jueves, 6 de febrero de 2014

Los fieles se alejan de la doctrina de Roma

 
 
Las respuestas a la encuesta mundial encargada por el Papa solicitan más misericordia y menos prohibiciones.
 

En un gesto sin precedentes, el papa Francisco decidió en noviembre pasado pulsar la opinión de los católicos del mundo entero sobre asuntos corrientes, como los niños nacidos fuera del matrimonio, la contracepción, las parejas de hecho, los divorciados que se han vuelto a casar, las uniones homosexuales o el aborto; y lanzó una consulta universal a través de las parroquias sobre 38 cuestiones que para algunos sectores de la Iglesia son delicados o directamente tabú.
 
La idea de Jorge Mario Bergoglio era conocer de primera mano cuáles son los principales desafíos para las familias, tema central del consistorio que se celebrará en el Vaticano los días 20 y 21 de febrero y del sínodo del próximo otoño, para averiguar si los católicos comparten o no la doctrina oficial de la Iglesia.
 
Las respuestas a las 38 cuestiones que envió el Vaticano a los obispos han empezado a llegar a Roma, y los primeros datos sugieren que el sondeo puede convertirse en un bumerán para el Papa, o tal vez en combustible para la renovación emprendida por el jesuita argentino.
 
Muchos fieles europeos, algunos de los cuales han respondido a las preguntas a través de Internet, se muestran especial y mayoritariamente críticos con las enseñanzas de la Iglesia sobre la contracepción y el divorcio, por ejemplo.
 
Alemania y Suiza, dos países muy secularizados, recomiendan con nitidez al Vaticano que abandone su doctrina sobre los divorciados que se vuelven a casar y sobre las parejas homosexuales.
 
La encuesta realizada por los obispos suizos entre 23.636 feligreses revela que el 90% de los preguntados espera que la Iglesia reconozca y bendiga a los divorciados casados por segunda vez, y que el 60% reconozca y acoja a las parejas gais. Al mismo tiempo, un 80% de los católicos suizos considera que el matrimonio religioso es importante. Los obispos helvéticos afirman, además, que las respuestas son convergentes entre las distintas generaciones y sexos.
 
En Alemania, lo más destacado es que los jóvenes católicos reconocen abiertamente que no siguen las enseñanzas de la Iglesia sobre la convivencia prematrimonial, que es casi universal en el país, y recuerdan a la jerarquía católica que es irresponsable casarse sin haber probado antes la solidez de la relación. Además, los fieles alemanes creen que el protocolo de anulación de las bodas en el Tribunal de la Rota puede ser “deshonesto”, y muchos divorciados admiten que se alejan de la Iglesia porque les trata “sin misericordia”.
 
En Francia, el vicepresidente de la Conferencia Episcopal, Pierre-Marie Carré, ha afirmado que los católicos piden a la Iglesia más apertura a la vida, menos oposición a los anticonceptivos y la abolición de la prohibición de la comunión a los divorciados unidos en una segunda boda. Sobre la sexualidad, la mayoría de los encuestados cree que la Iglesia debería dar algunas orientaciones y dejar el resto a la conciencia de cada cual. Y se oponen a que la Iglesia legisle sobre el deseo de las parejas a tener hijos.
 
El sondeo ha suscitado mucho interés en las comunidades cristianas de los países desarrollados, y una recepción más tibia en lugares como África, donde muchos asuntos planteados se consideran un tabú. El papa Francisco, que ha afirmado que la Iglesia debe acoger a quienes “no están en regla”, mantiene de momento una posición más conservadora sobre temas doctrinales, especialmente sobre el matrimonio gay.


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