Foto from bbc.co.uk
Obama lleva dos semanas intentándolo, desde que estalló contra Mubarak y no es fácil reajustar las relaciones con un país en pocos días.
No es fácil reajustar las relaciones con un país en pocos días. Barack Obama lleva dos semanas intentándolo, desde que estalló la rebelión contra Hosni Mubarak. ¿Cómo? Distanciándose del rais sin pedir su relevo. No es fácil cuando la Casa Blanca lleva treinta años confiando en Mubarak para contener el ascenso islamista, preservar la paz con Israel y controlar el estratégico canal de Suez.
Evidencia de la relación íntima entre EE.UU. y Mubarak es el poder del lobby egipcio. Los hombres del rais en Washington tienen nombre y apellidos: Tony Podesta, Bob Livingston y Toby Moffet, socios desde el 2007 en PLM, una empresa de lobby que cuenta entre sus objetivos defender los intereses de El Cairo en EE.UU. Desde su fundación, PLM ha recibido del Gobierno egipcio 1,1 millones de dólares anuales para realizar un trabajo que ha incluido, por ejemplo, frenar en el 2010 una resolución en el Senado en apoyo a los derechos humanos y la democracia en Egipto.
Podesta es un veterano lobbista demócrata y hermano de John Podesta, jefe del Center for American Progress, el laboratorio de ideas progresista de referencia, muy cercano a la Casa Blanca. Livingston es un ex congresista republicano y Moffet, un ex congresista demócrata.
The Washington Post ha revelado que el lobby egipcio se está moviendo estos días para atemperar las ansias de los congresistas por cortar con Mubarak. “¿Qué pasaría si Egipto cambiase de color? No sería bonito ni para EE.UU., ni para Israel ni para nadie”, declaró Moffet al citado diario.
Otro amigo de Egipto en Estados Unidos es Frank Wisner, el veterano diplomático al que Obama envió hace una semana a El Cairo para convencer a Mubarak de que permita la transición. Este fin de semana, Wisner ha sorprendido a la Casa Blanca al declarar que el rais debería permanecer un tiempo en el cargo para facilitar la transición.
Wisner no es un emisario cualquiera. El ex embajador ejerce de consejero en la firma Patton Boggs, que en su página web se declara “activa en Egipto desde hace veinte años”, y se jacta de haber “aconsejado a las fuerzas armadas egipcias”, claves en la transición hacia la era post Mubarak.
Este ha sido, durante unos días, el hombre de Obama en El Cairo, lo que da una idea de lo complejo que resulta para EE.UU. navegar por una crisis en la que se juega sus intereses vitales.
Otro pilar de las relaciones egipcio- estadounidenses es Omar Suleiman, nuevo vicepresidente y hombre fuerte de la transición. Suleiman ha sido, en su calidad de jefe de los servicios secretos egipcios, el principal interlocutor de la CIA en El Cairo.
Como ha recordado la periodista de The New Yorker Jane Mayer, Suleiman era el contacto de la CIA en el programa de detenciones extrajudiciales de la guerra contra el terrorismo: el encargado de pactar con los estadounidenses la entrega de supuestos terroristas. La entrega obligaba a obtener garantías de El Cairo de que los presos no sería torturados. Según ha admitido Michael Scheuer, ex miembro de CIA, estas garantías era papel mojado.
Mayer, autora de un libro de referencia sobre la guerra sucia durante los años de George W. Bush, recuerda el caso del presunto terrorista de Ibn Sheick al-Libi. Entregado por las autoridades pakistaníes a EE.UU. y trasladado a Egipto, Libi confesó a los agentes de Suleimán el vínculo entre Saddam Hussein y Al Qaeda.
La confesión sirvió para fundamentar la invasión de Iraq en 2003. Después Libi dijo al FBI que había mentido bajo torturas de los agentes egipcios.
Por Marc Bassets from lavanguardia.es 07/02/2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.