados recientemente tuvo como escenario un vuelo de Air Indian entre Nueva York y Bombay del pasado verano. En aquella ocasión, los pasajeros se vieron obligados a soportar durante las casi 15 horas de trayecto la presencia de chinches en la cabina, algo que a su llegada denunciaron a través de las redes sociales.
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