Las fantasías sexuales son un recurso erótico más (Alina555 / Getty Images/Vetta)
La fantasía sexual es un recurso erótico más que nos puede ayudar a sexualizarnos y a disfrutar como también lo son los juguetes eróticos, los vídeos pornográficos, etc. Mientras fantaseamos no existen las consecuencias de esas acciones y nos lo podemos permitir todo, así como no vamos a ser juzgados ni debemos dar la talla.
Además, podemos decidir compartirlo o guardarlo en nuestra intimidad. Es una herramienta más para gozar de la sexualidad y está al alcance de todos. El 95% de las personas fantasean con sexo.
Uno de los mayores riesgos es que tendemos a creer que todo aquello que imaginamos a nivel sexual es un deseo de quererlo llevar a la práctica, no tiene porqué ser así. Podemos imaginarnos atracando un banco, pero no significa que seamos unos ladrones en potencia.
De la fantasía a la realidad hay una gran distancia y recorrido, podemos imaginar una práctica dolorosa que, por supuesto en nuestra mente no lo es y fantaseamos con total libertad, pero quizás en la realidad no nos gustaría y nos generaría malestar y un dolor no placentero. La mayoría de las fantasías llevadas a la práctica tienden a ser un desengaño debido a la pérdida de control que sí tenemos en nuestra mente, decidiendo qué va ocurriendo y cómo nos sentimos, junto a la pérdida de la idealización.
Hay personas a las que las fantasías tienden a producirles un malestar en vez de un placer porque las imágenes o escenas por lo que sienten excitación las evalúan con una connotación negativa y consideran que no deben permitírselo. Esta vivencia genera mucho malestar y debemos trabajar la idea de las fantasías junto con los límites que nos imponemos y las etiquetas que nos generamos a nosotros mismos a través de esos pensamientos.
Si nos centramos en las mujeres, sus fantasías tienden a ser más detalladas y con más elementos que las de los hombres, así como le dan mucha importancia al desarrollo de la historia y a la emoción que le ponen al argumento. La más común tiende a ser una fantasía donde la mujer tiene un papel bastante pasivo, se deja en manos de los deseos del hombre y se desarrolla en un lugar público y céntricocomo puede ser el capó de un coche, la playa, el ascensor, el portal de casa, etc. Además, ese hombre tiende a ser un desconocido o una persona con la que no ha tenido un trato cercano.
No debemos olvidar que hay fantasías para todos los gustos y colores, algunas más simples, otras más complicadas, inocentes o más perversas, etc. La cuestión es permitírselas y disfrutarlas.
Si deseáis profundizar en la temática os recomiendo dos maravillosos libros:
- Proyecto tabú donde Georgina Burgos recoge los testimonios de más de 5.000 personas acerca de sus fantasías eróticas (Editorial Fundamentos).
- Mi jardín secreto de Nancy Friday, uno de los mejores libros sobre las fantasías sexuales femeninas (Editorial Ediciones B).
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