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Pros y contras de elegir a una persona como confidente
Lisa Simpson nunca tuvo mucha suerte en el campo de la amistad. Pero en un capítulo de la temporada 20, conoce en una clase de arte a otra niña, Juliet Hobbes, y enseguida se hacen inseparables. Una noche en la que Juliet duerme en casa de la familia Simpson, le pregunta a Lisa si quiere ser su mejor amiga. Ella acepta y se emociona. "Tengo una mejor amiga", dice casi sin creérselo. Ese deseo de Lisa demuestra su creencia en la idea romántica del mejor amigo o amiga.
Hay investigadores que han estudiado esta figura, como Robin Dunbar. Este antropólogo británico habla de que el cogollo de nuestro círculo social suele estar compuesto por cinco personas a las que podemos llamar "amigos íntimos". Y a veces, aunque no siempre, hay un puesto más destacado en el centro de ese círculo, en el que solo caben una o dos personas. Dunbar se refiere a estas personas como "amigos especiales". Suelen ser la pareja o, en caso de tenerlo, lo que popularmente conocemos como mejor amigo o amiga
Según nos cuenta la psicóloga y socióloga Alicia López por teléfono, hay casi tantas definiciones de mejor amigo como personas, aunque hay una serie de características que suelen estar presentes en una amistad íntima. "Tiene que haber confianza, complicidad, fidelidad. Es la persona con la que mejor estás, a la que le cuentas todo, la que te apoya, con la que te diviertes".
Una construcción social
La intensa necesidad de Lisa Simpson de tener una mejor amiga podría llevarnos a pensar que se trata de una necesidad natural, pero la psicóloga especialista en educación emocional Raquel Aldana nos explica que "la figura del mejor amigo es una construcción social". Esta construcción "obedece en parte a una necesidad formada a partir de lo que la sociedad espera de uno", añade la experta por correo electrónico.
Aunque la socialización es un proceso "enormemente complejo" en el que intervienen muchos factores, Aldana apunta que durante la infancia y la adolescencia influyen mucho las series, películas, revistas o redes sociales, que "activan la idea del mejor amigo y generan la necesidad de encontrarlo". Es lo que le pasa a Lisa Simpson. Si Harry Potter tiene a Ron Weasley, si Rory Gilmore tiene a Lane, si en Mujercitas Jo March tiene a Laurie (menos cuando la relación pasa por un "es complicado"), es normal querer tener también una figura así en nuestra vida.
Pero que sea una construcción social no es algo necesariamente malo. "No debemos perder de vista la idea de que la denominación 'mejor amigo' pretende representar la intimidad y el cuidado mutuo a través de un vínculo especial que nos hace sentir únicos e insustituibles", añade la psicóloga.
A lo largo de la vida
De haberse mantenido la relación entre Lisa Simpson y Juliet Hobbes, es probable que, en un primer momento, ambas intercambiaran pulseras de la amistad, se jurasen amistad eterna, hablasen de sus primeros amores y cometieran alguna trastada juntas. Luego, con el paso de los años, podría suceder que ambas compartieran su primer viaje o que se hicieran el mismo tatuaje. Y, aún más adelante, que una acabara siendo testigo de la boda de la otra y que sus hijos acabaran llamándolas "tía".
Frente a este tipo de representaciones, tan lineales y constantes, lo normal es que el concepto sea distinto con el paso del tiempo. Si los niños hablan de su mejor amigo o amiga, no es porque desde pequeños tengamos la necesidad o el impulso de señalar con el dedo a un amigo especial, sino más bien por influencia de los adultos. Durante la infancia, según explica Alicia López, nos acercamos a la persona de nuestro grupo con la que compartimos más horas de juego. "Ese mejor amigo es más como un cómplice, pero no hay intimidad emocional", puntualiza la experta.
Esta intimidad llega con la adolescencia, cuando nos alejamos de la familia y nos unimos más a nuestro grupo de amistades. Y, dentro de ese grupo, "a la persona con la que mejor nos llevamos le damos una importancia extra, ya también a nivel emocional".
Aunque en esas primeras etapas es común referirse a alguien como nuestro mejor amigo, conforme nos hacemos mayores la cima de esa pirámide deja de ser picuda y pasa a ser un monte más viejo y redondeado. Existe ese círculo muy íntimo de unos cinco amigos del que hablaba Dunbar, pero es menos común señalar a uno de ellos y decir "este es el mejor".
Esto coincide con los resultados de un estudio realizado por Snapchat con preguntas a 10.000 personas en varios países (Australia, Francia, Alemania, India, Malasia, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Estados Unidos y Reino Unido) y publicado recientemente. Según la investigación, tenemos una media de 4,3 mejores amigos y 7,2 buenos amigos por persona.
Esto se ajusta también un poco a lo que cuenta Ana M., de 33 años, a Verne. "Yo creo que tengo un buen amigo o dos de cada etapa de mi vida, así que a estas alturas puedo decir que ya tengo una buena lista de mejores amigos, aunque algunos se hayan quedado por el camino. Creo que mejor amigo es un concepto que cambia y se adapta con el tiempo y las necesidades de cada uno".
El lado oscuro de la amistad
Este no cerrarse demasiado a una única persona es también importante, porque las relaciones también pueden ser tóxicas en el campo de la amistad. En conversación telefónica con Verne, la psicóloga Aida Canals alerta de los peligros de encasillarse en una única persona. "A lo mejor es un amigo para toda la vida, pero si se tuerce es una persona que tiene mucha información sobre nosotros y nos puede hacer mucho daño".
Algo similar le pasó a Vicente Cantó, de 34 años, que cuenta que durante un tiempo creyó que había encontrado una nueva mejor amiga. Se conocieron en el trabajo y era de esas personas que "te hacen sentir importante". Se ganó su confianza y durante casi un año él la consideraba su amiga principal.
Sin embargo, poco a poco fue notando que a la hora de la verdad ella le dejaba de lado. "Nuestra relación era solo de una parte". En una época en la que él lo pasó bastante mal, le decía que quedarían para tomar algo, "pero nunca tenía tiempo". Además del mal trago de ver cómo alguien con quien te has abierto y mostrado vulnerable no está ahí cuando hace falta, el tiempo y energía invertidos en esa relación afectaron también a su relación de pareja, que se tambaleó un poco (pero salió adelante).
Un mejor amigo de adulto también es posible
Pese a todo esto, sí hay gente que ya de adulta tiene lo que Dunbar llama un "amigo especial", tengan o no pareja. Un ejemplo es Odilo Montero, de 36 años, que cuenta a Verne que sí considera que tiene una mejor amiga. Él y Cris se conocieron hará unos 20 años, cuando ella salió brevemente con uno de sus mejores amigos, aunque no se hicieron amiguísimos en el instante. Para eso tuvieron que alinearse un poco los astros. "Hubo una época en la que ella y yo teníamos bastante tiempo libre y vivíamos muy cerca, así que quedábamos todas las tardes a tomar algo", explica. Y fue así como se colocaron en el centro de sus respectivos círculos (parejas aparte).
A esto también hacía referencia el antropólogo Robin Dunbar cuando explicaba que una de las razones de que nuestro círculo de amistades íntimas sea necesariamente tan pequeño es porque para cultivar intimidad hace falta tiempo y energía.
Dice Odilo que no sabe explicar bien por qué considera a Cris su mejor amiga. "Es más una cuestión de sensaciones, ese tipo de personas con el que nunca necesitas buscar excusas para no quedar porque te da pereza, a quien le cuentas más cosas, que se mantiene a través del tiempo y de la distancia". Aunque no se le ocurre ningún ejemplo concreto, asegura que estos años ella ha sido su "apoyo emocional" con el mundo. "Siempre he sido una persona muy cerrada y ella es de las pocas personas que han conseguido que me abra un poco", explica.
Y eso a pesar de vivir lejos y de no poder dedicarse todo el tiempo del mundo ahora que la vida adulta les llena de responsabilidades. La falta de tiempo la compensa otra parte muy importante: la inversión emocional. "En la edad adulta podemos observar cómo comienza a primar más la calidad de las interacciones y las relaciones y menos la cantidad de ambas", señala Raquel Aldana.
Al final, tener un mejor amigo o varios parece depender un poco de cómo cada persona gestiona y racionaliza sus relaciones y del momento en el que esté. "Según la etapa en la que estás le das más valor a unas cosas u otras. Creo que al final unos mejores amigos se quedan en el tiempo y otros cambian de rumbo", reflexiona Ana M.
Esto, que unas amistades se diluyan y otras permanezcan, Odilo Montero cree que es bastante significativo. "Al final la vida te hace ir deshaciéndote de gente por el camino. Y, de alguna manera, es algo que evitas en este caso [el mejor amigo o amiga] y que dejas que pase en otros".
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