La pintura de bodegones existe desde tiempos inmemoriales y ha ofrecido algunos de los cuadros más sublimes de la historia del arte. Sin embargo, durante siglos fueron despreciados por los críticos como un mero ejercicio académico de composición, color y textura. Una jerarquía estricta consideraba a la historia, el retrato y la pintura de género como los estilos más valorados, seguidos de los paisajes, animales y naturalezas muertas, tal y como informa la 'BBC' en un reciente reportaje.
Como explica en él Ángel Aterido, comisario de una importante exposición de pintura española dedicada a los bodegones en el Centro de Bellas Artes de Bruselas, "los primeros propietarios de estas eran personas de un alto nivel intelectual. Las pinturas fueron a sus bibliotecas, no a sus comedores". De ahí que muchas encerrasen secretos que no son evidentes para el espectador.
Cesto de frutas.
El célebre 'Cesto con frutas' de Caravaggio fue pintado para el arzobispo de Milán al igual que algunos de los ramos de flores más fabulosos de Jan Brueghel el Viejo, mientras que en España Juan Sánchez Cotán creó obras para el arzobispo de Toledo. Aunque la naturaleza muerta se asocia a menudo con el simbolismo oculto, estos primeros trabajos se ocuparon principalmente de presentar su tema con todo lujo de detalles
Los primeros propietarios de estas pinturas fueron personas de un alto nivel intelectual. Las colocaron en sus bibliotecas, no en los comedores
El célebre 'Cesto con frutas' de Caravaggio fue pintado para el arzobispo de Milán al igual que algunos de los ramos de flores más fabulosos de Jan Brueghel el Viejo, mientras que en España Juan Sánchez Cotán creó obras para el arzobispo de Toledo. Aunque la naturaleza muerta se asocia a menudo con el simbolismo oculto, estos primeros trabajos se ocuparon principalmente de presentar su tema con todo lujo de detalles
Los primeros propietarios de estas pinturas fueron personas de un alto nivel intelectual. Las colocaron en sus bibliotecas, no en los comedores
Referencias religiosas
El siglo XVII vio florecer la pintura de bodegones y se dividió en muchos subgéneros diferentes, incluidos los estudios de frutas y verduras, los bodegones de comidas y la pintura vanitas (una categoría particular de bodegón, de alto valor simbólico desarrollada en el Barroco y que significa vanidad).
Las naturalezas muertas de alimentación a menudo estaban imbuidas de simbolismo religioso. El pintor holandés Pieter Aertsen contó con motivos bíblicos en sus escenas de mercado y de la cocina como una advertencia contra el consumo excesivo, idea que fue recogida por Velázquez en el cuadro 'Cristo en casa de Marta y María'. Una joven sirvienta está machando ajo en un mortero para cocinar pescado y huevos, una comida cuaresmal. La anciana hace un gesto a la criada enfatizando que una vida activa no es suficiente y que uno también debe ser devoto.Detrás de ella, la metaimagen (un cuadro dentro de un cuadro) de un espejo o una ventana donde puede verse a Cristo, Marta y María.
Cristo en casa de Marta y María.
Imágenes más sutiles se pueden encontrar en pinturas como 'Bodegón con cerezas y fresas en cuencos de China' 'de Osias Beert. Los coleccionistas reconocerían que estas deliciosas frutas (cerezas y las fresas se consideraban frutos del paraíso) en sus cuencos de porcelana fina representaban en realidad una batalla temible entre el bien y el mal sobre las almas de los hombres. La mariposa era su símbolo de salvación mientras que el mal tomaba la forma de una libélula, considerada una subespecie de la mosca y por lo tanto cercana al diablo.
Imágenes más sutiles se pueden encontrar en pinturas como 'Bodegón con cerezas y fresas en cuencos de China' 'de Osias Beert. Los coleccionistas reconocerían que estas deliciosas frutas (cerezas y las fresas se consideraban frutos del paraíso) en sus cuencos de porcelana fina representaban en realidad una batalla temible entre el bien y el mal sobre las almas de los hombres. La mariposa era su símbolo de salvación mientras que el mal tomaba la forma de una libélula, considerada una subespecie de la mosca y por lo tanto cercana al diablo.
La importancia de las frutas
El Renacimiento es la época en donde los frutos comienzan a ser verdaderos protagonistas dentro de la pintura europea por su sentido simbólico, ya que estos son un elemento común en los cuadros religiosos de Fra Angélico, Bellini o Botticelli. En el siglo XVII las frutas alcanzan una mayor importancia por efecto de la pintura especializada en bodegones y floreros, en donde algunas veces se veían acompañadas de flores y otros elementos característicos de la decoración de la época.
El limón, dependiendo del contexto, puede ser símbolo de dolor, amargura o muerte y la naranja significaría fecundidad. En cuanto a la manzana, se asociaba casi siempre al pecado, el deseo o el amor carnal, pero podía simbolizar la juventud, el rejuvenecimiento o la frescura. La granada sería la vida eterna, la unidad de la comunidad cristiana o la prosperidad divina; las uvas, la lujuria o los pensamientos impuros; el melocotón, la virtud y el honor y la fresa, la armonía y el alma.
Mientras tanto, los devotos católicos reconocerían en 'Naturaleza muerta con limones, naranjas y una rosa' de Zurbarán una referencia a la Santísima Trinidad. Los símbolos de vanitas, como las calaveras, aparecieron originalmente en el reverso de los retratos de los donantes o los dípticos como un recordatorio de la fugacidad de la existencia.
Las naturalezas muertas con motivos alimenticios a menudo estaban llenas de simbolismo religioso
A medida que la riqueza aumentó entre ciertas clases holandesas durante el siglo XVII, las representaciones de artículos de lujo a menudo se atenuaban con la presencia de un cráneo o un reloj de arena para recordar al espectador que tales lujos serían de poca utilidad en el más allá.
Los pintores españoles tenían una forma única de vanitas llamada ascetismo cristiano donde se distinguía la mera preparación ad morten de la propia meditación sobre la muerte. 'El sueño del caballero', de Antonio de Pereda, en el que se exhibe a un hombre dormido, mientras un ángel flota ofreciendo un camino a la salvación, es uno de los ejemplos más celebrados de este tipo, recuerda el artículo de la 'BBC'.
El sueño del caballero.
Lo que ocultan las flores
Son, según la tradición esotérica, un símbolo de eternidad que recuerda cuál es la función de cada uno en la Tierra. La mayoría de las escenas representadas en el Barroco son una mirada directa a la espiritualidad y la importancia de la misma en la sociedad. Por ello, para demostrar la pureza de la religión, se muestran flores de color blanco que representan la castidad y la devoción de la Virgen o del personaje en cuestión. Además, el color rojo representaba el dolor de Jesús, por lo tanto al ponerlo en la pintura, mostrabael sacrificio del hijo de Dios.
Bajo el reinado de Victoria en Inglaterra, las etiquetas cambiaron, por lo que enviar flores era una forma de comunicarse. Cada flor significaba algo diferente; las rosas rojas significaban amor y pasión, mientras que los lirios rosas eran señal de un amor secreto. Así, la pinturas de aquellos años estaban repletas de flores, ya que los artistas escondían de este modo sus sentimientos o enviaban mensajes a sus contrincantes y amantes. Así también demostraban sus preferencias políticas y creencias religiosas.
Lo que ocultan las flores
Son, según la tradición esotérica, un símbolo de eternidad que recuerda cuál es la función de cada uno en la Tierra. La mayoría de las escenas representadas en el Barroco son una mirada directa a la espiritualidad y la importancia de la misma en la sociedad. Por ello, para demostrar la pureza de la religión, se muestran flores de color blanco que representan la castidad y la devoción de la Virgen o del personaje en cuestión. Además, el color rojo representaba el dolor de Jesús, por lo tanto al ponerlo en la pintura, mostrabael sacrificio del hijo de Dios.
Bajo el reinado de Victoria en Inglaterra, las etiquetas cambiaron, por lo que enviar flores era una forma de comunicarse. Cada flor significaba algo diferente; las rosas rojas significaban amor y pasión, mientras que los lirios rosas eran señal de un amor secreto. Así, la pinturas de aquellos años estaban repletas de flores, ya que los artistas escondían de este modo sus sentimientos o enviaban mensajes a sus contrincantes y amantes. Así también demostraban sus preferencias políticas y creencias religiosas.
Los objetos hablan
Durante el siglo XVIII surgió un interés por las ciencias naturales que alentó a algunos pintores a alejarse de tal simbolismo. En España, el pintor más importante fue Luis Egidio Meléndez, cuyos estudios de diversos alimentos finamente observados solo pueden evocar admiración.
La serie de bodegones de alimentos de Francisco de Goya de principios del siglo XIX ofrece algo totalmente diferente. Pintado en Madrid durante la invasión napoleónica y al mismo tiempo que estaba trabajando en la serie 'Los desastres de la guerra', presentan aves, animales y peces cuyas caras humanizadas hechas con pinceladas ágiles y contundentes no pueden evitar recordar a los soldados muertos.
La mariposa era un símbolo de salvación mientras que el mal tomaba la forma de una libélula, subespecie de la mosca y cercana al diablo
Pero aunque el tema se pudo haber reducido, los métodos de expresión artística comenzaron a ampliarse. Los impresionistas reinterpretaron la naturaleza pintando su esencia en lugar de sus detalles, y aunque los atrevidos experimentos a color de Gauguin y Van Gogh pudieron haber sido poco apreciados en su momento, proporcionaron algunos de los bodegones más memorables de la época.
Obra de Picasso.
"Cuando la vanguardia adaptó el tema, todo fue diferente", explicaba el experto. Los críticos finalmente comenzaron a tomar nota. Y mientras que la historia y la pintura del género, una vez venerados, prácticamente desaparecieron del repertorio de artistas, la naturaleza muerta continuó con nuevos enfoques a lo largo del siglo XX con artistas tan diversos como Miró, Dalí o Morandi.
AUTOR
ADRIÁN LÓPEZ
"Cuando la vanguardia adaptó el tema, todo fue diferente", explicaba el experto. Los críticos finalmente comenzaron a tomar nota. Y mientras que la historia y la pintura del género, una vez venerados, prácticamente desaparecieron del repertorio de artistas, la naturaleza muerta continuó con nuevos enfoques a lo largo del siglo XX con artistas tan diversos como Miró, Dalí o Morandi.
AUTOR
ADRIÁN LÓPEZ
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