Playa en las islas Maldivas.
(Asad Photo Maldives/Pexels)
Hasta la mitad de las playas de arena del mundo puede desaparecer antes de fin de siglo. Incluso si tomamos medidas drásticas para evitarlo, es casi seguro que se perderán más de un tercio
La mitad de las playas de arena del mundo corren el riesgo de desaparecer a finales de este siglo si no se toman medidas para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero, según un estudio publicado en Nature Climate Change. Incluso suponiendo un mejor resultado de la acción contra el cambio climático, donde las emisiones globales alcancen su punto máximo alrededor de 2040, mucho más de un tercio (37%) de las playas del mundo se perderán en 2100.
Los investigadores analizaron imágenes por satélite que mostraban cambios en la costa entre 1984 y 2016. Descubrieron que una cuarta parte de las playas de arena en todo el mundo se habían erosionado a un ritmo de más de 0,5 m por año, expulsando 28.000 kilómetros cuadrados de arena al mar.
El ritmo al que aumenta el nivel del mar se está acelerando alrededor de 0,1 mm por año cada año. Pero el aumento del nivel del mar no será uniforme en todo el mundo. El término ‘nivel del mar’ puede resultar engañoso: la superficie del mar no es plana. Al igual que la atmósfera, tiene áreas de alta y baja presión que crean montículos y depresiones. Algunos de ellos son creados por corrientes importantes, por lo que los cambios que se producirán a medida que los océanos se calienten cambiarán la topografía de la superficie del mar. Algunas áreas recibirán un aumento menor que el promedio previsto del nivel del mar, pero muchas sufrirán más.
Más del 60% de las playas de arena de Gambia y Guinea-Bissau podrían perderse debido a la erosión provocada por el aumento del nivel del mar, mientras que se espera que Australia pierda casi 12.000 kilómetros de costa arenosa. Para los pequeños estados insulares como Kiribati, las Islas Marshall y Tuvalu, perder 300 metros de tierra –como predicen algunos– sería catastrófico.
Una vista aérea del atolón Funafuti, Tuvalu, muestra la pista de aterrizaje del aeropuerto internacional de Vaiaku. Hay poco espacio para que la costa retroceda a medida que aumenta el nivel del mar.
Ningun lugar a donde ir
Las playas de arena ocupan más de un tercio de la costa mundial y, de todos los diferentes tipos de playas, las de arena son las más utilizadas por la gente. Se han construido muchas zonas costeras para uso industrial, residencial y turístico.
Estas partes ‘más blandas’ de la costa siempre han estado a merced de las tormentas oceánicas y las mareas. Pero el aumento previsto del nivel del mar, además de estas inundaciones diarias, empuja el límite entre la costa y el mar hacia el interior, un proceso conocido como retroceso costero.
La acumulación de gente y cemento en la franja terrestre de las playas de arena ha creado una barrera abrupta al retroceso costero, impidiendo que las playas se desplacen hacia el interior a medida que aumenta el nivel del mar. En cambio, las franjas arenosas de la costa corren el riesgo de ser erosionadas y arrasadas por completo.
El calentamiento de los mares también promete tormentas más intensas y frecuentes, que son capaces de mover playas enteras de la noche a la mañana. Playa Porthleven en Cornualles, Reino Unido, perdió toda su arena durante una tormenta en enero de 2015, para ser devuelta por la marea unos días después.
Las playas de arena suave son movidas continuamente por olas y corrientes, agotándolas en determinadas zonas y depositándolas en otras. Este transporte de arena es normal, pero la fuerza combinada de niveles más altos del mar y tormentas más fuertes podría significar la extinción de muchas playas.
Todo esto es muy preocupante para los millones de personas que tienen su hogar en estas regiones. Las costas arenosas del mundo tienden a estar densamente pobladas, cada vez más con el tiempo. Otra investigación ha descubierto que un aumento del nivel del mar de 0,8 metros podría eliminar 17.000 kilómetros cuadrados de tierra y obligar a hasta 5,3 millones de personas a migrar, con un coste asociado de hasta 1 billón de dólares a nivel mundial. Sólo en África, hasta 40.000 personas por año podrían verse obligadas a migrar debido a la pérdida de tierras por la erosión costera si no se aplican medidas de adaptación para 2100.
Pero no se trata sólo del cambio climático. Los seres humanos están acelerando activamente la erosión costera eliminando arena de las playas en enormes cantidades y a un ritmo mucho más rápido del que puede renovarse naturalmente. La grava y la arena se extraen de los ríos y las playas para su uso en la construcción, y a un ritmo más rápido que la extracción de combustibles fósiles en algunas zonas.
También se están destruyendo los ecosistemas costeros que retienen y atrapan sedimentos, como los manglares. El mundo perdió casi 10.000 kilómetros cuadrados de estos hábitats entre 1996 y 2016. Mientras tanto, el suministro de sedimentos a la costa también se ve afectado por la construcción de represas y sistemas de riego río arriba.
El aumento del nivel del mar es inevitable, pero aún no se sabe con certeza su impacto negativo. Reabastecer las playas más amenazadas bombeando arena sobre ellas —un proceso llamado ‘alimentación costera’— podría costar entre 65.000 y 220.000 millones de dólares en total, pero eso sigue siendo menos de una quinta parte del coste económico de no tomar ninguna medida sobre el aumento del nivel del mar. Podría reducir la pérdida de tierras hasta en un 14%, disminuir el número de personas que podrían verse obligadas a migrar hasta en un 68% y reducir el coste de la migración forzada hasta en un 85% para 2100.
Incluso con una política moderada de mitigación de emisiones, como lo llama el nuevo estudio, en el que las emisiones globales alcanzasen su punto máximo alrededor de 2040, podría evitar el 40% del retroceso de las costas hacia la tierra para 2100. Esto salvaría un promedio de más de 40 metros de ancho de playas de arena en todo el mundo, un promedio de pérdida de unos 250 metros.
La alimentación costera puede tener sus propios problemas ecológicos, por lo que debería realizarse prestando especial atención al medioambiente local. Pero gran parte de lo que hay que hacer para salvar las playas de arena del mundo ya está a nuestro alcance, si podemos reducir el ritmo al que consumimos arena y quemamos combustibles fósiles. Al hacer eso, y expandir y proteger los hábitats costeros, es posible que las terribles predicciones de esta nueva investigación nunca se cumplan.