domingo, 14 de septiembre de 2014

Una Escocia independiente no es la candidata perfecta para la UE

 

Mientras las encuestas sugieren que habrá una lucha ajustada entre el "sí" y el "no" en el referéndum independentista de Escocia de la próxima semana, la Unión Europea se enfrenta a regañadientes a un problema espinoso: ¿Cómo responder a una solicitud de ingreso de una Escocia independiente?
La democrática y pacífica Escocia parecería cumplir con los requisitos para ser miembro de la UE, y los líderes escoceses han prometido que el nuevo país se integraría en el bloque 18 meses después del referéndum, que es cuando creen que se declararía la independencia. Ahora bien, el proceso de solicitud es complejo, especialmente porque Escocia quiere excepciones a las reglas comunitarias similares a las que disfruta Reino Unido.
Potencialmente más importante es que muchos países europeos se enfrentan a sus propios movimientos separatistas, lo que los hace reticentes a dar la bienvenida a una región secesionista.
"Es improbable que nos traten con benevolencia", asegura David Martin, un funcionario escocés del Parlamento Europeo que se opone a la independencia. "No creo que España o Bélgica o Rumanía o Italia u otros países con movimientos secesionistas vayan finalmente a bloquear la integración de Escocia, pero ninguno se va a apresurar a ponérselo fácil".
Ninguna región ha abandonado jamás un país de la UE para después solicitar la entrada en el bloque como Estado independiente. Los separatistas escoceses aseguran que ellos podrían conseguir la pertenencia a la UE mediante un cambio en los tratados del bloque que requeriría un acuerdo de los 28 estados miembros, aunque muchos funcionarios europeos lo cuestionan.
Los partidarios del "sí" a la independencia han hecho de la pertenencia a la UE un pilar fundamental de su campaña. Es una manera de asegurar a los votantes que una Escocia independiente no se quedaría aislada sin apoyo económico o político y de que su economía sería capaz de seguir en la línea actual.
Si ganan, los nacionalistas se han comprometido a un periodo de 18 meses de negociación de dos vías, simultaneando la independencia del Reino Unido con la entrada en la UE. Sin embargo, no está claro que un país pueda negociar su entrada en la UE sin antes ser completamente independiente.
Los líderes de la UE se niegan a abordar directamente las aspiraciones de Escocia, alegando que es prematuro. No obstante, sugieren que el camino no sería fácil.
José Manuel Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea, declaró en 2012 que "un nuevo Estado independiente, por el hecho de su independencia, se convertiría en un tercer Estado respecto a la UE y los tratados ya no serían aplicables a su territorio".
Dijo, en declaraciones a la BBC, que sería "muy difícil, si no imposible" conseguir que los Estados miembros, especialmente aquellos de los que se hubieran separado, aceptasen a un territorio independizado.
Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo formado por líderes de los países de la UE, dijo que un país de estas características debería someterse al proceso habitual de entrada al bloque --formado por 35 "capítulos" que abarcan desde la calidad del agua a los impuestos--.
Reino Unido se ha quejado con frecuencia de las normas de la UE y ha conseguido exenciones en algunos ámbitos clave. Por ejemplo, no tiene que adoptar el euro o unirse a la zona Schengen. Los líderes escoceses han prometido que buscarán una flexibilidad similar, a la vez que aseguran a los líderes de la UE que Escocia no será un miembro problemático del bloque, como Reino Unido.
"Escocia será un jugador razonable, constructivo", dijo Alyn Smith, miembro del Partido Nacional Escocés, en una reciente intervención en el Centro de Estudio de Política Europea en Bruselas.
El proceso en Escocia se está vigilando al detalle desde la región española de Cataluña, que tiene intención de celebrar una consulta secesionista el próximo 9 de noviembre, aunque a diferencia de la escocesa no sería vinculante y no cuenta con la aprobación del Gobierno central.
A las autoridades españolas les preocupa que un "sí" en el referéndum escocés vaya a animar a los separatistas catalanes y se esfuerzan por aclarar que un voto en Cataluña, a diferencia del escocés, no sería legal.
El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, ha dicho a la prensa que tanto Escocia como Cataluña sufrirían si van por su propio camino, aunque "todo lo demás es completamente diferente y, por lo tanto, no tienen nada que ver la una con la otra".
Si bien los funcionarios europeos están atentos a la campaña escocesa, aseguran que no están haciendo nada de cara a una posible petición de ingreso de Escocia.
"Todo el mundo está esperando a los resultados", señala Gyorgy Schöpflin, un parlamentario europeo de Hungría. "Estamos observando y esperando a ver cómo se decanta el voto".
Las predicciones sobre una potencial negociación difieren enormemente, en parte porque nadie sabe si Reino Unido, España o cualquier otro país pondrían obstáculos.
Si alguno de los 28 estados miembros insistiera en que se llevará a cabo un proceso completo de entrada, podría prolongarse durante más de 18 meses. José Ignacio Torreblanca, miembro del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, señala que los aspirantes deben aceptar un paquete increíblemente complejo de leyes.
"Es mucho más duro que enviar tanques; te envían 200.000 páginas de legislación, que no puedes negociar", explica Torreblanca. "Los nacionalistas de Escocia y Cataluña está asumiendo que sucedería de la noche a la mañana... Eso no es realista".
Partidarios de la independencia escocesa creen que sería igual de perturbador y requeriría sus propias negociaciones que Escocia abandonase la UE, ya que al ser una región de Reino Unido ya está integrada.
Smith, miembro del Parlamento Europeo, no cree que estas negociaciones fueran tan complicadas. "Se trataría de detalles, no de principios", señala. "No beneficia a nadie que nos vayamos, y no queremos irnos".
Algunos funcionarios europeos dicen en privado que el bloque ha mostrado pragmatismo en otras ocasiones --aceptando, por ejemplo, la unificación de Alemania del Este con la Alemania occidental dentro de la UE-- y que se encontraría la manera de incorporar a una Escocia independiente.
El asunto es desafiante para la UE en parte porque pone de relieve una colisión de valores: El derecho a la autodeterminación es sagrado, pero como ha puesto de manifiesto la crisis de Crimea, también lo es la integridad territorial.
Este desafío no va a desaparecer, asegura Nicola McEwen, profesora de la Universidad de Edimburgo. Independientemente del resultado del referéndum, la UE tendrá que elaborar una política para las regiones secesionistas.
"Es absolutamente inútil no tener una postura clara", señala McEwen. "Ahora mismo la postura parece ser 'si tenemos que tratar este tema, lo haremos'".

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