martes, 27 de mayo de 2025

Estudian el ADN de los vikingos y descubren una mutación por la que serían inmunes al VIH


Recreación de una cadena de ADN 
(Freepik)



Aunque los primeros casos aparecieron algunos años antes, el VIH fue documentado oficialmente en 1984. Resulta sorprendente que los vikingos tuvieran esta mutación



Una alteración genética descubierta en antiguos pueblos del entorno del mar Negro ha sido identificada como el origen de una mutación que hoy proporciona resistencia frente al virus de la inmunodeficiencia humana. Esta conclusión, fruto de un análisis genómico extenso y documentado en la revista Cell, desmonta las teorías que situaban su aparición durante epidemias medievales.

Investigadores de la Universidad de Copenhague han logrado ubicar el nacimiento de la variante CCR5-delta32 en un periodo comprendido entre hace 6.700 y 9.000 años, lo que implica que se desarrolló mucho antes del surgimiento del virus del sida en humanos. Esta mutación, presente en cerca del 10 % al 16 % de la población europea, bloquea el acceso del VIH a los linfocitos T.




Los expertos analizaron más de 2.500 genomas actuales y otros 934 antiguos, abarcando desde el Mesolítico hasta el final de la era vikinga. Gracias a esa comparación, descubrieron que el primer individuo portador de esta mutación vivió en una región cercana al mar Negro, una zona clave en la expansión de las poblaciones agrícolas hacia Europa.

El aumento en la frecuencia de esta variante genética coincidió con los movimientos migratorios ocurridos entre 8.000 y 2.000 años atrás, lo que indica que otorgaba una ventaja frente a enfermedades infecciosas en entornos de mayor densidad poblacional. “Las personas con esta mutación probablemente sobrevivían mejor porque su respuesta inmune era menos agresiva frente a patógenos nuevos”, afirmó Leonardo Cobuccio, uno de los autores del estudio, en una nota de prensa.


Una ventaja evolutiva inesperada

Esta regulación más equilibrada del sistema inmunológico pudo haber supuesto un beneficio crucial en sociedades que comenzaban a convivir en comunidades sedentarias. Según Simon Rasmussen, también firmante del trabajo, es improbable que el origen del gen esté relacionado con las plagas medievales o con la actividad de los pueblos nórdicos.

La proteína CCR5, a la que afecta esta mutación, desempeña un papel relevante en la activación de los mecanismos defensivos del organismo. Su alteración no solo impide que el virus del sida acceda a determinadas células, sino que también podría haber contribuido a moderar respuestas inflamatorias excesivas.

El trabajo pone de manifiesto el potencial de la paleogenética para entender problemas actuales desde una perspectiva evolutiva. “Al observar un conjunto de datos tan amplio, podemos determinar cuándo y dónde surgió esta mutación con una precisión sin precedentes”, explicó Kirstine Ravn, otra de las investigadoras.

Además del interés histórico, el descubrimiento tiene implicaciones médicas: esta misma mutación ha sido clave en los pocos casos documentados de pacientes curados tras trasplantes de médula. Aunque estos tratamientos no están generalizados, ofrecen una prueba del papel protector que puede desempeñar esta variante en humanos.



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