La viróloga Shi Zhengli libera un murciélago de una cueva china tras sacarle sangre, en 2004.INSTITUTO DE VIROLOGÍA DE WUHAN
Donald Trump abona la versión que no respalda ninguna prueba de que el patógeno ha salido de un centro de investigación chino, como ocurrió con otro en 2004
Los coronavirus ya se han escapado en otras ocasiones de los laboratorios de alta seguridad chinos. El 18 de mayo de 2004, la Organización Mundial de la Salud mostró su “preocupación” después de que dos científicos del Instituto Nacional de Virología de Pekín se infectaran con el letal virus del síndrome respiratorio agudo severo (SARS), otro coronavirus hermano del actual que apareció en 2002 y mató a casi 800 personas. En aquella fuga de 2004, el primer investigador se infectó a finales de marzo, pero la dictadura china ocultó el brote hasta el 22 de abril. El presidente estadounidense, Donald Trump, está ahora dando alas a la teoría de que el nuevo coronavirus también es un escapado, esta vez del Instituto de Virología de Wuhan, donde investigan desde hace años con virus similares de los murciélagos.
El genetista Rasmus Nielsen explica a EL PAÍS lo que quiere decir la palabra “similar”. Se parecen “más o menos como una persona y un cerdo”, resume. Nielsen, de la Universidad de California en Berkeley (EE UU), habla del nuevo coronavirus —denominado SARS-CoV-2— y del virus del murciélago RaTG13, investigado oficialmente en el Instituto de Virología de Wuhan. “El SARS-CoV-2 no es una cepa del RaTG13 escapada del laboratorio”, ha zanjado en su cuenta de Twitter.
El virus de murciélago RaTG13, investigado oficialmente en Wuhan, se parece al nuevo coronavirus “como una persona y un cerdo”, según el genetista Rasmus Nielsen
El virólogo australiano Edward Holmes ha escrutado el genoma del nuevo coronavirus, su manual de instrucciones para infectar las células humanas con tanto éxito. “No hay ninguna prueba de que el SARS-CoV-2 se originase en un laboratorio de Wuhan”, ha señalado Holmes, de la Universidad de Sídney, en un comunicado urgente emitido este jueves ante el crecimiento explosivo de la teoría de la conspiración en EE UU. El 17 de marzo, el equipo de Holmes ya publicó un estudio genético del virus en la revista Nature Medicine que “claramente muestra que el SARS-CoV-2 no es un constructo de laboratorio ni un virus manipulado a propósito”. Las técnicas de modificación genética de los virus dejan huellas. Y en el nuevo coronavirus no se detectan estas pisadas de científicos.
En el Instituto de Virología de Wuhan trabaja Shi Zhengli, a la que sus propios colegas llaman de broma Batwoman. La viróloga ha identificado decenas de virus similares al del SARS en muestras de sangre, saliva y excrementos de murciélagos de cuevas de China. El 30 de diciembre de 2019, Zhengli recibió la llamada del director de su centro para que investigase un virus desconocido que había provocado neumonía a dos personas hospitalizadas en Wuhan, según contó ella misma hace un mes a la revista Scientific American. “Deja todo lo que estés haciendo y ponte con esto ahora mismo”, le dijo su jefe, según su relato. Al ver que eran coronavirus, ella misma se preguntó si se podrían haber escapado de su laboratorio.
Dos investigadoras trabajan en el Instituto de Virología de Wuhan, en una imagen tomada en 2017.SHEPHERD HOU / EFE
Al comienzo de la pandemia en Wuhan, Shi Zhengli ya fue acusada en las redes sociales chinas de ser “la madre del demonio”, según informó el diario South China Morning Post. “Juro por mi vida que el virus no tiene nada que ver con el laboratorio”, escribió ella el 2 de febrero en la aplicación china WeChat.
Este jueves, Fox News, un canal de televisión estadounidense cercano a Trump, ha resucitado la teoría de que el paciente cero habría sido un científico del Instituto de Virología de Wuhan que simplemente estudiaba una cepa natural de los murciélagos. Las fuentes citadas por Fox News, todas anónimas, reconocen que es solo una teoría y afirman que hay una investigación abierta. El mismo Trump evitó este jueves rechazar la hipótesis de la conspiración. “Ya veremos”, declaró. “Cada vez se escucha más esta historia”. El martes, The Washington Post publicó que la Embajada de EE UU en Pekín ya había alertado en 2018 de la supuesta falta de seguridad del Instituto de Virología de Wuhan y de que allí podía originarse una pandemia similar al SARS.
El zólogo Peter Daszak cree innecesario barajar una fuga del laboratorio cuando el salto de virus de animales a humanos “ocurre todos los días”
El zoólogo estadounidense Peter Daszak ha trabajado durante años codo con codo con la viróloga china Shi Zhengli. Daszak preside la EcoHealth Alliance, una organización internacional dedicada a investigar las enfermedades emergentes que brotan de la fauna salvaje y amenazan a la humanidad. En octubre de 2015, ambos analizaron la sangre de 218 habitantes de cuatro pueblos de la provincia china de Yunnan, cercanos a cuevas con murciélagos. Seis de las personas, casi el 3% del total, tenían anticuerpos contra coronavirus similares al SARS procedentes de los animales. Para Daszak, es innecesario barajar una fuga del laboratorio. “Estos saltos [de los virus de animales a humanos] ocurren todos los días”, ha afirmado en su cuenta de Twitter.
“Hemos visto que el 3% de la población rural en el sudeste asiático tiene anticuerpos contra coronavirus de murciélagos. Eso significa que entre uno y siete millones de personas se exponen cada año a coronavirus relacionados con el SARS. Es completamente ilógico pensar que no fue esto lo que condujo al brote actual”, ha añadido Daszak.
“¡No hubo ningún accidente en el laboratorio!”, ha insistido. “Entrar en cuevas de murciélagos y cazarlos para comérselos, refugiarse del clima del sudeste asiático en una de estas cuevas o vivir cerca de una de ellas son cosas que suceden todos los días. Y así es como se propagan los virus”, zanja Daszak, que se burla de la necesidad de recurrir a explicaciones improbables. En 2003, recuerda con sorna, el astrofísico británico Chandra Wickramasinghe propuso en la revista médica The Lancet una teoría alternativa sobre el origen del virus del SARS: podría haber llegado del espacio.
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