Cueva de Benagil (Portugal) (Iurii Buriak / Getty Images/iStockphoto)
La belleza de la costa del sur de Portugal merece una visita al menos una vez en la vida
Existen paisajes cuya belleza consigue dejar sin palabras; escenarios en los que la naturaleza se muestra en todo su esplendor y algunos de ellos nos los regala el Algarve, la región más meridional del Portugal continental. Del Cabo de San Vicente a la desembocadura del río Guadiana, playas, acantilados y pueblos marineros se suceden a lo largo de algo más de 150 kilómetros de costa.
Y es que con el paso del tiempo, la poderosa acción de las olas y el viento sobre las rocas ha ido modelando figuras de formas caprichosas. Por tierra o por mar -optar por un barco para contemplar las formaciones desde otra perspectiva-, recorrer este pedazo del litoral atlántico se convierte en una experiencia sorprendente y de lo más recomendable.Playa de Dona Ana
Empezamos nuestro recorrido por la Playa de Dona Ana (Doña Ana), un escenario realmente de postal. El contraste cromático de sus aguas y los peñascos que descansan sobre un manto de arena es un regalo para los sentidos, lo que le ha llevado a ser considerada una de las playas más bonitas del mundo. Situada en un extremo de la ciudad de Lagos, forma una pequeña cala, desde la que es posible adentrarse en las originales cuevas forjadas por las olas. Aunque en verano suele estar muy concurrida, es imperdonable viajar a la zona y no visitarla.
Playa de Camilo
A poca distancia de Dona Ana, entre acantilados, descubrimos un edén, la playa de Camilo, un rincón bellísimo. Acceder a ella supone todo un reto, ya que requiere bajar -y, por supuesto, volver a subir- un tramo de más de 200 escalones, aunque la recompensa vale mucho la pena: una sucesión de calas diminutas de arena fina y aguas cristalinas, perfectas para el buceo.
Ponta da Piedade
En el extremo meridional de la bahía de Lagos, y tras conducir por la carretera que pasa por las playas de Dona Ana y Camilo, llegamos aPonta da Piedade, un conjunto de formaciones rocosas, cuya erosión ha dejado paso a arcos y rocas esculpidas de gran originalidad. Contemplarlas desde lo más alto permite disfrutar de hermosas vistas sobre la costa.
Marinha
El impresionante verde azulado de sus aguas, la fina arena dorada y los peñascos que la flanquean ofrecen una imagen de ensueño de la playa de Marinha, otra de las más hermosas de la región. Situada en Carvoeiro, un pintoresco pueblo marinero del Algarve, es ideal para pasar el día en familia y disfrutar del snorkel, ya que cuenta con una rica fauna marina. La playa, a la que se accede por unas escaleras, tiene un chiringuito.
Cueva de Benagil
Algo más de tres kilómetros separan la playa de Marinha de la de Benagil, famosa por su espectacular cueva modelada por la fuerza de las olas. No es posible acceder a ella por tierra, por lo que si quieres verla deberás optar por hacerlo a nado -la distancia se limita a poco más de 60 metros-, en barca, o en canoa. En su interior encontrarás una pequeña playa de arena; un auténtico paraíso.
Algar Seco
Localizado también en Carvoeiro, el Algar Seco es todo un laberinto. Las aperturas naturales en la roca forman grutas sumergidas, balcones y numerosas cavidades y pasadizos que vale la pena recorrer. Pasear por su interior y por la superficie, a lo largo de sus acantilados es, sin duda, toda una experiencia.
Arco de Albandeira
Su belleza podría hacer presuponer que se trata de uno de los lugares más concurridos del Algarve, pero lo cierto es que la playa de Albandeira, presidida por su espectacular arco en la roca, conserva una tranquilidad que le proporciona, si cabe, una mayor dosis de majestuosidad. A poca distancia de los emplazamientos anteriores. ¡No te lo pierdas!
Cabo de San Vicente
Nos desplazamos hasta el extremo sudoeste de la costa lusa, a escasos kilómetros de Sagres, para contemplar uno de los paisajes más impresionantes de la zona: el cabo de San Vicente, un gigantesco acantilado coronado por un faro que en su día fue testigo de la partida de los barcos comandados por el Infante Don Enrique hacia el nuevo mundo. Presenciar una puesta de sol desde lo alto, con el sonido del viento y de las olas golpeando las rocas, se convierte en una experiencia inolvidable.
Playa de Amado
Decimos adiós al Algarve dirigiéndonos al norte y nos detenemos por última vez en la playa de Amado, cerca de la pequeña localidad de Carrapateira, un espacio rodeado de grandes peñascos y dunas libre de masificación. Es uno de los destinos soñados por los surfistas y escenario de pruebas a nivel internacional. La playa cuenta además con un chiringuito y una escuela de surf.
Abandonamos el lugar con buenas sensaciones. El viaje ha valido mucho la pena.
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