martes, 31 de diciembre de 2013

La tormenta perfecta para descubrir a los infieles se desata en Nochevieja

 
 
EL DÍA MÁS PELIGROSO PARA LOS ADÚLTEROS
 
La primera vez que reparó en el aumento de problemas matrimoniales tras la Navidad fue el pasado año
 
En apariencia, las cenas navideñas –tanto la Nochebuena como la Nochevieja– parecen el entorno propicio para estrechar los lazos con nuestras familias y olvidarnos de todo lo que queda de puertas hacia afuera, excepto algunas ocasional llamada a los parientes lejanos o a viejos amigos.
 
Los móviles, no obstante, han permitido que entren en nuestros hogares muy diferentes personas con las que de otra manera no tendríamos forma de comunicarnos. Y, de su mano, la posibilidad de que los infieles incurran en algún paso en falso.
 
A partir de dicha premisa, algunos letrados británicos como Ayesha Vardag, considerada la mayor experta en familia y matrimonios del Reino Unido, han alertado del crecimiento que se produce en las demandas de divorcio inmediatamente después de la Navidad. Y las razones no tienen nada que ver con la tendencia habitual a separarse tras las vacaciones estivales, y que suele obedecer al hecho de pasar más tiempo de lo habitual con nuestra pareja.
 
 
Todas las condiciones para que te pillen
 
Vardag señala a los smartphones como los principales culpables de esa delación imprevista. “De buenas a primeras, la gente encuentra refugio su familia, pero aquellos que tienen otra relación tienen la sensación de haber sido excluidos”, ha explicado la abogada a los medios británicos. “Salen al jardín para intentar enviar mensajes o hacer alguna llamada y, al final, el teléfono termina dando vueltas por la casa”. El móvil no es fácil de ocultar, puesto que suena o vibra, olvidado en cualquier mesa.
 
Es entonces cuando suele aparecer en la pantalla del dispositivo ese nombre sospechoso que puede acabar con una relación de pareja para siempre. La gran cantidad de tiempo que se permanece al margen de la rutina, sobre todo laboral, también contribuye en un alto grado a que se utilicen todo tipo de estratagemas para ocultarse de la pareja oficial y charlar con el amante con el objetivo de desearle Feliz Navidad (y otras cosas).
 
En ocasiones, resulta complicado explicar a nuestra familia quién es esa persona que nos acaba de escribir y a la que hemos respondido con media sonrisa en la boca. Es terreno abonado para la sospecha, indica Vardag, que reconoce que la primera vez que reparó en el aumento de problemas matrimoniales tras la Navidad fue el pasado año. Aunque el verano siga siendo el período en el que más divorcios se producen, la cuesta de enero puede comenzar a hacerle frente.
 
 
La importancia de la emoción
 
No es este el único factor que influye de manera significativa a la hora de sacar a la luz un adulterio. El alcohol y la exacerbación de los sentimientos (motivada por el primero o no) influyen de manera significativa a la hora de bajar la guardia o, en algunos casos, confesar toda la verdad a la pareja, que asiste anonadada a tal despliegue de sinceridad. El abandono de la rutina suele ser el terreno abonado para descubrir esas relaciones que tan cuidadosamente se habían mantenido en secreto durante el resto del año.
 
Como explica en el artículo citado la psicóloga Voula Grand, se trata de la “tormenta perfecta” para ser pillado en un renuncio, especialmente por el hecho de que nos solemos dejar llevar en demasía. “Todo el mundo se toma unas copas y bebe más, y no dispones del tiempo para estar solo donde puedas comunicarte”, explica. Los infieles corren más riesgos, e infravaloran la posibilidad de llevar a cabo un comportamiento sospechoso.
 
La hipercomunicación ha provocado que, además, cada vez sea más sencillo seguir nuestro rastro a través de un simple vistazo al ordenador o al teléfono. Como señalaba una reciente encuesta, un 36% de los encuestados se mostraba dispuesto a revisar el smartphone de su pareja si pudiesen hacerlo sin ser descubiertos. Un elevado porcentaje de la población que puede aprovechar que nos hemos despistado por un momento de nuestros teléfonos para indagar en lo que hacemos, aunque ello pueda acabar de manera trágica. 
 
 

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