La troika tiene sus días contados frente a las voces que abogan por un
equipo fiscalizador europeo y las desavenencias entre el Fondo Monetario
Internacional y las instituciones de la Unión Europea.
Probablemente son los más odiados de la historia y, sin embargo, pocos les
ponen cara. Los hombres de negro de la ya famosa troika despiertan desde hace
dos años las iras de millones de ciudadanos europeos que les culpan de las
políticas de ajuste de sus propios gobiernos. Incluso, ha surgido en Portugal,
Grecia, Chipre, Irlanda, Italia, Francia, Reino Unido, Alemania, Eslovenia y
España un movimiento de repulsa a esta entidad a imagen y semejanza del
portugués Que se Lixe a Troika (Que se joda la troika).
El equipo fiscalizador, que nació en realidad de manera provisional para
salir al paso de la crisis europea, se encuentra ahora con un dilema de cara al
futuro: ¿está la Unión Europea preparada para gestionar sus propios problemas?
¿Quién se haría cargo de las competencias de este órgano atípico si se disuelve
el triunvirato? ¿Está preparado el Mecanismo Europeo de Estabilidad para asumir
ese desafío?
El origen de todo arranca en la crisis iniciada en EEUU en 2007, que llevó al
convencimiento de la necesidad de garantizar la estabilidad financiera a través
de la reforma del sistema financiero europeo.
En este marco, en mayo de 2010, en base al artículo 136 del Tratado de
Funcionamiento de la UE, el "mecanismo temporal para mantener la estabilidad
financiera por un valor total de 750.000 millones de euros" incluía tres tipos
de fondos: el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), que gestionaría el
Banco Central Europeo; la Comisión Europea, el Mecanismo Europeo de Estabilidad
Financiera (MEEF); y un fondo adicional proveniente del Fondo Monetario
Internacional (FMI).
El primer país que necesitó de estas ayudas fue Grecia, en 2010, y después
llegarían Irlanda y Portugal, así como España, en junio de 2012, y Chipre.
Pero el invento parece no haber solucionado todos los problemas. En parte por
el fracaso de las fórmulas basadas en la austeridad que aplicó y, en parte, por
la falta de actuación de los ejecutivos. Ahora, cada día son más los que
cuestionaban a la troika y las disensiones internas entre los europeos y el FMI
se han hecho públicas.
Las acusaciones son de momento veladas, pero en el fondo en Bruselas subsiste
la idea de que el FMI es excesivamente duro en sus requerimientos cuando en
realidad sus previsiones han fallado, mientras que la institución que dirige
Christine Lagarde culpa a los gobiernos europeos de no ser rigurosos y esquivar
medidas necesarias como las quitas sobre la deuda.
Un debate abierto
El presidente del consejo de gobernadores del MEDE y del Eurogrupo, Jeroen
Dijsselbloem, ha confirmado su tendencia a la franqueza al aceptar el debate,
pero han postergado posibles decisiones. "Claro que hay un debate sobre el
futuro de la troika y la futura implicación del FMI, y podría ser posible que en
el futuro se den arreglos distintos", señaló. "Es importante que Europa salga de
las complicaciones y sea capaz de manejar sus propios problemas, por lo que en
el futuro sí veo un cambio de los trabajos" en los rescates, dijo
Dijsselbloem.
Una de las primeras en expresarse ha sido la comisaria de Justicia de la UE,
Viviane Reding, quien pidió la disolución del triunvirato con el argumento de
que su momento ha pasado y Europa no necesita al FMI para resolver sus
problemas. En cambio, su colega de Asuntos Monetarios, Olli Rehn, no se expresó
en la misma línea y dijo que los equipos de los tres organismos trabajaron bien,
"a menudo en situaciones de lo más desafiantes". "Desde luego deberíamos
explorar las vías de mejorar la gobernanza de la zona euro, incluyendo los
mecanismos de gestión de crisis". Para Rehn, ese será el momento adecuado para
discutir el modelo de la troika.
Sin embargo, hay quien cree que el sucesor natural de los hombres de negro
serán los funcionarios del Mecanismo Europeo de Estabilidad (Mede), quien desde
el 1 de julio de 2013 es el único órgano de Derecho internacional público
previsto para responder a las nuevas peticiones de ayuda financiera.
Sin embargo, lo cierto es que Europa tendrá problemas para librarse del FMI.
El Consejo de Gobierno del Mede está formado, con derecho a voto, por un
representante de cada gobierno nacional de la zona euro, pero el BCE y la
Comisión supervisan las decisiones y el cumplimiento de los ajustes
macroeconómicos por parte de los Estados. Según lo previsto, estos organismos
"cooperarán muy estrechamente con el Fondo Monetario Internacional en la
prestación de la asistencia financiera (?) y se recabará la participación activa
del FMI tanto en el nivel técnico como en el nivel financiero", por lo que la
presencia de la institución liderada por Lagarde está asegurada.
De ahí que el propio Consejo de gobernadores del Mede haya descartado asumir
en un futuro las tareas de la troika. "No creo que el Mede asuma el trabajo
macroeconómico que está haciendo la troika", afirmó su director gerente, Klaus
Regling, para quien lo importante es que "Europa salga de las complicaciones"
con la "división de trabajo" actual, en la que las cuestiones macroeconómicas
como las previsiones o el control del cumplimiento de la condiciones de
asistencia quedan en manos de la CE, mientras que el Mede se dedica a la gestión
de los fondos.
Carol P. San Gregorio (Bruselas) 7:55 - 29/07/2013
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