Los diamantes "Apollo blue" y "Artemis Pink" fueron ofrecidos en subasta en 2017 por decenas de millones de dólares cada uno.
Este artículo se publicó originalmente en The Conversation y ha sido republicado bajo una licencia de Creative Commons. El autor Gil B. Manzon Junior es profesor asociado de Contabilidad en el Boston College.
"Si la gente pobre supiera cuán rica es la gente rica habría disturbios en las calles".
El actor y humorista Chris Rock hizo esta declaración astuta durante una entrevista en 2014 con la revista New York, haciendo referencia a la profunda brecha entre los pobres y los ricos. Con sus palabras se topó con uno de los retos clave en el estudio de la desigualdad.
¿Cuál es la mejor forma de medirla?
La mayor parte de los estudios sobre desigualdad se ha enfocado en los ingresos, una información que está ampliamente disponible.
Sin embargo, ser rico no tiene que ver las ganancias de único año sino más bien con la acumulación de riqueza a lo largo del tiempo. En el pasado, cuantificar esto ha sido difícil.
Los ricos probablemente preferirían mantener en la oscuridad la información sobre sus fortunas. Presumiblemente para evitar los disturbios antes mencionados.
Sin embargo, quienes estudiamos el tema siempre estamos buscando más información y fórmulas mejores y más precisas para medir la brecha entre ricos y pobres. Y aunque no soy alguien que promovería la violencia en las calles, creo que es importante que los ciudadanos tengan plena conciencia de los niveles de desigualdad en su sociedad.
La forma más reveladora de hacer esto, desde mi punto de vista, es indagar sobre la desigualdad en la riqueza.
¿Cuán grande es la brecha?
Hay muchas formas de medir la desigualdad.
Una de las más populares es a través de los ingresos. Eso se debe al hecho de que sobre ese aspecto hay más información disponible y es mucho más fácil de medir. Pero este indicador es apenas una foto ilustrativa del fenómeno.
La riqueza, por otro lado, es una suma que se ve afectada no solo por los ingresos actuales sino por las ganancias acumuladas durante los años anteriores e, incluso, por las generaciones anteriores.
Solamente estudiando la desigualdad de riqueza pueden los académicos y funcionarios gubernamentales obtener la medida más profunda y amplia de la brecha entre los ricos y el resto de los ciudadanos.
Cuánta riqueza tiene una persona es también una mejor medida de su calidad de vida y de sus oportunidades.
Eso determina su capacidad para invertir en educación, sus recursos financieros y la comodidad y seguridad de su jubilación.
La riqueza también mitiga las preocupaciones sobre los cambios en el salario o sobre los gastos inesperados. Si tienes riqueza, el costo de reparar un calentador de agua o el pago de una factura médica no te causa ni remotamente el mismo estrés que te genera si eres pobre.
Un abismo que se agranda
Cuando miramos los datos, la desigualdad de riqueza en Estados Unidos es contundente y enorme en comparación con la del resto del mundo desarrollado.
El Hudson Instituto, un centro de estudios de tendencia conservadora, reportó en 2017 que el 5% de los hogares estadounidenses más ricos poseían el 62,5% de todos los bienes en ese país en 2013, en comparación con el 54,1% que tenían tres décadas antes.
En consecuencia, la riqueza del restante 95% declinó del 45,9% al 37.5%.
Como resultado de esto, en 2013 la riqueza media de las familias de ingresos altos (que obtenían unos US$639.400 en promedio) era casi siete veces mayor que la de los hogares de ingresos medios (US$96.500). Se trata de la brecha más ancha en tres décadas.
Más destacado aún fue el hallazgo de los académicos Emmanuel Saez y Gabriel Zucman, quienes en sus investigaciones sobre la desigualdad hallaron que el 0,01% de los más ricos controlaba 22% de toda la riqueza en 2012, cuando en 1979 solo poseían el 7%.
Si uno mira en la data sobre desigualdad de ingresos, sin embargo, vería un cuadro distinto. En 2013, por ejemplo, el 5% de los hogares que más ganaban obtuvieron apenas 30% de todo el ingreso de Estados Unidos (comparado con el hecho de que poseen casi 63% de toda la riqueza del país).
Aunque Estados Unidos no es el único país desarrollado que ha visto crecer el aumento de la desigualdad durante las ultimas tres décadas, sí es un caso aparte.
El 5% de los hogares más ricos allí disponen de una riqueza casi 91 veces mayor que la familia promedio, es la brecha más amplia entre las 18 economías más desarrolladas del mundo. El siguiente caso mayor es el de los Países Bajos, donde esa diferencia es menos de la mitad registrada en Estados Unidos.
La recientemente aprobada legislación para reducir los impuestos solo hará que este problema empeore.
Las características principales de esa ley incluyen duplicar la deducción estándar para los contribuyentes individuales, una reducción temporal de 39,6% a 37% de la tasa aplicable a quienes más ganan, una disminución significativa de las familias sujetas al impuesto de propiedad y una reducción del impuesto máximo aplicable a las empresas de 35% a 21%.
El principal impacto, sin embargo, está sesgado a favor de los más ricos. Por ejemplo, el 20% de los hogares con menos ingresos verán una disminución de sus impuestos de unos US$40 en promedio, comparado con US$5.420 para aquellos en el 20% superior.
Mientras tanto, el 0,1% más rico se ahorrará unos US$61.920. Para 2025, los más ricos verán crecer su beneficio hasta US$152.200 mientras que el resto de los ciudadanos no notarán ningún cambio relevante. Todos los recortes individuales desaparecerán en 2026.
Los contribuyentes más ricos también se beneficiarán de otras disposiciones de la nueva ley.
Por ejemplo, hay investigaciones que demuestran que ellos recibirán la mayor parte de los beneficios del recorte de los impuestos corporativos. Al mismo tiempo, el hecho de que haya menos propiedades sujetas al impuesto de sucesiones significa una mayor acumulación de riqueza a través de las generaciones.
Los promotores de la reforma fiscal afirman que ésta no aumentará los niveles de desigualdad porque el dinero que los ricos ahorrarán goteará hacia otros hogares estadounidenses favoreciéndoles a ellos también.
La evidencia empírica, sin embargo, sugiere otra cosa. Específicamente indica que encauzar más dinero hacia los ricos por la vía de los recortes de impuestos no favorece el crecimiento económico, empeora las oportunidades educativas para los estadounidenses más pobres e incluso reduce la esperanza de vida, que disminuyó por segundo año consecutivo en 2017.
Crear conciencia
Entonces, ¿tiene razón Chris Rock al decir que los estadounidenses simplemente no tienen conciencia de los niveles de desigualdad en su sociedad?
Las encuestas señalan que él tiene razón. Quienes respondieron a una consulta nacional sobre el tema realizada en 2011, por ejemplo, "subestimaron dramáticamente" los niveles de desigualdad de riqueza en Estados Unidos.
Ese y otros estudios también confirman parcialmente la otra mitad de la frase de Rock al mostrar que a los estadounidenses les importa -y mucho- la desigualdad y preferirían que fuera menor.
En todo caso, si la desigualdad de riqueza en Estados Unidos es socialmente o moralmente sostenible -o podría derivar en los disturbios que Chris Rock imaginó- es aún una pregunta abierta.
Pase lo que pase, primero lo primero: necesitamos saber y entender cuán mala se ha vuelto la desigualdad de riqueza en Estados Unidos. Después de eso, lo que decidamos hacer al respecto depende de nosotros.
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