martes, 4 de febrero de 2014

Así serán las nuevas clases medias, la fuerza más poderosa del siglo XXI




UN CAMBIO DE PARADIGMA GLOBAL


La fuerza de trabajo de los países en vías de desarrollo ha evolucionado de manera significativa durante los últimos 25 años, y ha permitido el desarrollo de una nueva clase media que está adquiriendo características semejantes a la que goza en los países occidentales. Si hace apenas un par de décadas la diferencia más significativa entre las regiones desarrolladas y las desfavorecidas era que las primeras gozaban de una amplia clase media que se constituía como el motor económico de sus respectivas economías, la emergencia de una incipiente clase que ha dejado la pobreza atrás está cambiando el panorama social en regiones de Sudamérica, el norte de África o Asia.
 
Esta es la principal conclusión a la que llega un informe publicado por la Oficina de Trabajo Internacional (International Labour Office) el pasado año. Según los economistas de dicha agencia de las Naciones Unidas, el porcentaje de trabajadores en países en vías de desarrollo que se pueden considerar parte de la clase media de sus respectivas regiones se ha doblado desde el año 1991, pasando de alrededor de un 20% en 1991 a un 41,6% en 2011.
 
 
La clase social del futuro
 
La investigación, realizada por Steven Kapsos y Evangelia Bourmpoula, propone un nuevo modelo para el análisis de la distribución social en los países en vías de desarrollo. Este distingue cinco clases económicas que se definen por el nivel de ingresos de sus trabajadores y que ir más allá de la habitual brecha entre pobres y no pobres presentes en esta clase de estudios.
 
De esa manera, la clase media desarrollada (y superiores) sería aquella que obtiene 13 dólares (9,6 euros) al día, mientras que la creciente clase media en desarrollo obtiene entre 4 (2,95 euros) y 13 dólares diarios. Los trabajadores “casi pobres” ganan entre dos y cuatro dólares  y los moderadamente pobres, entre 1,25 y dos dólares. La clase de los severamente pobres es, según dicho modelo, aquella que recibe una remuneración inferior a los 1,25 dólares (0,92 euros) por jornada. Dichas cantidades han sido calculadas después de aplicar la PPP o paridad de poder adquisitivo, que permite homogeneizar los ingresos con el nivel de vida de cada región.
 
 
 
Según sugiere el informe, el grupo de la clase media en desarrollo ha crecido de los 600 millones a los 1400 millones en 20 años, y se espera que aumente aún más hasta el año 2017, cuando representará más del 50% de la fuerza de trabajo de los 142 países en vías de desarrollo analizados.
 
Esta clase creciente dispone de un mejor acceso a los créditos bancarios, lo que provoca que puedan llevar a cabo con mayor facilidad proyectos empresariales, algo esencial para el desarrollo económico de sus países. Disponen de cobertura sanitaria y su capacidad de ahorro les permite, además, suavizar los potenciales efectos de los vaivenes económicos.
 

 
 
 
Quiénes son, dónde viven
 
Esta incipiente clase media suele destinar entre el 1 y el 5% de sus ingresos al ocio y el 70% de sus hogares dispone de televisión (mientras que tan sólo el 35% de los moderadamente pobres disfruta de ella). En lo que se refiere al empleo, algo menos del 20% de la clase media en desarrollo tiene empleos en el sector de la agricultura y casi el 60% en el sector servicios, mientras que los severamente pobres trabajan en el campo en un 65% y tan sólo un 20% en servicios.
 
El sector industrial supone entre un 15 y un 20% de estos países y abarca en una proporción semejante todas las clases sociales. Como explica el informe, ello quiere decir que dicho sector es capaz de dar trabajo tanto a las clases no cualificadas como a aquellas que, por su formación, son capaces de proporcionar un mayor valor añadido.
 

 
 
Cada zona estudiada se comporta, además, de una manera diferente. Según los cálculos de los autores, las zonas en las que según sus estimaciones se encuentra el mayor número de pobres son el África subsahariana (un 40% de pobres severos, descendiendo desde el 55% de 2001), Asia del Sur (India, Bandgladesh o Pakistán) y el sudeste asiático (Indonesia, Vietnam, Filipinaso Tailandia).
 
Sin embargo, en todas ellas ha aumentado significativamente esa clase media en expansión, un crecimiento que se nota de manera más sensible en Asia Oriental (China, Corea, Japón), donde del poco más del 10% de 2001 se crece hasta un 40%. Regiones como África del Norte, Sudamérica, el Caribe, Europa del Este u Oriente Medio pueden presumir de gozar de una amplia clase media en desarrollo, semejante a la que ya se había desarrollado hace un decenio. El estudio señala que dicha evolución ha ido de la mano de “un tremendo desarrollo económico”, especialmente en Asia y en el Pacífico.
 
 
Dificultades en el horizonte
 
Cabe llamar la atención sobre el hecho de que la definición de la clase media realizada por la ILO para estos países utiliza criterios diferentes a los que se emplean para los países en desarrollo, aunque también se originen a partir de términos económicos. El Banco Mundial, por ejemplo, define la clase media como aquella que gana entre 10 y 30 dólares diarios, aunque otros expertos tienen alternativas de medición diferentes, como ocurre con aquellos que señalan que la clase media de un país es aquella que gana un porcentaje que oscila entre el 75% y el 125% de la mediana de la economía del país.
 
La definición empleada por este informe sigue la diseñada por dos investigadores del MIT, Esther Duflo y Abhjit Banerjee, que establecieron que la clase media era aquella que gastaba entre dos y diez dólares al día. No obstante, cabe recordar que otras deficiones más sociológicas –y menos económicas– de la clase media incluyen otros factores como los valores personales, las expectativas o la formación. 
 
A pesar del sensible crecimiento de la clase media, la ILO no lanza las campanas al vuelo y advierte que aún existe un gran riesgo de exclusión y pobreza en dichos países, a los que aún les queda mucho terreno por recorrer. Algo especialmente sensible en regiones como el Sur de Asia, donde el 91.9% de los trabajadores era pobre o casi pobre en el año 2011, o en el África subsahariana (un 86%).
 
En última instancia, dicho informe sugiere una esperanzadora lectura, animada por el surgimiento de esta nueva clase dedicada a los servicios: que por primera vez, los trabajadores cualificados no pertenecientes a las élites económicas o a las clases altas están consiguiendo solaparse con las de los trabajadores cualificados de los países desarrollados. En un mundo en el que la principal división económica durante el último siglo se realizado entre los países del Norte y del Sur, se trata de un interesante cambio de paradigma que puede determinar las tendencias sociales de las próximas décadas. 

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