La deglobalización es el proceso en el que la economía, pero también la sociedad, la política y la cultura, tras una etapa de interacción e interdependencia mundial, se vuelven más regionales que nunca
La economía mundial ha entrado en los últimos años en un retroceso de los flujos internacionales de mercancías, servicios, capitales y personas
“Se va a necesitar comprender que la gloria de la globalización podría significar también su caída”. Lo dijo el profesor de globalización y desarrollo en la Universidad de Oxford (Reino Unido), Ian Goldin, hace más de diez años en una conferencia TED titulada: “Navegando por nuestro futuro global”. Goldin predecía ya entonces la llegada de riesgos sistémicos mucho más virulentos en un entorno global con sociedades y sistemas entrelazados promovidos por el desarrollo continuo de las tecnologías, como la desaparición de la biodiversidad, el cambio climático, las pandemias y las crisis financieras.
De la globalización a la desglobalización
La visión premonitoria del profesor se adelantaba sin saberlo al proceso de desglobalización que atravesamos hoy en día. Tanto es así, que el término ya está lingüísticamente aceptado para referirse al proceso inverso de la globalización. Un proceso en el que la economía, pero también la sociedad, la política y la cultura, tras una etapa de interacción e interdependencia mundial, se vuelven más regionales que nunca.
Así lo ha demostrado el indicador más generalizado para medir el proceso de la globalización: el peso de las exportaciones y las importaciones sobre el PIB. Desde los años 60, este indicador ha seguido una tendencia al alza que se ha frenado en el último año y medio. En este periodo ha pasado de rondar el 23% hasta estabilizarse entorno a un 60%, y desde 2010 no ha dejado de caer.
Desde los años 60 las exportaciones e importaciones sobre el PIB han seguido una tendencia al alza que se ha frenado en el último año y medio
Como consecuencia directa de esta frenada, los nacionalismos vuelven a aflorar y fenómenos como el Brexit rompen uniones que parecían indestructibles. Las tendencias sostenibles y el comercio de proximidad se expanden y resurgen, provocando que cada vez más empresas y consumidores recurran a proveedores locales. La sostenibilidad por fin pasa por delante del crecimiento reclamando un equilibrio lógico entre las actividades productivas y sus efectos sobre el planeta.
Un escenario contrario a la globalización hacia el que avanzamos progresivamente como consecuencia de las políticas desarrolladas por algunos estados y de las profundas guerras comerciales entre China y Estados Unidos generadas en los últimos tiempos.
La COVID-19 y la aceleración del proceso
Que la economía mundial ha entrado en un retroceso de los flujos internacionales de mercancías, servicios, capitales y personas no es nuevo. Pero sí lo es que la actual crisis sanitaria y económica provocada por la propagación del coronavirus (Covid-19) ha acelerado considerablemente ese retroceso.
Y lo ha hecho hasta tal punto que el coronavirus ha echado en seco el freno de mano al fenómeno globalizador. Goldin estaba en lo cierto. Los riesgos sistémicos de la desglobalización estaban ahí fuera, solo era necesario saber detectarlos para así, en el mejor de los casos, prevenirlos o controlarlos.
La actual crisis sanitaria y económica provocada por la propagación del coronavirus (Covid-19) ha acelerado la desglobalización
Ahora es ya una evidencia que la crisis sanitaria del coronavirus ha tenido un efecto inmediato y directo sobre el comercio internacional, aunque todavía sea difícil cuantificarlo en cifras. La pandemia ha llegado en forma de toque de atención para advertir a las empresas que depender de proveedores procedentes de localizaciones geográficamente alejadas puede poner en riesgo la viabilidad económica del negocio.
El coronavirus: un antes y un después
La parada de la actividad a gran escala ha afectado a las empresas españolas, que en muchos casos han visto interrumpidas sus cadenas de suministro dependientes de un sistema global generando importantes pérdidas económicas. Es probable que la crisis actual lleve a replantear el ecosistema empresarial tal y como estaba establecido hasta el momento.
Es probable que la crisis actual lleve a replantear el ecosistema empresarial tal y como estaba establecido hasta el momento
Ahora más que nunca el proceso de relocalización de las empresas españolas coge fuerza. Cada vez más compañías, que hasta ahora tenían la producción deslocalizada en otros países, están retornando a sus lugares de origen o bien a algún país próximo. Es a lo que se refiere el concepto en inglés ‘reshoring’.
De hecho, en la Unión Europea ya son 208 las compañías que han decidido adoptar este cambio de rumbo, según el estudio ‘Made in Spain ¿otra vez?’, realizado por EAE Business School, en el que se analizan los principales motivos que llevaron a las compañías de Estados Unidos y Europa a deslocalizar la producción a otras regiones alejadas con mano de obra más económica que la local.
Ya son 208 las compañías que han decidido relocalizar la producción
Del mismo estudio se desprende que nueve empresas españolas apostaron recientemente por volver a producir en España, entre las que se encuentran Orbea o Mango. Esta cifra representa una porción diminuta del pastel, solo un 4,8% del total de casos europeos. Pero ahora, la situación ha cambiado.
Es probable que el coronavirus marque un antes y un después y que ese tímido porcentaje se vea incrementado en los próximos años como medida de seguridad frente a la posible llegada de una nueva amenaza. Y es probable que eso suceda precisamente para asegurarnos, como dijo Goldin, que este “sea el siglo más glorioso y no el del ecodesastre o la ecodestrucción”.
23/04/2020 07:00 | Actualizado a 23/04/2020 08:11
https://www.lavanguardia.com/economia/20200423/48678195571/coronavirus-acelerando-proceso-desglobalizacion-brl.html
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