lunes, 8 de septiembre de 2014

¿Es Europa la principal amenaza para la economía mundial?

Moneda de dos euros.

La eurozona creció menos en 2013 que los países del África subsahariana.


La eurozona parece hacer agua. Una austeridad que no funciona, un desempleo que sigue en niveles récord, estancamiento y recesión en la segunda y tercera economías, Francia e Italia, el fantasma de la deflación que avanza como un cáncer y los efectos del conflicto en Ucrania son algunas de las señales de una crisis que se ha vuelto crónica.

Ni siquiera el motor germano contribuye a maquillar las cifras de crecimiento de los 18 países que usan el euro.
En el último trimestre, la economía alemana se contrajo un -0,2%. La eurozona se estancó (0%).
Según Simon Tilford, vicedirector del Centre for European Reform de Londres, la eurozona se ha convertido en el eslabón más débil de la economía mundial.
"Lo único que mitiga esta debilidad es que el mundo se ha ido adaptando a una crisis que tiene años. Pero la eurozona es el más importante socio comercial de Estados Unidos y tiene un impacto directo en otras regiones", le dice a BBC Mundo.

Austeros vs. keynesianos

A nivel mundial, la eurozona es la región que menos ha crecido en 2013 y con peor proyección para este año o el próximo, muy por debajo de EE.UU., de los países emergentes de Asia o de los pobres de la zona subsahariana.
Peor aún se debate desde hace años entre la austeridad que impone Alemania (con el apoyo de Holanda, Austria, Finlandia, la misma España) y el pataleo inefectivo de Francia e Italia (con el apoyo de Grecia y Portugal) por una mayor inversión pública para estimular la economía.
La reciente crisis en el gabinete del presidente francés, François Hollande, es la mejor muestra de cómo esta dicotomía austeros-keynesianos se está reflejando en cada país.
En el caso de Francia, el "socialismo liberal" del nuevo ministro de Economía, Emmanuel Macron, terminó ganándole la partida al modelo keynesiano-dirigista encarnado por el saliente ministro, Arnaud Montebourg.
"La expectativa de cambio que generó François Hollande de una coalición con Italia y España para contrarrestar la austeridad impulsada por Alemania no se produjo. El resultado es que se sigue adelante con la austeridad de Angela Merkel. El problema es que esta austeridad no ha dado resultado como se ve con esta crisis que hoy es crónica", señala Tilford.

De cumbre en cumbre

La estéril victoria de la austeridad se vio en la última cumbre de los 28 países de la Unión Europea (18 de la eurozona más diez que han conservado sus monedas), a fines de agosto.
Ante los negativos datos económicos y el peligro de un empeoramiento de la crisis, los líderes proclamaron al comienzo de la cumbre la necesidad de medidas urgentes.
¿En qué consitieron las medidas aprobadas?
En la convocatoria a una nueva cumbre para el 7 de octubre, la tercera en menos de un año que se realiza -sin mayores resultados- bajo la consigna de impulsar el empleo, el crecimiento y la inversión.
Políticamente este estéril paseo de cumbre en cumbre se debe en gran medida a que los líderes responden a su audiencia doméstica ante la que se han comprometido, por necesidad o convicción, con las banderas de la austeridad o el keynesianismo.
El problema es que a nivel económico se está acabando el tiempo.
La crisis europea, que comenzó siendo bancario-financiera (2008) y se convirtió en estatal-soberana (2010), es hoy una crisis de crecimiento.
Alemania, Francia e Italia, que constituyen dos terceras partes del PIB de la eurozona, están al borde de la recesión (Alemania), empantanada en el estancamiento (Francia) y con un crecimiento casi nulo desde el lanzamiento del euro hace 15 años (Italia).
El resto no puede compensar la caída de los tres gigantes y no hay una estrategia alternativa.
"No hay inversión estatal porque reina la austeridad fiscal. No hay inversión privada porque el sector está desendeudándose y viendo cuándo pasa la crisis. Los consumidores no gastan debido a las deudas que tienen y la cautela que produce la situación económica. El resultado es que no hay motores para recobrar el crecimiento", afirma Tilford.
Para empeorar las cosas, el think-tank Diálogo Europa-Rusia (DER) calcula que la crisis en Ucrania podría costarle a Europa la fortuna de 400.000 millones de euros por pérdida de exportaciones, el financiamiento del Estado ucraniano y negocios energéticos. Y el país más afectado sería Alemania.

¿Súper Mario?

El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, reconoció que la actual política no estaba dando el resultado esperado en una conferencia de bancos centrales el 22 de agosto.
Draghi agregó que haría "todo lo necesario" para evitar una mayor caída de la inflación.
La frase recordó su exitosa intervención en 2012, cuando paró con una frase similar una corrida contra las tasas de interés de Italia y España que hubiera puesto en peligro la supervivencia de la eurozona.
Políticamente este estéril paseo de cumbre en cumbre se debe en gran medida a que los líderes responden a su audiencia doméstica ante la que se han comprometido, por necesidad o convicción, con las banderas de la austeridad o el keynesianismo.
El problema es que a nivel económico se está acabando el tiempo.
La crisis europea, que comenzó siendo bancario-financiera (2008) y se convirtió en estatal-soberana (2010), es hoy una crisis de crecimiento.
Alemania, Francia e Italia, que constituyen dos terceras partes del PIB de la eurozona, están al borde de la recesión (Alemania), empantanada en el estancamiento (Francia) y con un crecimiento casi nulo desde el lanzamiento del euro hace 15 años (Italia).
El resto no puede compensar la caída de los tres gigantes y no hay una estrategia alternativa.
"No hay inversión estatal porque reina la austeridad fiscal. No hay inversión privada porque el sector está desendeudándose y viendo cuándo pasa la crisis. Los consumidores no gastan debido a las deudas que tienen y la cautela que produce la situación económica. El resultado es que no hay motores para recobrar el crecimiento", afirma Tilford.
Para empeorar las cosas, el think-tank Diálogo Europa-Rusia (DER) calcula que la crisis en Ucrania podría costarle a Europa la fortuna de 400.000 millones de euros por pérdida de exportaciones, el financiamiento del Estado ucraniano y negocios energéticos. Y el país más afectado sería Alemania.

La intervención le ganó el apodo de "Súper Mario". El enigma es si "Súper Mario" puede repetir el mismo pase de magia para el conjunto de la economía.
En junio el BCE recortó nuevamente las tasas de interés, que se encuentran en su nivel más bajo desde la creacióndel euro y prometió préstamos baratos a los bancos a partir de septiembre para impulsar el crédito a la producción y el consumo.
Pero la pelea de fondo que libra Draghi con Alemania en el seno del BCE es la emisión electrónica de dinero, conocida en inglés como Quantitative Easing.
Esta "flexibilización cuantitativa" consiste en la compra de bonos estatales de los bancos privados para inundarlos con una capital adicional y que este termine en el crédito.
La política ha sido aplicada en Estados Unidos, Reino Unido y Japón con resultados mixtos.
Una parte de este capital adicional ha incrementado el crédito, pero la otra se ha dirigido a la especulación financiera, en especial en los llamados países emergentes, entre ellos Brasil y Chile, produciendo inestabilidad financiera.

¿Sobrevivirá el euro?

Así las cosas vuelve a sobrevolar el fantasma de una disolución del euro, pronosticada ya con la crisis de la deuda soberana de 2010.

Una razón por la que no ha sucedido es por el costo multimillonario y la extrema inestabilidad que traería la reconversión de la moneda común a un régimen de divisas nacionales (franco, peseta, lira, marco alemán, etc).

Pero la última edición de agosto del semanario británico The Economist, que celebró el lanzamiento del euro en su momento, señala que el peligro está en el aire.
"Si el euro solo trae estancamiento, desempleo y deflación, los pueblos mismos terminarán abandonándolo. El riesgo de que uno o más países elijan este camino crece cada día", señaló el semanario.
Esta crisis política se manifestó en las elecciones parlamentarias europeas de mayo con el crecimiento de partidos extremistas y xenófobos por un lado y la apuesta a soluciones por fuera del euro por el otro.
Tilford, el experto del Centre for European Reform, indica que una cosa que ha salvado al euro hasta ahora es que no ha habido crisis políticas graves.
"Ha habido protestas, nuevos movimientos y partidos, pero nada que no sea manejable", añade.
"Es un arma de doble filo porque ha creado una complacencia en la clase política que parece esperar a que, de una manera u otra, se salga de esta situación. El resto del mundo tendrá que convivir por un tiempo con una eurozona en crisis".

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