La OIT estima que se necesitan 280 millones de personas para que la economía vuelva al lugar que estaba en 2007.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que hay que crear 280 millones de empleos para que la economía mundial llegue en 2020 al mismo lugar en que estaba en 2007, antes del inicio de la Gran Recesión.
Al ritmo actual de crecimiento global solo se crearán unos 200 millones de puestos.
Según Raymond Torres de la OIT hay herramientas para cerrar esta brecha de 80 millones de puestos.
"No podemos esperar a que todo se solucione por sí mismo. Hay políticas que se han aplicado y se pueden aplicar para cerrar esta brecha", indicó Torres a BBC Mundo.
Un paisaje complicado
La OIT calcula que en la crisis de 2007-2008 se perdieron unos 61 millones de puestos de trabajo.
A esto hay que sumar unos 220 millones de personas que ingresarán al mercado laboral de acá al final de la década.
"Los países de la eurozona son los que siguen sufriendo las pérdidas de puestos de 2007-2008. China, India, África subsahariana y en menor medida América Latina son los que más tienen que responder al ingreso de nuevas personas en el mercado laboral", señala Torres.
A este complejo paisaje se añade una división ideológica en torno a las mejores políticas a aplicar.
La variante keynesiana propone un estímulo de la demanda (inversión fiscal, aumento de salarios, etc) para reactivar la economía y generar empleos.
La variante austera-neoliberal se inclina por un estímulo de la oferta (desregulación del mercado laboral, reducción impositiva, etc).
Ambas posiciones coinciden en que el mejoramiento de la educación es un imprescindible estímulo de la oferta.
"Se puede actuar tanto en la demanda como en la oferta. Estados Unidos lo ha hecho. Unos 6 millones de los 10 millones de empleos que se crearon allí en los últimos años se debieron a una sabia combinación de políticas", indicó Torres.
Un poco de historia
El caso emblemático de estímulo de la demanda fue el "New Deal" del presidente de Estados Unidos Franklin Roosevelt para lidiar con la otra gran crisis de los últimos 100 años: la depresión económica de la década de 1930.
Con una fuerte inversión estatal en infraestructura, el programa empleó a unas ocho millones de personas en la construcción de carreteras, puentes, escuelas y bibliotecas públicas estimulando al mismo tiempo el empleo, el consumo y la actividad económica.
La primera reacción global ante la crisis de 2008 usó este modelo, respaldado por políticos conservadores como George W. Bush y Angela Merkel.
Una vez pasado lo peor de la crisis, a fines de 2009, se volvió en Europa a la visión ortodoxa de la austeridad fiscal de la mano de la canciller alemana.
Este modelo apuesta a que la restricción del gasto público equilibrará las cuentas fiscales y estimulará la inversión privada generando reactivación y empleo.
Aunque sus adalides exigen más tiempo y un mejor cumplimiento de sus premisas, la realidad es que con un desempleo promedio en torno al 12%, los países de la eurozona le están bajando el pulgar a esta apuesta como se viene viendo en todas las elecciones del último año, incluyendo la de Syriza en Grecia.
¿Cómo estimular el crecimiento?
El crecimiento económico no es suficiente para crear empleo, pero sin él difícilmente haya más trabajo.
Con un crecimiento en torno al 3,5% anual desde la crisis, la economía mundial ha tenido una creación de empleo claramente insuficiente: 1,2% por año.
Pero incluso esta relación 3 a 1 de PIB-Empleo es hoy una quimera para la mayoría de los países.
Con 0,8% de crecimiento en 2014, la eurozona es uno de los peores ejemplos.
"Allí el gran reto es reactivar el crecimiento. Con el actual no se avanzará en el empleo", señala Torres.
Lejos de confiar en la "mano invisible del estado" Estados Unidos siguió una política activa a partir de la llegada al poder de Barack Obama en 2009 con inversión fiscal y reducción de impuestos.
De la mano de esta política se generaron unos 10 millones de nuevos puestos de trabajo.
Proteger el empleo
No todos los países tienen la solidez de Estados Unidos, que puede imprimir la moneda que sigue dominando los intercambios globales.
Pero incluso países que experimentaron un bajo crecimiento han podido evitar un impacto negativo sobre el desempleo.
Brasil apenas creció en 2014, pero esto no se reflejó en un aumento tan pronunciado del desempleo gracias a las políticas de inclusión social del gobierno.
Políticas activas se han aplicado en Austria, Argentina y, más sorprendentemente aún, en la promotora de la austeridad europea, Alemania, y en uno de los paraísos de la flexibilidad laboral, Estados Unidos.
En 2009 el gobierno de Barack Obama sostuvo a las automotrices General Motors y Chrysler evitando la pérdida de miles de puestos.
En Alemania, Austria y Argentina se impulsaron acuerdos entre empresarios y trabajadores para conservar la fuente laboral reduciendo las horas de trabajo.
En Corea del Sur se siguió una política de mejoramiento de la inserción laboral de sectores específicos de la población –jóvenes, mujeres, etc– que dieron como resultado la creación de un millón de empleos entre 2010 y 2014.
La calidad del empleo
La flexibilización laboral para aumentar el empleo cuenta con el ejemplo del Reino Unido que hoy tiene una tasa de desempleo del 5,8%, la mitad de la media de la eurozona.
Las estadísticas muestran un rasgo singular de este éxito: el porcentaje de empleados a tiempo completo decreció dos puntos entre 2008 y 2014.
Según los sindicatos solo 1 de cada 40 empleos creados desde la crisis es a tiempo completo.
El resto incluye los polémicos "contratos de cero horas" donde los trabajadores tienen que estar disponibles para trabajar en caso de que la empresa los necesite, pero sin cobrar mientras esperan por el llamado de la compañía.
"Combinar la creación de empleo con el empleo de calidad es uno de los grandes retos de este momento", señala Torres.
Dinamarca ha buscado superar esta dicotomía con la llamada flexicurity (trabajos flexibles con gran seguridad social y una política activa de empleo).
A diferencia de Reino Unido, el modelo danés se basa en un salario mínimo alto de modo que no haya desincentivo para trabajar y se mantenga un alto nivel de consumo.
"Siempre hay que tener en cuenta las condiciones de cada país. La flexibilización no ha funcionado en Grecia. Pero en un país como Túnez durante mucho tiempo era muy difícil acceder al mercado de la hostelería de su importante sector turístico debido a la existencia de monopolios que controlaban el mercado", indica Torres.
América Latina
Las condiciones específicas del mercado laboral en América Latina incluyen una tasa de informalidad que abarca en promedio a prácticamente la mitad de la población.
A este rasgo se suma un final de ciclo de crecimiento basado en los altos valores de las materias primas.
Según la Cepal, 2014 fue el año de menor crecimiento de la economía regional desde la crisis: un 1,1%.
Las perspectivas no son mucho mejores para este año: un 2,2%.
"Se aprovechó bien el boom de los productos primarios para aumentar el empleo y reducir la desigualdad. Pero ahora se necesita una diversificación de la economía y un nuevo modelo. En lo inmediato se trata de tener políticas inclusivas que sostengan el empleo a pesar del menor crecimiento económico", subraya Torres.
BBC Mundo 13/02/2015
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2015/02/150212_economia_creacion_millones_empleos_mj
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