Jesús Matos. (Imagen Deusto)
El psicólogo, escritor y docente acaba de publicar 'La especie al borde del abismo', un libro que repasa el deterioro del mundo y la proliferación de los problemas relacionados con la salud mental
Cuando reparamos en el deterioro que está sufriendo nuestro planeta, la proliferación de los problemas relacionados con la salud mental, las dificultades de convivencia en una sociedad cada vez más polarizada y los grandes retos que supondrá la incorporación de la IA en nuestras vidas, lo esperable es que lleguemos rápidamente a una conclusión nada optimista: nos encontramos en un momento crítico en la historia de la humanidad.
Al analizar la sociedad del siglo XXI, donde la infelicidad y la desmotivación han colonizado cada aspecto vital. Tras la crisis de la pandemia, el psicólogo Jesús Matos comenzó a cuestionarse las causas que han llevado a un aumento de la insatisfacción con la vida y a que hoy se documente el mayor número de casos de problemas de salud mental de la historia.
El también docente ha plasmado todas estas cuestiones en La especie al borde del abismo (Deusto, 2024), un libro que nos descubre los mecanismos mentales que con demasiada frecuencia provocan que releguemos el bienestar emocional a la parte baja de nuestra lista de prioridades, y explica cómo esa misma inteligencia que nos ha venido garantizando la supervivencia puede volverse en nuestra contra cuando vivimos desconectados de la naturaleza e hiperconectados a un mundo virtual.
Charlamos con el psicólogo sobre cómo afectan a la salud mental la nueva forma de comunicarse de los jóvenes, los peligros psicológicos a los que se enfrenta la población con este mundo al borde del abismo y crecer en la sociedad en este mundo tan competitivo, entre otras cuestiones.
PREGUNTAS. Antes de nada me gustaría que me explicases de manera resumida por qué la especie está al borde del abismo.
RESPUESTA. Todas las especies somos el producto del intento de adaptación al medio. Para el ser humano, su mayor virtud y su potencial condena, es ser capaz de modificar el medio natural a su favor.
Estamos en un momento en el que el desarrollo tecnológico hace que modifiquemos el medio a una velocidad brutal. Y ahora nuestros avances tecnológicos están por delante de sus consecuencias.
P. Arrancas el libro representando el mundo como un autobús sin ventanas en el que va toda la humanidad, pero que en realidad la gente no tiene un pensamiento común sobre hacia dónde va ni quién está al volante. ¿Por qué elegiste esta metáfora?
R. Se me ocurrió cuando el resto del libro ya estaba escrito. Como en realidad no sabemos muy bien hacia dónde vamos, me imaginé un viaje ciego de la humanidad, por eso elegí un autobús sin ventanas, porque no sabemos en qué manos de quién estamos y si hay algo o alguien al volante.
P. Esta metáfora recuerda a un meme que se ha hecho famoso en los últimos tiempos en el que hay dos pasajeros en un autobús, uno mira hacia una ventana y está contento, el otro eligió un mal sitio y está triste…
R. Sí, me suena. La verdad es que no viene de ahí, aunque a lo mejor inconscientemente sí.
P. En el libro hablas de la influencia del desarrollo cultural en nuestro bienestar emocional. Precisamente los memes, considerados por algunos como expresión cultural, se han convertido en una forma de interacción entre los más jóvenes. De hecho, en la generación z es frecuente que interactúen entre ellos solo mandándose estos collages, pero no mediando palabra. ¿Esta forma de comunicarse puede ser un elemento de distracción ante este abismo al que se enfrenta?
R. No solamente es un elemento de distracción, sino un elemento que incide en nuestra forma de relacionarnos directamente, que va en contra de nuestra naturaleza de primate, porque al final somos animales sociales. Y lo que tiene nuestra forma de socializar es que nos tocamos, es una socialización física.
Ahora se está generando un sucedáneo de comunicación y lo que estamos viendo en los datos es que cada vez hay más gente que se siente sola y seguramente tenga mucho que ver con todo este mundo de las redes sociales. De hecho, el perfil de persona que está sola ya no es el del ancianito, como todos pensamos, sino el de un joven entre 16 y 24 años. Y además sabemos que la soledad tiene un impacto brutal en la salud mental y en la salud física.
P. ¿Y cómo van a ser las futuras sociedades de estos jóvenes cuya relación actualmente es con un dispositivo de por medio?
R. No lo sabemos, ese uno de los abismos.
Lo que dicen los datos es que cada vez hay un mayor índice de problemas de salud mental en jóvenes. Al final tener a toda una generación con ansiedad, depresión o ideas suicidas… pues es algo que preocupa, son los herederos de la sociedad y tenemos que ver hacia dónde va esa sociedad. Pero creo que hacer una predicción es imposible, hay miles de variables y no sabemos dónde va a salir esto.
Ahora ocurre como con el tabaco en los 70, cuando se ocultaban los estudios que decían que producía cáncer y años después se vio que sí. Yo creo que es un poco igual, habrá un momento en el que tengamos que poner límites a este tipo de comunicación o facilitar el contacto social. Aunque pienso que esto va a ser pendular porque en algún momento volveremos a los orígenes, más que nada porque los orígenes tienen muchísimos años de experimento evolutivo y funciona muy bien. Es ingenuo pensar que esto se va a quedar así, volveremos de alguna manera.
P. ¿Es más una cuestión del interés en ocultar los perjuicios que causa, como con el tabaco, o es que nos está atropellando la tecnología?
R. Son las dos cosas. Ha habido algún documento por ahí que se ha intentado ocultar y estudios sobre los que se ha mirado hacia otro lado. Pero yo creo que también es muy complicado porque: ¿cómo legislas?
O por ejemplo, si una red social tiene un comportamiento ético y elimina ese componente adictivo, va a tener menos gente, va a perder su cuota de mercado; y entonces aparecerá otra red social que utiliza esos mecanismos psicológicos y que ocupe esa cuota de mercado.
El problema es que el avance tecnológico es tan brutal que nos está atropellando a nivel psicológico y biológico, pero también a nivel legislativo, no nos da tiempo a legislar.
"El avance tecnológico es tan brutal que nos está atropellando a nivel psicológico y biológico"
P. Entiendo que nos plantamos ante el gran problema, que también planteas en el libro, de que el mundo digital es más atractivo que el real.
R. Esa es una de las claves. Pero es más atractivo como puede ser más atractiva la comida basura que la sana, pero es menos nutritiva.
Un video de 30 segundos puede ser muy llamativo y puedes estar enganchado viendo vídeos de 30 segundos dos horas, pero seguramente mañana no te acuerdes de nada de lo que has visto y seguro que es mucho menos nutritivo que estar leyendo dos horas. Pero ese potencial adictivo de las redes al final hace que permanezcamos más tiempo ahí, es una economía de la atención, cuanto más tiempo permanezcas en la red social, mejor para ella. ¿Qué pasa con esto?, pues que al final nuestra capacidad de mantener la atención cada vez es menor.
P. Entonces, ¿cuál es tu receta para luchar contra ello?
R. Sería muy complicado. Ya sabemos por los estudios que son adictivas y yo creo que hay que legislar, es la única forma que podemos intervenir esto desde la política pública y así proteger la salud mental de los consumidores y, por ejemplo, retrasar la edad de entrada a las redes sociales. Cabe destacar que el cerebro termina de madurar entre los 22-25 años y en plena adolescencia, con 12 o 13 años, es cuando se está formando el córtex prefrontal, el que ver con la atención y la toma de decisiones, entonces si nuestra adolescencia la pasamos ahí, pues es difícil poder recuperar esa moderación.
Pero qué pasa, que al final, por un lado, tenemos esas redes sociales que nos dan todo lo que queremos con ese consumo rápido, pero a la vez el mundo nos exige más. Ya no vale con tener una carrera, ahora necesita tener una carrera, tener un máster y hablar tres idiomas... Y eso requiere mucha atención y mucho esfuerzo mental.
Nos enfrentamos a esta dicotomía: cada vez el mundo nos lo pone más fácil con todo a golpe de clic, pero también todo es más difícil para tener una vida digna.
Abismo medioambiental, económico, social y democrático
P. Uno de los abismos que planteas es en libro es el medioambiental, ¿cuál crees que es la obligación ética que tiene la sociedad actual con las generaciones futuras?
R. Es dejarles un planeta habitable, con estándares altos de calidad de vida. Es decir, si nosotros hacemos algo y no conocemos las consecuencias, tiene un pase; pero sabiendo las consecuencias que tiene y seguir incidiendo… Tenemos una responsabilidad, porque ya lo sabemos y eso es ya nocturnidad y alevosía, no es desconocimiento.
P. En la actualidad hay mucha incertidumbre social y económica, ¿cómo afecta a la salud psicológica de las generaciones más jóvenes?
R. La incertidumbre lleva asociado el miedo. El ser humano, y todos los mamíferos que tiene un sistema emocional, cualquier situación desconocida al final se interpreta como muerte, es decir, como potencial peligro. Entonces, todo lo que tiene que ver con incertidumbre o falta de control, hace que uno se repliegue, se proteja y tome posiciones más defensivas.
Esto es lo que está ocurriendo, cualquier cambio nos genera emociones difíciles y que intentemos protegernos. Por lo tanto, es lógico todo lo que estamos hablando de problemas de salud mental y la gente más vulnerable tiende romper por algún lado. Y, cómo decía, por un lado, tengo todo a golpe de clic y, por otro lado, el mundo cada vez me exige más y además no sé muy bien si el gran esfuerzo me va a servir para algo. Entonces al final llegamos a la indefensión aprendida: cuando yo siento que no soy dueño de las consecuencias de mis acciones, generalmente me estreso y al final de todo se da la fase de agotamiento y se deja de intentarlo.
P. Planteas en el libro que la democracia está en peligro, ¿realmente lo está y sobre todo, cuáles son los factores más fuertes para que sea así?
R. La democracia presupone que el pueblo es ciudadano, tiene conocimiento y hace una reflexión acerca del voto, en el sentido griego de la palabra. ¿Pero qué pasa?, que si nosotros tenemos capacidad de influir en el voto de la gente, por ejemplo con las fake news, pues al final se pone en riesgo. Hay un riesgo ahí. De hecho, hay un montón de casos documentados, en los que se ha influido la opinión de la gente.
Este es un tema espinoso porque la clave sería “controlar”, aunque eso al final atenta contra la libertad de expresión, pero yo creo que tiene que haber un límite en términos de saber cuando alguien está expresando una opinión y cuando se está hablando de hechos.
P. ¿Cómo crees que se debería plantear ese límite?
R. Es una de las cosas en las que la tecnología nos puede ayudar. Cuando un titular es tendencioso o un argumento no está bien elaborado, estoy seguro de que habrá una inteligencia artificial que diga ‘Oye, cuidado con esta información que no está basada en hechos’.
Pero seguramente a medio plazo sería como las fotos de las cajetillas de tabaco, la gente se acostumbraría. Además, lo que está ocurriendo es que la gente solamente quiere leer aquello en lo que está de acuerdo, existe ese efecto de querer tenerlo todo a golpe de clic, bien mascado y además hay una intolerancia sobre lo que no queremos leer.
P. Entonces, estamos condenados…
R. Bueno, yo creo que al final es como todo, habrá que establecer algún tipo de legislación y política pública, pero también teniendo en cuenta la opinión ciudadana. Es decir, yo creo que la gente quiere saber la verdad, yo sí tengo una opinión que está basada en noticias falsas, quiero saberlo y creo que todo el mundo esté ahí. Lo que pasa es que al final se cuestiona más la verdad y eso es peligrosísimo, porque si yo tengo acceso a formar mi verdad, puedo manejar a las personas y eso es distopía.
Cómo crecer en la sociedad
P. Dedicas un capítulo del libro a crecer en la sociedad y, en particular, abordas la búsqueda de estatus como estrategia de supervivencia. ¿Nunca estamos contentos con lo que tenemos y la gente en general busca codearse con gente que considera que tiene más dinero y/o influencia?
R. Hay gente más conformista y hay gente más inconformista; pero la estrategia de búsqueda de estatus está presente en las especies que son sociales. Lo que pasa es que la gente más inconformista siempre tiende a avanzar y no es que uno busque estatus codeándose con el que tengas más dinero o el importante, pero a lo mejor uno busca estatus de formas secundarias, como mejorar el trabajo. Eso al final no deja de ser una estrategia individualista. El ser humano al final es, por un lado, individualista y, por otro lado, colectivista, son las dos formas que nos han moldeado evolutivamente.
Siempre hay una tendencia a querer progresar y está bien. El problema es quién son los referentes a los que yo me quiero parecer.
P. ¿Y cómo se eligen unos buenos referentes?
R. Pues es muy complicado. Por ejemplo, hablando de política, ¿cómo emergen los líderes?, pues emergen dentro de unos partidos, de unas luchas internas que hacen que no emerja el mejor preparado, sino el que mejor comunica o el que mejor alianzas tiene. Eso al final hace que el resultado es que el que esté gobernando no sea el mejor preparado, a lo mejor el mejor preparado es menos carismático.
P. Se están viralizando últimamente vídeos de jóvenes, que prácticamente se han convertido en señores feudales, que se dedican a contar cómo llevan años sin salir de casa para ahorrar todo su dinero para comprar un piso y alquilarlo por habitaciones. ¿Cuánto hay de esta búsqueda de estatus en este tipo de acciones?
R. Para buscar estatus siempre hay dos estrategias en el ser humano. Por un lado, tenemos el dominio, que lo compartimos con muchas más especies, y consiste en generar miedo a los demás para que nos hagan caso. Y por otro, el prestigio, que es tener una habilidad que la sociedad demanda y ponerla en manos de los demás para ayudar.
Muchas veces, el dinero o el éxito generan admiración, pero ese dinero puede haber sido generado mediante el dominio. Entonces la causa y consecuencia se invierten. Si yo estoy idolatrando a alguien que está dominando, a lo mejor él me está proyectando prestigio, pero la estrategia que yo voy a utilizar es dominio. Entonces eso es un problema. Esto en una sociedad cazadora recolectora con 50 individuos no ocurre, porque al final el que domina es expulsado desde hace miles de años, es lo que se llama la autoselección y eso lo que genera es una sociedad más gregaria. En el momento en el que el ser humano se asienta y aparecen las ciudades estado, de repente el anonimato hace que personas dominantes, como en el caso más extremos es el de los psicópatas, tengan ese anonimato para ir explotando, como si fuesen parasitando a un montón de gente, y que no les conozcan la sociedad. Paradójicamente, un efecto secundario del asentamiento, que nos mejoró la vida, es que en el anonimato se esconde. Y bueno, pues eso, en una sociedad global como la actual, pues ocurre mucho.
P. Hablas en el libro del ascenso en la pirámide social en la sociedad global, ¿es posible en la generación que dice que va a vivir peor que sus padres?
R. Seguramente sea posible, pero yo creo que es complicado. Lo que está ocurriendo es que nos estamos enfrentando unos contra otros y solamente vemos la cúspide de la pirámide y nos estamos todos peleando por un ideal al que el 99,99999% de la población jamás va a llegar. No por falta de capacidad, sino por falta de circunstancias, hay un montón de circunstancias que te hacen la escalera más corta.
Evitar el abismo
P. Al final del libro planteas reflexiones sobre cómo enfrentarnos al mundo para evitar el abismo, en qué consiste esto de madurar que planteas y sobre todo, ¿es posible?
R. Ojalá sea posible. Madurar significa no dejarnos llevar por el corto plazo y entender que hay un largo plazo más importante. Una clave de maduración es que tengamos las estructuras culturales para poder hacerlo.
Mientras tengamos unas redes sociales que nos tengan enganchados todo el día va a ser difícil, mientras tengamos este tipo de referentes va a ser difícil, mientras tengamos una vida en la que es tan difícil salir hacia adelante va a ser complicad… Yo creo que hay que mejorar la calidad de vida de la gente y que la gente simplemente, por el mero hecho de nacer, tenga derecho una vida digna. Y que la gente entienda que su esfuerzo se verá recompensado de alguna manera.
P. ¿Qué tenemos que hacer para frenar el autobús y no caer en el abismo?
R. Un informe de Nature dice que tenemos que establecer medidas de justicia con los demás seres humanos, con las nuevas generaciones y con los demás seres vivos del planeta. Yo creo que tenemos que poner eso en la balanza, no solamente incrementar las ganancias de las empresas.
Tiene que haber estándares, por ejemplo, que generemos una escala que permita que cuando vayamos al supermercado sepamos si el producto está respetando este tipo de límites. Lo mismo con todos los productos, las empresas o las personas. Es necesaria una forma que a golpe de vista nos permita ver esto y seguramente el mercado seleccione aquellas que están teniendo en cuenta estos factores.