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Exposición de los pequeños BMW en Place Vendôme, en París (Blanc Chateau)
¡Qué complicado es contentar a un niño de papá! ¿Qué regalar cuando el infante posee todo lo inimaginable? La empresa francesa Blanc Chateau tiene la respuesta: coches BMW 328 en versión infantil. No aptos, eso sí, para todos los bolsillos.
Cuenta Christophe Blanc, fundador de la compañía Blanc Chateau (www.blanc-chateau.com), que uno de sus clientes quería comprar un pony a su hija pero, ante la perspectiva de que algún día el animal fallecería, con el consiguiente disgusto de la niña, optó por un coche. No eligió uno cualquiera: escogió una reproducción para niños del BMW 328 realizada a mano y con la calidad asegurada por el fabricante alemán. Una virguería fabricada de forma artesanal en los talleres de la compañía en Lyon, totalmente funcional (alcanza los 25 kilómetros por hora) y compuesto por 450 piezas. ¿Precio? Entre 11.400 y 12.541 euros, sin contar impuestos.
Christophe Blanc inició su carrera como constructor de estos caprichos para niños acaudalados en 2005, cuando empezó a trabajar en prototipos en colaboración con BMW. Dos años después, en 2007, y tras obtener la validación en términos de calidad por parte de la casa alemana, pusieron en el mercado el primer modelo. En un primer momento trabajaron distintos tipos de vehículos, pero en la actualidad sólo comercializan la reproducción mini del BMW 328.
Desde que empezaron a funcionar hasta ahora han vendido 80 coches. ¿Destino? “Básicamente tenemos tres tipos de compradores: los concesionarios BMW, los coleccionistas de coches y los que tienen los medios suficientes para pagar este tipo de artículo”, cuenta Blanc. Entre éstos últimos se cuentan muchas fortunas rusas y también árabes. De hecho, la empresa ha vendido alguno de sus coches en Arabia Saudí, Túnez y Marruecos. ¿Nombres? “Prefiero no darlos, entra dentro del acuerdo de confidencialidad con los clientes. Sí puedo decirle que a las familias reales suele gustarle este producto, pero, por ejemplo, la familia Borbón aún no es cliente mía”, bromea el galo.
Bugatti abrió el camino
Lo de producir estos coches de colección que se acaban convirtiendo casi en objetos patrimoniales, no es una idea originaria de esta compañía: en los años 30 Ettore Bugatti comercializó quinientas unidades del Baby Bugatti, una versión mini de un Bugatti 35B que se convirtió en el juguete preferido de aristócratas. Años después, Citroën lanzaría Citronette.
Los coches de esta exquisita firma se hacen de forma artesanal y se ensamblan como si fueran un puzzle. La carrocería está realizada en fibra de vidrio y el vehículo cuenta con distintos materiales como cuero, acero, aluminio… Consume un litro a la hora y pesa menos que una moto pequeña. El proceso de fabricación de la empresa, en la que trabajan cinco personas, emula el de Rolls Royce, “salvando las distancias”, enfatiza Blanc. El cliente puede personalizar el vehículo a su gusto, así como elegir distintos materiales; el periodo de entrega es breve, de dos a cinco semanas. Ni qué decir tiene que el servicio post-venta es de lo más cuidado: los clientes VIP pueden, por ejemplo, llamar a Christophe a cualquier hora del día y de la noche.
A pesar de lo que pueda pensarse, la empresa también ha notado la crisis. De hecho, en 2009 estuvo a punto de tirar la toalla. “Los pedidos bajaron y además, tuvimos un problema con un camión cargado de coches que partió a Rusia. Estuvo desaparecido durante tiempo y cuando dimos con su paradero, faltaban dos vehículos”, rememora. Pero, perseverantes, ahí siguen, para regocijo de niños afortunados que además pueden participar con sus coches en carreras que se organizan cada dos años. ¿Dónde se llevan a cabo? En los alrededores de castillos, no podía ser de otra forma…
Por Lucía Martín. From elconfidencial.com - 20/02/2011
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