- La mitad de los inversores ya ven una burbuja bursátil con la IA, según BofA
- Hay indicios de rotación en Wall Street hacia las empresas de menor capitalización
Mientras el rally tecnológico sigue vigente, los inversores intentan entender dónde está el tope. El mercado no quita el ojo a la industria líder en bolsa de los últimos años, que es como un vaso que no deja de llenarse (ni de dar beneficios) con el temor de que este se acabe colmando. Crecen las sospechas de que la inteligencia artificial (IA) esté sobrevalorada en bolsa y ya están casi en igualdad los gestores que sí consideran que hay una burbuja en la inversión en este avance tecnológico, frente a aquellos que lo descartan.
Es cierto que el contexto actual obliga como mínimo a plantearse dónde está el techo, si no se ha alcanzado ya. La tecnología está siendo el motor del mercado porque nadie quiere perderse la lluvia de beneficios de la IA. Ascensos como el de Nvidia o el de Supermicro, del 115% y del 208% en lo que va de año, llevan a la eterna duda de si las valoraciones están justificadas o si han ido demasiado lejos.
La cuestión es que cada vez hay más señales que apuntan a un exceso. Los gestores de fondos llevan tiempo divididos al respecto. Hace dos meses había una mayoría de gestores, el 52%, que descartaban una burbuja en bolsa en la inteligencia artificial, frente al 38% que sí lo creía, según los resultados de la encuesta a gestores que elabora Bank of America. Con el paso del tiempo, y a medida que las cotizaciones de las gigantes del sector han seguido subiendo, cada vez más inversores se han sumado a la idea de que la burbuja es real. En la última encuesta los porcentajes casi se han igualado, y ya es un 43% de gestores que considera que existe un escenario de burbuja, frente al 45% que lo descarta.
Nvidia o Supermicro son el ejemplo más obvio del impulso de la IA, ya que son las que mejor rinden en el S&P 500. Sin embargo, de las diez empresas más rentables del índice en lo que va de año, siete deben su ascenso a la misma disrupción tecnológica. Aunque en este grupo se pueden diferenciar varios sectores, todas menos Eli Lylly, General Electric o Corning están impulsadas por una única razón. Los inversores están entrando directamente en firmas de chips o de equipos de procesamiento o están ganando exposición a la temática vía empresas energéticas. La demanda eléctrica en Estados Unidos va a registrar su mayor crecimiento en una generación gracias a los centros de datos y todo el trabajo que se espera que tengan. Por tanto, este sector también se beneficia de la IA y los inversores escogen esta otra puerta de entrada.
De hecho, casi nadie duda de que la tecnología domina las carteras. La misma encuesta de BofA pregunta a los gestores dónde creen que se concentran las apuestas del mercado y el 71% apunta a las Siete Magníficas. El porcentaje ha crecido en los últimos meses y son cada vez más asesores los que piensan en las tecnológicas como la parte del mercado en la que hay más aglomeración.
Además de los gestores de fondos, la percepción de que estos valores podrían haber tocado techo va más allá. Está habiendo indicios de rotación en Wall Street, a favor de las empresas de menor capitalización. El Russell 2000 ha batido durante cinco sesiones al S&P 500 y la ventaja que le ha sacado es la más amplia desde 2011, según datos de Bloomberg. Es pronto para saber si este movimiento va a tener continuidad y si acabará lastrando a las empresas tecnológicas para priorizar a las menos grandes.
La presentación de resultados ayudará a despejar las dudas y aclarará si los precios están justificados, marcando la dirección del mercado. Actualmente, la tecnología está en un punto de mayor vulnerabilidad y es más sensible a que un evento pueda agitar al sector, explica en otro informe BofA. Las cuentas no son una excepción, ya que las expectativas son tan altas que dan espacio de sobra a las decepciones.