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La 'operación bikini' ya está en marcha. Si no te has puesto todavía con ella, aún tienes tres meses para apuntarte al gimnasio y hacer dieta: sin esfuerzo no hay recompensa. Pero si eres de los que esforzarte con esto te supone un drama, quizá aún haya una última y rara solución: congelar tus nervios.
Esa es la idea que hay detrás de un nuevo método que puede ser prometedor para adelgazar. Al congelar el nervio que transmite las señales de hambre desde el intestino al cerebro, básicamente puedes engañar al cuerpo para que deje de sentir hambre. En un pequeño estudio presentado el pasado 21 de marzo en la Reunión Científica Anual de la Sociedad de Radiología Intervencionista de Los Ángeles, los investigadores informaron que el inusual procedimiento condujo a una disminución del apetito y la pérdida de peso en los 10 participantes.
"Es un concepto muy interesante", dijo el doctor Lawrence Cheskin, director del Centro de Control de Peso Johns Hopkins en Baltimore a 'Live Science'. Sin embargo, "este es un estudio piloto sin grupo de control y no hay con qué compararlo. Tendríamos que hacer más investigaciones para ver otros enfoques de comprobación de peso para estar más seguros de un efecto directo del procedimiento realizado. Vale la pena realizar otras pruebas para tener más seguridad", añadía.
La obesidad, un problema grave
Tal y como señala el informe de 2017 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), los datos no son nada buenos e irán a peor de aquí al 2030. Más de la mitad de los adultos y uno de cada seis niños sufren sobrepeso en los países desarrollados. De hecho, hasta el 19,5% de la población total es obesa.
Durante los últimos cinco años, la epidemia de obesidad se ha agravado, aunque el ritmo haya descendido ligeramente. Se espera que los datos sean cada vez peores, especialmente en Corea del Sur y Suiza. No obstante, los tres países que peor parados salen tanto en este momento como en la previsión de futuro son EEUU (47% de la población será obesa en menos de década y media), México (39%) y Reino Unido (35%).
El procedimiento dura de ocho a doce meses y se cree que el cuerpo aprende a adaptarse y se acostumbra a los nuevos hábitos alimenticios
Quizá congelar este nervio como remedio a la que llaman "la enfermedad del siglo XXI" no sea tan mala idea, obre todo para los que les da mucha pereza hacer ejercicio y ponerse a dieta. El tratamiento se dirige a una parte del nervio vago llamada tronco vagal posterior que se encuentra en la base del esófago. Allí envía señales al cerebro de que el estómago está vacío.
Para congelarlo los médicos insertan un instrumento similar a una aguja en la espalda del paciente y utilizan uhttps://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2018-03-26/forma-enganar-cuerpo-perder-peso-nervio-congelar_1540136/n tipo de imagen médica llamada tomografía computarizada (TC) para garantizar que llegue al punto exacto en el que desea congelar. Luego, los cirujanos liberan gas de argón, el cual lo enfría a temperaturas bajo cero, lo paraliza y en última instancia, le impide enviar señales.
Mucha precaución
Según el autor principal del estudio, el doctor David Prologo, radiólogo intervencionista de la Escuela de Medicina de la Universidad Emory en Atlanta, los pacientes perdieron una media del 14 % de su grasa corporal durante los 90 días del procedimiento. "Si adelgaza demasiado rápido, se recupera. Pero esta cantidad está exactamente en la línea de las recomendaciones sobre la velocidad con que una persona debería perder peso", asegura el experto.
¿Qué te parece la idea? (iStock)
Controlar el nivel de saciedad el cerebro no es la única función del tronco posterior del nervio vago; este también ayuda a mover la comida a través del estómago. Una vez que se desactiva, el tránsito intestinal se ralentiza, lo que hace que el paciente se sienta lleno durante más tiempo, disminuyendo aún más la necesidad de comer. "Este procedimiento podría causar sangrado, a pesar de que ninguno de los casos en los que se ha probado ha ocurrido", añadía.
Para congelar el nervio, los médicos insertan una especie de aguja en la espalda del paciente y localizan el punto exacto donde intervenir
Cheskin expresó tener dudas sobre este procedimiento porque "funcionaría a largo plazo, ya que el cuerpo tiene muchos otros mecanismos para garantizar que no bajemos de peso con demasiada facilidad". Por ejemplo, un cuerpo puede responder a la pérdida de peso al desacelerar el metabolismo. Los efectos de la congelación de nervios desaparecen en un periodo de ocho meses a un año. Durante ese tiempo, los otros mecanismos del cuerpo aseguran que el paciente no muera de hambre por completo.
Este período de ocho a doce meses de congelación es, según Prologo, tiempo suficiente para que una persona no solo pierda peso sino también para que el cuerpo se adapte y compruw a un nuevo hábito alimenticio. Habrá que esperar a los siguientes ensayos y comparar los resultados para comprobar la efectividad de este nuevo método. Eso sí, ya empieza a haber algunos escépticos que aseguran que congelar un nervio provocará efectos secundarios adversos.
Controlar el nivel de saciedad el cerebro no es la única función del tronco posterior del nervio vago; este también ayuda a mover la comida a través del estómago. Una vez que se desactiva, el tránsito intestinal se ralentiza, lo que hace que el paciente se sienta lleno durante más tiempo, disminuyendo aún más la necesidad de comer. "Este procedimiento podría causar sangrado, a pesar de que ninguno de los casos en los que se ha probado ha ocurrido", añadía.
Para congelar el nervio, los médicos insertan una especie de aguja en la espalda del paciente y localizan el punto exacto donde intervenir
Cheskin expresó tener dudas sobre este procedimiento porque "funcionaría a largo plazo, ya que el cuerpo tiene muchos otros mecanismos para garantizar que no bajemos de peso con demasiada facilidad". Por ejemplo, un cuerpo puede responder a la pérdida de peso al desacelerar el metabolismo. Los efectos de la congelación de nervios desaparecen en un periodo de ocho meses a un año. Durante ese tiempo, los otros mecanismos del cuerpo aseguran que el paciente no muera de hambre por completo.
Este período de ocho a doce meses de congelación es, según Prologo, tiempo suficiente para que una persona no solo pierda peso sino también para que el cuerpo se adapte y compruw a un nuevo hábito alimenticio. Habrá que esperar a los siguientes ensayos y comparar los resultados para comprobar la efectividad de este nuevo método. Eso sí, ya empieza a haber algunos escépticos que aseguran que congelar un nervio provocará efectos secundarios adversos.
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