El plástico está en todos lados y no hay dudas de que es un
material útil: envoltorios, bolsas, botellas, juguetes...
El problema es que una vez que cumplió su función, se convierte en un peligro
que amenaza las playas y la profundidad de los mares.
Y no sólo cuando los infinitos de objetos de plástico que nos rodean son
abandonados en la naturaleza. También contribuye al calentamiento global por la
manera en que es producido, ya que todos los plásticos provienen de combustibles
fósiles.
Sin embargo, su industria es de las más boyantes: a escala global se producen
más de 288 millones de toneladas al año y el cosumo crece a un ritmo anual del
4%.
¿Es posible entonces reemplazarlo? Científicos en todo el mundo trabajan para
desarrollar materiales menos dañinos para el medio ambiente que puedan ser una
alternativa.
De entre esos muchos y variados proyectos, elegimos tres que se encuentran en
distintas fase de desarrollo. Conozca tres materiales que pueden convertirse en
el plástico del futuro.
Plástico "cultivado" a partir de hongos
Desde un rincón del Estado de Nueva York, en Estados Unidos, Eben Bayer
produce un material a partir de la mezcla de hongos con residuos de agricultura
que bien podría reemplazar el poliestireno (también conocido como poliespán,
telgopor o icopor en España y algunas partes de América Latina), un material muy
común que se usa para embalajes.
"La primera inspiración llegó cuando estaba en la universidad. Vi que la
estructura de raíz del hongo, el micelio, podía ser un súper pegamento", cuenta
Bayer a la BBC.
Pero aquella creación no se quedó allí, y pudo dar el paso a la fabricación
industrial gracias a su primer cliente, una compañía de muebles de oficina para
la que aún fabrica las cajas y envoltorios que protegen sus envíos en Estados
Unidos.
La idea es sencilla: cultivar hongos, alimentándolos con los desechos de la
agricultura, y moldearlos para formar todo tipo de embalajes.
"Podemos hacer cualquier forma, desde pesados muebles hasta sensibles piezas
electrónicas", dice Sam Harrington, parte del equipo de Ecovative, la firma
creada por Bayer.
Según Harrington y Bayer, pueden conseguir las mismas propiedades y el mismo
nivel de protección que diferentes materiales plásticos, como el poliestireno
expandido, polipropileno o poliuretano.
En su planta de Green Island, cerca de Albany, un gran espacio se dedica al
cultivo del hongo.
"Nos gusta decir que aquí no estamos fabricando sino cultivando, es más como
una granja de hongos cubierta", explica Harrington a la BBC.
En otra parte está la materia prima compuesta por los desechos biológicos de
agricultura, que se obtiene en colaboración con los agricultores locales.
Todo vale: los residuos de cáñamo o maíz, por ejemplo. Lo importante es que
tenga lignina, celulosa y alimento para los hongos.
"Intentamos crear el ambiente ideal para que crezcan los microorganismos",
añade Harrington.
Y eso supone la temperatura, humedad y cantidad de oxígeno adecuadas para que
hongo crezca al igual que lo hace en el suelo de un bosque. Este proceso, dicen
sus creadores, imita lo que sucede en la naturaleza, algo fundamental para el
sistema de reciclaje de los bosques.
Pero en este caso crece en la forma que se requiera, por eso, dice Harrigton,
lo que hacen en su sede es "cultivo en 3D".
El paso final es el secado, que impide que el hongo siga creciendo, y lo que
queda es un producto limpio y crujiente listo para embalar desde botellas a
monitores de computadores.
Una vez usado, puede reciclarse como abono, o incluso convertirse en macetas
de jardín.
Bayer está convencido que su empredimiento tiene muchas posibilidades de
crecer comercialmente.
"Realmente creemos que tenemos un producto que puede competir con el
foam plástico", dice a la BBC.
Y dado que el poliestireno ocupa el 30% de los vertederos en Estados Unidos,
un reemplazante biodegradable tendría un enorme impacto ambiental.
Vasos desechables de seda y camarones
Javier Fernández, científico de materiales de la Universidad de Harvard, en
Estados Unidos, ha creado un material que parece plástico traslúcido normal.
"Lo llamamos shrilk (por shrimp y silk, que en
inglés significa camarón y seda). Es un material biomimético inspirado en la
cutícula, la piel de los insectos".
"Básicamente, tomamos el diseño y los componentes de la concha de camarón,
tomamos proteínas de la seda, y los combinamos en un diseño similar al de los
insectos", le cuenta Fernández a la BBC.
"Tomamos las proteínas que necesitamos de la seda y el polisacáridos de la
parte dura del camarón".
Fernández y su equipo trabajan en el laboratorio con la idea de que este
material sirva para crear objetos desechables.
"Estamos tratando de llenar un hueco que existe en la industria del plástico.
Aquellas cosas que no necesitamos que duren para siempre. Ese es uno de los
principales problemas del plástico, que se usa para cosas se supone deben durar
a lo mejor un año, quizás unas horas porque son descartables, pero estás usando
un material que va a perdurar miles de años en la Tierra", dice el investigador.
"Estamos tratando de crear ese tipo de cosas que van a ser usadas durante un
corto período de tiempo con un material que va a durar poco tiempo en el
planeta".
Y un ejemplo de eso son los vasos de plásticos y otros utensilios
descartables.
En su trabajo, Fernández comprobó que el shrilk es más resistente
que el plástico normal y puede adoptar cualquier forma.
Además, si fuera arrojado en el campo, como ocurre muchas veces con el
plástico, "desaparecerá rápidamente" e incluso servirá como fertilizante, porque
para producirlo se usa mucho nitrógeno.
El desarrollo de este material se encuentra en las últimas fases de
experimentación en laboratorio, tal como explica el científico.
Lo que falta ahora, dice Fernández, es que la industria tome estos resultados
y trate de aplicarlos a mayor escala.
Patatas para producir plástico
En su laboratorio de la Universidad de Leeds, en Reino Unido, Jurgen Denecke
trabaja para producir una base química para el plástico a partir de algo tan
simple como las patatas.
"Cuando yo veo una patata veo varios productos. Veo una patata, veo puré de
patatas, pero también veo etanol, plásticos y resinas compuestas".
"Fermentamos almidón para lograr alcohol y lo que obtenemos al mismo tiempo
es más proteína. Así que transformamos almidón en productos más valiosos",
explica el científico a la BBC.
Con dos kilos de papas se puede obtener una botella de etanol y además, un
material parecido a copos de nieve al que llaman pulpa de la pared celular o
membrana.
Básicamente es una resina compuesta o composite que cuando se comprime a
partir de calor y presión parece plástico.
"Es bastante ligero, podría ser una mesada de cocina o un tablero, porque se
ve con mucho estilo", dice Denecke.
"Si además se mezcla con fibras más largas, podría hacer láminas para kayacs
o tablas de windsurf. Estas fibras naturales vegetales pueden utilizarse para
eso tan bien como la fibra de vidrio" añade.
Denecke ha colaborado con diseñadores para crear diferentes objetos como
anteojos y otros accesorios a partir de esta resina, aunque aún se trata de
proyectos experimentales.
Sin embargo, el potencial de la patata no se agota en la resina.
Tal como explica el investigador a la BBC, también es posible convertir
etanol en plástico.
"Es posible deshidratar etanol en etileno, que sirve como materia de base
para hacer todo tipo de plásticos, como polietileno, por ejemplo, o policloruro
de vinilo (PVC)".
"Si puedes hacerlos con el etanol que viene de las papas, entonces tienes una
forma de plástico renovable", sostiene Denecke.
Todos los proyectos mencionados sirven para crear productos útiles, que se
pueden convertir en abono, y que están hechos con ingredientes baratos y sin
combustibles fósiles a la vista.
Sin embargo, la mayoría de estas ideas todavía son pequeños emprendimientos
comerciales o aún no han salido del laboratorio. Y la escala del negocio del
plástico representa todo un desafío.
BBC Mundo, @bbc_ciencia Última actualización: Miércoles, 18 de diciembre de
2013
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