Mientras el dogma del crecimiento económico suele ser utilizado por los políticos para enarbolar la bandera del éxito, otros lo critican como la fuente de todos los males que nos aquejan.
Durante los últimos dos siglos, el crecimiento económico ha sacado a millones de personas de la pobreza en el mundo y ha hecho que la gente tenga vidas más largas y más saludables, argumenta el destacado economista británico Daniel Susskind en su último libro “Growth: A Reckoning” (Crecimiento: un ajuste de cuentas).
Como resultado, sostiene, la búsqueda del crecimiento está en el centro de la vida económica en todo el mundo.
Sin embargo, esa prosperidad ha tenido un precio enorme que se manifiesta en el aumento de las desigualdades, la destrucción del medio ambiente o el desarrollo de tecnologías desestabilizadoras con efectos aún desconocidos.
Es lo que Susskind llama “el dilema del crecimiento”, que es la permanente tensión entre la promesa de la prosperidad y el precio de crecer.
El investigador del King's College de Londres y el Instituto de Ética en Inteligencia Artificial de la Universidad de Oxford conversó con BBC Mundo sobre este y otros temas.
¿En qué momento de la historia el crecimiento económico se volvió algo tan fundamental que casi define el éxito o el fracaso de un país?
La idea del crecimiento económico está en el centro de nuestras vidas y el destino de los líderes políticos depende de si un número sube o baja.
Lo interesante es que antes de los años 50, no mucho tiempo atrás, casi ningún político o economista hablaba del crecimiento económico. Esta idea de que tenemos que buscar incansablemente el crecimiento económico es muy reciente.
¿Y cómo surgió?
La respuesta corta es la guerra. En los años 40, con la Segunda Guerra Mundial, el gobierno británico tenía que dilucidar cuánto de la economía podía destinarse a la guerra. Entonces, se dio cuenta de que no tenían una manera de medirlo.
Es ahí cuando el genial economista John Maynard Keynes desarrolló la primera idea de lo que después se conocería como el PIB para calcular el tamaño de una economía.
Ahora bien, el PIB no es lo mismo que el crecimiento. El PIB es una foto estática sobre lo que produce una economía en un momento, pero el crecimiento se refiere a la implacable búsqueda de aumentar el tamaño del PIB.
Lo que convirtió a esa idea en una prioridad fue la Guerra Fría. Lo interesante es que no era una guerra tradicional, por lo que no había medidas confiables para saber quién estaba ganando. En esta batalla entre Estados Unidos y los soviéticos, el nivel de crecimiento en sus economías se convirtió en una especie de medida sobre quién iba ganando.
¿Por qué era tan importante el tamaño de la economía, cuando aparentemente la Guerra Fría estaba más relacionada con una batalla de ideas, una guerra ideológica?
En parte porque la economía más grande tendría la capacidad de financiar una incursión militar en caso de que las cosas se calentaran, independientemente de si tu modelo estaba basado en el mercado o si la economía estaba centralmente planificada.
Entonces este número mágico del PIB era el termómetro de quién iba ganando la batalla de ideas. ¿Qué pasó después, cuando esa guerra llegó a su fin?
Cuando termina la Guerra Fría, el crecimiento económico aparece asociado con casi todas las medidas de prosperidad humana.
Lo sorprendente es que sabemos muy poco sobre las causas del crecimiento económico pese a su importancia. Creo que es uno de los grandes misterios del pensamiento económico.
Dicho eso, creo que hay una lección que se puede aprender de todo el trabajo de investigación que se ha hecho sobre el tema: el crecimiento está impulsado fundamentalmente por el progreso tecnológico.
Y ese crecimiento tecnológico está a su vez impulsado por el descubrimiento de nuevas ideas sobre el mundo, nuevas ideas para hacer un uso productivo de los recursos limitados que tenemos.
Lo que argumento en el libro es que si queremos más crecimiento, necesitamos más progreso tecnológico, necesitamos más ideas.
Pensando en esta obsesión por el crecimiento infinito, esta idea de crecer sin límites, me hace preguntarme algo muy básico, ¿por qué tenemos que crecer? Mucha gente dice ¿y a mi qué me importa si el país crece o no crece?
Es que el crecimiento está asociado con la prosperidad. El crecimiento económico ha sacado a miles de millones de personas de la pobreza, ha mejorado la salud de las personas, ha mejorado los sistemas de educación. En fin, ha generado prosperidad.
Hay muy pocas cosas en las que los políticos están de acuerdo y una de ellas es que necesitamos más crecimiento económico.
Si pensamos en el Reino Unido, por ejemplo, los servicios públicos están con graves problemas, fracturados y atrasados.
El desempleo y la pobreza están aumentando, los salarios reales no se han movido en los últimos 15 años, y hay una sensación, no solo en el Reino Unido, sino en muchos otros países, de que la única manera de responder a este tipo de desafíos es a través del crecimiento.
Ahí es donde surge lo que usted llama el "dilema del crecimiento”...
Sí. Por un lado, el crecimiento es una de nuestras mayores invenciones y es una promesa extraordinaria de prosperidad a futuro, pero por el otro, tiene un enorme precio. Ese es el dilema del crecimiento.
Estamos pagando el precio de un crecimiento económico que, por ejemplo, destruye el medioambiente y genera el desplazamiento de comunidades.
Un crecimiento que se apoya en tecnologías que han aumentado las desigualdades en la sociedad. Un crecimiento que nos ha llevado a la creación de tecnologías como la inteligencia artificial, cuyo impacto disruptivo en el trabajo y la política no está claro que podamos controlar.
Entonces, el crecimiento tiene una promesa y un precio, y el precio parece ser alto en algunos casos.
¿Cuál es la relación entre crecimiento económico, tecnología y desigualdad?
Las tecnologías en las que se basa el crecimiento económico, especialmente en el siglo XX, han tendido a aumentar las desigualdades en la sociedad.
Una de las características de las tecnologías en el siglo XX, y el comienzo del siglo XXI, es que tienen lo que se conoce como un “skill biased” (sesgo de habilidad), una tendencia a favorecer a los trabajadores más calificados para impulsar el crecimiento económico a través de actividades más productivas.
Por ejemplo, la llegada de los computadores personales en los 80 o el desarrollo de software tendían a favorecer el incremento de salarios de los trabajadores más educados.
Como resultado de eso, aumentó la desigualdad en el mercado del trabajo en muchos países.
También está el caso en el que otras tecnologías, como la inteligencia artificial, tienden a favorecer la concentración del capital, la concentración de la riqueza.
Estamos hablando de compañías gigantes que tienen mucho poder de almacenamiento y procesamiento de datos, con la capacidad de atraer a ingenieros muy talentosos para desarrollar estas nuevas tecnologías.
Entonces, no es que el crecimiento genere desigualdad, es que las tecnologías de las cuales dependemos para crecer, han aumentado la desigualdad, sea ésta desigualdad de ingresos o desigualdad en la concentración del capital.
¿Y cómo se puede abordar ese desafío?
Algunos piensan que el camino que están siguiendo las actuales tecnologías es imposible de alterar, que no hay nada que podamos hacer, pero yo no estoy de acuerdo. Eso es un error.
Pienso que podemos cambiar el tipo de tecnologías que desarrollamos, que no tienen que aumentar la desigualdad o destruir el planeta.
Lo que argumento en el libro es que necesitamos más crecimiento económico, pero tiene que ser otro tipo de crecimiento que no dañe las cosas valiosas que nos importan.
Usted habla de la importancia de las tecnologías en el crecimiento económico. ¿qué oportunidades y qué amenazas presenta la inteligencia artificial?
Es una tecnología fascinante y a la vez inquietante. Me impresiona la amplitud de sus capacidades.
Las tecnologías previas eran impresionantes en la realización de tareas muy específicas, como diagnósticos médicos, pero la inteligencia artificial, como por ejemplo ChatGPT, tiene muchas más capacidades, puede diseñar un argumento legal o escribir la rutina de un comediante.
Lo que me parece particularmente sorprendente es que puede hacer todo tipo de actividades que hasta hace poco pensábamos que solo los humanos podían hacer, como las tareas creativas, la producción de cosas originales.
Pero estos sistemas lo están haciendo bastante bien, son buenos creando cosas originales, sea una imagen, un video creativo, o un nuevo desarrollo tecnológico.
¿Cómo la inteligencia artificial está afectando al trabajo?
No va a generar un desempleo masivo en los próximos cinco o 10 años. El desafío es que tenemos que darles a las personas las suficientes habilidades para que puedan utilizar las nuevas tecnologías y formar parte de un masivo proceso de redistribución laboral.
Se van a crear nuevos trabajos que van a requerir nuevas capacidades, distintas de las que conocemos actualmente.
Por ejemplo, para usar cualquiera de los sistemas de inteligencia artificial generativa, se necesita habilidad para escribir un “prompt” (la manera en que se le pide la información a la máquina para generar una mejor respuesta).
Como resultado, hay un nuevo mercado online de “maximizadores de prompts”, personas que son realmente buenas consiguiendo respuestas de los sistemas de inteligencia artificial y venden sus “prompts”. Ese tipo de trabajo era inimaginable hace 18 meses.
En ese mismo sentido, ¿cómo la inteligencia artificial está afectando o va a afectar el crecimiento económico?
El crecimiento económico viene del progreso tecnológico, y el progreso tecnológico viene de ideas nuevas.
En el siglo pasado las ideas nuevas venían de las máquinas de carne en nuestras cabezas. El siglo XX fue el siglo del capital humano.
El crecimiento económico era impulsado cuando más personas tenían acceso a la educación y generaban nuevas ideas sobre cómo manejar los recursos en nuestros sistemas económicos.
Pero en el siglo XXI el crecimiento económico vendrá de nuevas ideas generadas por sistemas de inteligencia artificial y no por humanos.
Las nuevas ideas que impulsarán el crecimiento económico no vendrán de las máquinas de carne en nuestras cabezas, sino de las máquinas de silicona.
¿Cuánto tiempo puede tardar ese cambio, lo vamos a alcanzar a ver nosotros antes de morir?
El crecimiento económico impulsado por nuevas ideas generadas por máquinas y no por humanos, es un cambio que vamos a ver en el transcurso de nuestras vidas.
Pienso que las nuevas ideas que crearán las nuevas tecnologías van a continuar impulsando el crecimiento económico y los beneficios que genera el aumento de la prosperidad material.
Las nuevas tecnologías van a ser increíblemente útiles para resolver el dilema del crecimiento, la promesa y el costo de crecer.
Por otro lado, las nuevas tecnologías generan preguntas como qué significa ser humano.
Hace unos años, una respuesta común a la pregunta sobre qué significa ser humano, era la habilidad de ser creativos. Pero estos sistemas desarrollados con inteligencia artificial son creativos.
Entonces, ¿qué significa realmente ser humanos? Es una gran pregunta.
¿Qué opina sobre la idea del decrecimiento, la idea de que es mejor disminuir la generación de riqueza, disminuir el PIB, por los efectos negativos que provoca?
Una respuesta natural a los problemas que genera el crecimiento es decir que necesitamos menos crecimiento o cero crecimiento. Esta idea se ha vuelto muy popular en países como Reino Unido y entre los grupos ambientalistas.
Mi argumento es que hay que seguir creciendo, pero no seguir creciendo de la manera destructiva en la que lo hemos hecho hasta ahora.
Un eslogan muy popular en el movimiento a favor de decrecer es que no es posible crecer infinitamente en un planeta finito. Es una idea equivocada. Pienso que podemos crecer infinitamente en un planeta finito porque el crecimiento no viene de consumir más y más recursos.
El crecimiento económico no viene del mundo material, viene del mundo de las ideas, del mundo intangible. No viene de utilizar más y más recursos finitos, viene de los descubrimientos.
Viene de nuevas ideas sobre cómo podemos hacer un uso más productivo de esos recursos.
Usted ha dicho que implementar el decrecimiento ahora sería catastrófico…
Sería catastrófico si llegara a implementarse en este momento. Condenaríamos a 800 millones de personas a la extrema pobreza. Pienso que la idea del decrecimiento está basada en una confusión sobre cómo funciona el crecimiento.
Hemos visto, por ejemplo, cómo el desarrollo tecnológico y los incentivos adecuados han disminuido el costo de las tecnologías no contaminantes.
El costo de generar energía solar, por ejemplo, bajó 200 veces. Lo que hay que cambiar es el tipo de tecnologías que generan crecimiento y tratar de reconciliar la promesa con el precio del crecimiento.
Pero nos rodean muchas amenazas…
Soy optimista. Vivimos en una era de ansiedad, pero tenemos una gran oportunidad frente a nosotros.
Estamos poniendo cada vez más atención a las cosas valiosas que nos importan, como el medioambiente o la desigualdad, y lo podemos hacer desde una posición de fortaleza.
Tenemos la oportunidad de un futuro económicamente más próspero y tecnológicamente más competente, como nunca antes en la historia.
- Cecilia Barría
- BBC News Mundo