El estrés va más allá de la actividad, es no estar satisfecho con tu respuesta (Getty Images/iStockphoto)
El director del grupo de investigación en estrés y salud de la UAB desmiente tópicos sobre esta patología
Hace varias décadas ya que se habla del estrés pero, en contra de lo que muchos creen, no tiene tanto que ver con nuestra actividad, con las tareas que nos inundan, como con las emociones que no sabemos gestionar. Así lo asegura Jordi Fernández-Castro, profesor de Psicología de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), que ha publicado el libro Libérate del estrés (RBA), en el que corrige algunas falsas ideas sobre la patología.
“Una falsa idea que se ha formado durante años es que tiene que ver con una agenda apretada; se ha banalizado como un mal inherente de la sociedad moderna, ‘voy muy agobiado, tengo que hacer mucho’”, asegura Fernández-Castro, que lleva más de 20 años estudiando este problema de salud mental y dirige en la UAB el grupo investigador de estrés y salud. Esto ocurre, en parte, porque el estrés laboral es el más común, el más estudiado, y reconocido por la legislación europea como un riesgo de enfermedad laboral, señala.
La frecuencia del estrés laboral hace que a menudo se asocie la patología a él
Pero el estrés va más allá de la actividad, consiste, dice el psicólogo, en cómo regulamos las emociones que nos causa la presión, sea porque tenemos muchas tareas pendientes u otros problemas y adversidades (una enfermedad nuestra o de un familiar, o su muerte; una avería en el coche que se necesita cada día; una entrevista para un empleo, un acoso laboral...)
De mayor a menor frecuencia, lo que desencadena el estrés son el trabajo (o la falta de empleo), las relaciones personales (de pareja, con los hijos, con padres, una pérdida...) y los problemas económicos (está comprobado que cuando la economía va bien hay menos estrés y, cuando va mal, aumentan los casos), explica el psicólogo.
“Una sensación de éxito, de fracaso, de falta de aprobación de los demás en las redes sociales, un pérdida... nos pueden causar tanto estrés como una actividad frenética. Igual que tener que adquirir una habilidad, renunciar a algo, aceptar algo desagradable... cita en el libro. “Más que tener que correr mucho o hacer muchas cosas, estresa el no estar conforme con lo que haces, creer que no actúas como deberías actuar (por ejemplo, te agobia que tu trabajo te impida pasar el tiempo que crees que deberías con tu madre enferma)”, sostiene este experto. La presión no es sólo externa, también se la impone la misma persona.
“Lo contrario del estrés no es relajación, sino no sufrir”
Seguramente por relacionar el estrés con una actividad desbocada existe también un tópico que es considerar que se cura con relajación. Fernández-Castro da consejos sobre respirar bien, el mindfulness u otras actividades que ayuden a relajarse y a desconectar, pero precisa que sirven para que la persona estresada recupere un estado que le permita reflexionar sobre sus problemas; relajarse no es el objetivo final. “Lo contrario al estrés no es relajación, sino que tu vida no te haga sufrir”, matiza.
Hay que ir a resolver las causas del estrés.Y soluciones generales no las hay, advierte, dependerán del problema y de como sea cada persona, de su personalidad. Pero hay que mirar la situación con un enfoque amplio (lo cual es difícil, porque la ansiedad te secuestra, reconoce), para ir a la raiz del problema, tomar decisiones, cambiar cosas...
Para evitar llegar a la situación de estrés, aconseja cambiar de hábitos si nos agobian, descansar bien, saber relajarse y hacer ejercicio, buscar tiempo para actividades agradables...
El psicólogo subraya que el estrés no es siempre malo. Es una respuesta psicobiológica de la persona a un reto, a una nueva situación o demanda que exigen que se readapte, es una reacción automática. En principio, estamos preparados para afrontar las dificultades de la vida, para hacer ese esfuerzo extra, pero a veces una persona se siente sobrepasada o no ve cómo salir de una situación que se alarga.
El problema grave se da cuando la situación de alerta se cronifica. Incluso aunque sea de baja intensidad, un estrés crónico es tan malo o más que un gran pico de estrés que dure poco. Y el estrés se relaciona con problemas del sistema cardiovascular, del inmunológico, digestivo, cognitivo, reproductivo...El libro repasa estos efectos, igual que los mecanismos biológicos (cómo se gesta la alerta en el hipotálamo, como afecta al sistema nervioso, como aumenta la adrenalina en sangre...)
En muchos casos hay ansiedad ligada al estrés
En los últimos años, se ha hablado de manera creciente de la ansiedad, casi como una epidemia mundial. “Hay una ansiedad que es trastorno psiquiátrico –explica el psicólogo– y una ansiedad como sentimiento de aprensión, malestar, inquietud..., sea por algo concreto en la vida de una persona o por el futuro incierto. Si tienes estrés, muchas veces también sufres ansiedad, es una de las emociones que se pueden experimentar: si no sabes si tu empresa va a quebrar, si cobrarás a fin de mes, si te despedirán, eso genera ansiedad y estrés”.
Fernández-Castro señala que otra falsa idea es pensar que antes no había estrés: “No podemos pensar que en otras épocas la gente no tuviera problemas; además, el mecanismo de estrés es piscobiológico. Lo que ocurre hoy es que disponemos de más información pero también disponemos de más recursos que nunca para afrontar cualquier problema (mejor sistema educativo, asistencial...) También hoy en día muchas personas conocen la importancia del apoyo emocional de familiares, de amigos, de explicar lo que te preocupa, se habla más de educación emocional ahora, hay que enseñar a gestionar las emociones desde aspectos concretos, no de generalidades”.
TRES CONSEJOS PRÁCTICOS
Afrontar la falta de tiempo: Fernández-Castro aconseja planificar todas las tareas que se tienen con una estimación de tiempo (con margen suficiente) y dejar además tiempo para imprevistos y descansos. Si no se puede hacer todo, no hay que engañarse y pensar que corriendo o con un sobreesfuerzo se hará. En ese caso no hay más alternativas que renunciar a algo o dedicar menos tiempo a algo, o posponer ese algo o conseguir que alguien nos ayude.
Ver la relación entre estrés y satisfacción: Escribir las cinco cosas que creemos que nos estresan y pensar en otras cosas que nos generan satisfacción. Comparar ambas listas, ver si lo que nos estresa es precisamente lo que nos impide alcanzar los objetivos de la otra lista. No pensar sólo en lo que nos estresa, sino también en lo que nos satisface.
Evitar decidir en caliente: El estrés comporta sensación de urgencia, pero hay que dejar que las emociones negativas se desinflen, dice el psicólogo. Hay que tomar decisiones importantes pero planificadamente (no postergarlas indefinidamente), y antes de hacerlo haber descansado, desconectado. Y cuando se vaya a afrontar la decisión, sopesar la situación y no dejar correr el asunto hasta haber realmente decidido.
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