jueves, 14 de marzo de 2019

Tu hijo durmiendo con Michael Jackson

Michael Jackson. / GTRES



Es estomagante escuchar a las madres de los chicos (hombres ahora) con los que Michael Jackson... bueno, ya saben. Están en Leaving Neverland, el documental de HBO (sus dos partes pueden verse en España en Movistar+). Las tipas son indescriptibles en su ignorancia y caradura. ¿Es eso o hasta ahí puede llegar la fascinación por la fama de alguien como Jackson? Que si dormir con la estrella sí se puede, pero como haya pasado algo más en esa cama... qué horror. Que si yo sentía que Michael era como mi hijo. Claro que sí, tía, claro que sí. Prostitución infantil es otra cosa, no lo que haces tú con tu niño a cambio de estar cerca del semidiós de la música, por supuesto.  Es tremendo todo.
¿Tiene valor como prueba definitiva de que Michael Jackson era un monstruo? Realmente no. O no del todo. Leaving Neverland es larguísimo, repetitivo, sádico y unidireccional, pero el material es el que es y pide la exposición que pide. Su director, Dan Reed, muestra en un montaje francamente torpe las largas y detalladas confesiones de los chavales, conseguidas ahora que ya son adultos. Estas confesiones son editadas lo mínimo, sobre todo en la primera parte, supongo que para esquivar las acusaciones de manipulación. Pero a mí me da grima hablar de todo esto desde un punto de vista no visceral. ¿Podrá alguien que no sea un psicópata hacerlo? Dejémoslo en que Leaving Neverland ni es arte ni debe serlo. 
Lo que sí es, y esto es innegable, es una reflexión escalofriante sobre el poder de la fama. Cuando las madres de los niños que dormían en la misma cama que Michael Jackson (y venga, vamos a dejarlo ahí) justifican un comportamiento tan delirante, aparte de sospechoso, a uno se le ponen los pelos de punta. Porque claro, dejar que tu hijo comparta cama (y habitación en el mismo hotel, a gran distancia de la tuya) con un adulto es algo de lo más normal. Los escabrosos relatos sexuales de los chicos son terroríficos.
¿Soportarían al 100% un filtro periodístico (o, ya puestos, judicial)? Probablemente no. Pero cuesta, cómo cuesta, plantear esa pregunta, incluso mirando hacia donde Dan Reed no mira: los acuerdos extrajudiciales, el juego de máscaras y personajes de muchos de los implicados, las personas no preguntadas, la ingente cantidad de dinero en juego... Por otro lado, leer a los fans de Michael Jackson arremeter contra Leaving Neverland con argumentos de groupie sin cerebro fortalece la tesis del documental: cuando eres tan famoso como Jackson, puedes hacer literalmente lo que te de la gana. Le pides a una señora que te deje dormir con su hijo de diez años y ella te dice que sí. Qué miedo y qué asco.

Alberto Rey

12/03/2019

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