- La crisis inmobiliaria sin resolver sigue siendo uno de los principales escollos de la economía
China acaba de entrar en el año del dragón de madera, un signo que se caracteriza por el éxito, la suerte, el crecimiento y la flexibilidad en el horóscopo asiático. Cualidades que podrían deslumbrar al inversor en la renta variable de esta potencia mundial, que ha corregido algo las pérdidas desde principios de año gracias a las medidas implantadas por las autoridades, pero que podrían resultar apenas un fuego fatuo dada la envergadura de las medidas estructurales que reclama la economía china, que tienen como epicentro la crisis del sector inmobiliario, como ha dejado ver la caída de Evergrande, en un momento en que la tasa de crecimiento potencial de la economía china se reducirá al 4% a medio plazo y al 3% a más largo plazo.
Los fondos de bolsa china, tanto continental como de las acciones que cotizan en Hong Kong, ya reflejan pérdidas, con una caída media de más del 18% anualizado a tres años, y a diez años, el porcentaje de revalorizacion se reduce ahora a un 4,39% anualizado.
Y esto lleva a las firmas de asesoramiento a recomendar no estar expuesto más allá del peso de China en los índices mundiales, en el caso de ser un inversor con perfil de riesgo elevado, para beneficiarse del impulso a corto plazo que puede experimentar. Pero a más largo plazo recomiendan estar infraponderados hasta que se vea una mayor claridad sobre el rumbo del antiguo Imperio del Centro.
"En el índice de bolsa mundial que incluye mercados emergentes calculado por MSCI, el MSCI ACWI, China y Hong Kong llegaron a pesar casi un 7,5%; y con Taiwan la exposición se acercaba al 9% a finales de 2020. Actualmente, lo que se conoce como la Gran China, pesa menos del 5%", explica Marta Díaz-Bajo, socia directora de Soluciones de Inversión de atl Capital, para quien "en los perfiles muy agresivos, un inversor podría llegar a tener algo más, pero algo similar a lo que pesa en este índice nos parece razonable".
De la misma opinión se muestra Jaime Medem, director de inversiones de Mirabaud Wealth Management en España. "En estos momentos mantenemos una posición de infraponderación en China, teniendo en cuenta que mercados emergentes pesa en nuestras carteras equilibradas aproximadamente un 6% y que nuestro peso en China queda reducido a un peso de menos del 2%. Y, de momento, no vemos razones para cambiar este peso", aclara Medem, quien añade que, pese a la intención del gobierno de reflotar la confianza en las bolsas chinas, "creemos que para ser creíble y devolver la confianza o el atractivo a los inversores internacionales, los impulsos deben ir acompañados de medidas contundentes que incentiven el crecimiento del crédito e impulsen la inversión en infraestructuras".
David Macià, director de inversiones y estrategias de mercado de Creand AM en Andorra, también considera que no es el momento de elevar el porcentaje de China en las carteras, pese a la recuperación que está experimentando la bolsa. "Parece probable un rebote a corto plazo: la renta variable china estaba fuertemente sobrevendida, las valoraciones muy deprimidas, y las iniciativas de las autoridades para dar apoyo a las bolsas pueden alimentar fuertes repuntes. Para quien quiera aprovechar oportunidades tácticas a corto plazo, parece que el movimiento pueda tener continuidad", subraya.
A más largo plazo, señala el experto, "nos parece que los fundamentales siguen siendo poco atractivos. Que las autoridades intervengan en los mercados bursátiles es como intentar curar los síntomas, ignorando la enfermedad que subyace. El problema no es que la bolsa estuviera en caída libre. La pregunta es por qué lo estaba", apunta.
La subida de la bolsa china se debe, aparte de los inversores más especulativos, a la entrada de grupos de inversión chinos controlados por las autoridades, lo que ha motivado el último movimiento alcista y una mejora del sentimiento a corto plazo, unido a medidas de relajación monetaria. Pero las gestoras advierten de que esto por sí solo no será suficiente. "Es improbable que resuelvan los problemas estructurales que lastran el mercado de renta variable, la falta de apalancamiento operativo y el descenso de la rentabilidad", comenta Mali Chivakul, economista de mercados emergentes de J. Safra Sarasin Sustainable AM, quien añade la incertidumbre política en el interior de China, las tensiones con EEUU en un año electoral en la potencia norteamericana y, sobre todo, resolver la burbuja inmobiliaria.
"Para mejorar la rentabilidad y los márgenes lo que justificaría valoraciones estructurales más altas, tendría que aumentar el crecimiento o la productividad, o tendrían que bajar los impuestos o el coste del capital, y ninguna de las dos cosas parece probable por el momento, lo que deja el atractivo de la renta variable china limitada al corto plazo", advierte Chivakul.
Redmond Wong, jefe de estrategia de China en Saxo Bank, califica los estímulos de las autoridades chinas como tibios, en un contexto en que el objetivo estratégico de Xi Jinping es el de aplicar un "desarrollo de alta calidad", basado en la autosuficiencia tecnológica. Wong apunta que la convocatoria de la tercera sesión plenaria del XX Comité Central del Partido Comunista Chino, que debería haberse convocado a finales del año pasado, permitiría comunicar la estrategia económica para los próximos cinco años. "La ausencia de la reunión suscita inquietud y escepticismo entre los observadores del mercado y los inversores", añade.
Maciá incide en que ahora "la ideología prima sobre la economía, coartando al sector privado", con unos precios de la vivienda que aún no se han corregido para evitar el efecto negativo sobre la riqueza. "Si a eso le añadimos la relocalización de cadenas productivas y el riesgo geopolítico, que hacen languidecer a la inversión extranjera, junto a un sector público poco propenso al déficit, se antoja difícil ser muy optimista", subraya.