- Coinbase nunca valió tanto en bolsa como en el momento de su debut
- En apenas año y medio, ha perdido 76.442 millones de valor en el parqué
- La firma tiene una rentabilidad peor en lo que va de 2022 que bitcoin
Coinbase ha tocado su mínimo histórico en bolsa. Desde que empezara a cotizar, hace tan solo 19 meses, las acciones de la plataforma de intercambio de 'criptos' no han dejado de adelgazar. Ahora, sus días de gloria parecen un espejismo. Han quedado muy atrás, como sus precios. De estrenarse a 381 dólares el título a cerrar su última sesión en los 41,2 dólares. Es decir, su valor se ha dividido entre nueve.
El exchange se estrenó en el parqué en abril del año pasado. Y durante la negociación llegó a superar los 400 dólares. Sin embargo, su primer día en bolsa terminó cerrando por debajo del precio de salida. Lo que quizás entonces no se podía prever es que ese había sido el punto álgido de Coinbase en el parqué. En su debut fue cuando más valió y nunca llegó a finalizar una sola sesión por encima.
La firma jamás fue tan cara como en su primer día de andadura bursátil. En todo caso, su valoración se quedó entonces en los 85.800 millones de dólares. Una cifra que dista mucho de la actual: Coinbase vale 9.358 millones de dólares. Es decir, se ha dejado 76.442 millones por el camino.
En todo este tiempo, el precio de bitcoin también ha cambiado mucho. Cuando la compañía iba a salir a bolsa, la criptomoneda reina se encontraba entorno a su máximo histórico de entonces. Rondaba los 61.225 dólares. Hasta ese nivel llegó tras multiplicar su valor por nueve en un año, desde abril de 2020. Eso refleja que la subida fue tan veloz como iba a ser su posterior caída.
En todo caso, bitcoin ha aguantado mejor este ejercicio que lo que lo ha hecho Coinbase. La plataforma de intercambio ha perdido desde que empezó 2022 un 84% de su valor en bolsa. En ese mismo periodo, bitcoin ha recortado un 66% y este martes cotiza por debajo de los 16.000 dólares, en mínimos de dos años.
Las valoraciones de ambos activos empezaron a caer en picado en un contexto de restricción en la oferta monetaria. Ni bitcoin, ni Coinbase han podido resistir a la inflación o las subidas en los tipos de interés. Tampoco les ha sentado bien el colapso de las firmas de criptomonedas que empezó en primavera con el desplome de Terra y que arrastró a otras piezas del ecosistema. Algo que vino a debilitar más a un mercado muy volátil. Y ahora, el golpe de gracia lo ha dado la quiebra de FTX.
Fin al reino de la credulidad
"Se termina, parece, 'el reino de la credulidad'", señala el economista Juan Ignacio Crespo en su análisis diario. Explica que, tras los últimos acontecimientos, se ha pasado de la fe ciega al cripto-descreimiento. "Es decir, la desconfianza hacia las criptomonedas y hacia las empresas que las utilizan como base para su negocio, hasta el punto de que empieza a exigírseles que muestren las reservas que dicen tener en monedas digitales y convencionales", puntualiza.
Crespo pone como ejemplo el caso de Grayscale, que es la gestora del fondo invertido en bitcoin más grande del mundo, el Grayscale Bitcoin Trust. La firma ha rechazado mostrar sus reservas, al alegar que eso supone un riesgo para su seguridad. Una parte los inversores está haciendo esas peticiones después de que FTX pareciera solvente y, sin embargo, estaba inmersa en una crisis de liquidez.
Coinbase ha salido a defenderse: "confiad en nosotros", decía la compañía, a la que también se le ha pedido que dé pruebas de su capacidad financiera. "Nosotros custodiamos 1:1 los activos de nuestros clientes", añadía. La plataforma explicaba en un post que es normal que los clientes hayan perdido la confianza, al tiempo que piden una revisión del ecosistema y también su regulación.
Hace 19 meses, cuando salía a bolsa, el tono de la compañía era muy distinto. Su oferta pública de venta (OPV) era un símbolo de su legitimidad como negocio y también avalaba al mercado de las criptomonedas, afirmaba entonces el consejero delegado, Brian Amnstrong. Otra de las conclusiones a las que se llegó entonces es que las 'criptos' empezaban a calar en el sistema financiero tradicional.
"El desinflamiento de esta burbuja, con su correspondiente cuota de escándalos, permanecerá sin duda en todos los anales", señala Clément Inbona, fund manager de la gestora francesa La Financière de l'Echiquier.
Según Inbona, no se puede llamar criptomoneda a bitcoin, ether o demás tokens, ya que no son una reserva de valor: "su volatilidad, a menudo estratosférica, demuestra lo contrario". Tampoco se utiliza de forma extendida para intercambiar bienes y servicios o realizar transacciones cotidianas. Ni es una unidad de cuentas, ya que no se utiliza, por ejemplo, a nivel corporativo en contabilidad. Tampoco genera rentas como, por ejemplo, los dividendos.
La cuestión que se desprende, entonces, es, si bitcoin no reúne esas características, ¿cuál es su base? La criptomoneda ha resistido a otros 'criptoinviernos', pero parece que en estos bajos momentos el aspecto fundamental es la confianza. La falta de fe ha hecho caer recientemente a Genesis o ha llevado a la propia Coinbase a firmar su mínimo histórico.