viernes, 1 de junio de 2018

El progreso del mundo conlleva nuevos desafíos

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Los mayores riesgos son los conflictos globales y las catástrofes medioambientales.



En el último medio siglo la humanidad ha hecho progresos extraordinarios. Esto es incuestionable y consiste en algo más que la gente tenga más ingresos: las vidas de las personas son ahora más largas y mejores. Pero los logros conllevan nuevos desafíos.

A principios de la década de 1970 una mujer tenía como media algo menos de cinco hijos. Muchos profetas fatalistas advirtieron de que la explosión de la población mundial sería incontrolable. Hoy en día la tasa de natalidad global ha bajado a 2,4. En China está muy por debajo del nivel de reemplazo. También en Brasil, donde la Iglesia Católica era un gran obstáculo para el control de la natalidad. El África Subsahariana es la única gran región donde sigue siendo alta.

¿Por qué las familias son ahora mucho más pequeñas? En parte porque las personas más ricas quieren tener menos hijos pero que tengan una mejor educación. Pero quizá un motivo más importante sea que sus hijos sobreviven mucho más. En 1960, 246 de cada 1.000 niños indios morían antes de cumplir cinco años. En 2016 la cifra era de 43. En Brasil la tasa de mortalidad infantil ha disminuido de 171 en 1960 a 15 en 2016. Incluso en el rico Japón ha bajado de 40 en 1960 (la media mundial actual) a 3.

En cuanto a la esperanza de vida, a nivel mundial ha aumentado de 53 años en 1960 a 72 en 2016. En China y Brasil es ahora de 76 años, la misma que en Japón en 1977. En India es de 69. En Nigeria ha aumentado de 37 en 1960 a 53.

Luego está el tema de la extrema pobreza. El Banco Mundial la define como unos ingresos inferiores a 1,90 dólares al día (a la paridad del poder adquisitivo de 2011). Esto es lo que Hans Rosling, el médico y estadístico sueco ya fallecido que fundó el maravilloso sitio web de animación de datos Gapminder.org, consideraba el más bajo de los cuatro "niveles" de existencia material. En 1800 casi todas las personas vivían en ese nivel de pobreza. En 1980 el porcentaje aún era del 42%, pero en 2013 disminuyó al 11%. En China bajó del 67% en 1990 al 1% en 2014. Este progreso es asombroso. Cuando empecé a trabajar en el Banco Mundial a principios de la década de 1970, estas reducciones de la extrema pobreza parecían casi inconcebibles.

En su magnífico libro póstumo Factfulness, Rosling explica éstas y muchas otras dimensiones del progreso, como el aumento de la educación femenina, las mejoras en el suministro de agua potable, el enorme aumento de la cifra de vacunaciones y la expansión de la democracia. El libro también nos ayuda a pensar más claramente sobre por qué solemos ser (erróneamente) tan pesimistas. En otro libro publicado hace poco, Enlightenment Now, el psicólogo experimental Steven Pinker cita los motivos correctos de estos avances: la razón, la ciencia y la preocupación por el bienestar humano.

El progreso siempre deja muchos asuntos pendientes. Esto es aplicable a todas las dimensiones anteriores. También crea nuevos desafíos. Uno es controlar la urbanización masiva. Otro es que las enfermedades se propagan ahora más rápidamente. El sistema financiero todavía es frágil. Pero los mayores riesgos son los conflictos globales y las catástrofes medioambientales.

Con respecto a los primeros, Kishore Mahbubani, un experto en relaciones internacionales de Singapur, hace una advertencia convincente en su breve libro nuevo, Has the West Lost It? Sus mensajes fundamentales son que Occidente ganó al principio, que ahora está perdiendo y que debe adaptarse a la nueva situación.

Occidente ganó al principio porque la ciencia y la tecnología funcionan y un número creciente de sociedades ha aprendido a aprovecharlas. Está perdiendo ahora como consecuencia directa de esto, porque el dominio del mundo por parte de una octava parte de su población está llegando a su fin. Y debe adaptarse a la nueva situación porque no tiene otra alternativa razonable. La lección que debe aprender Occidente, sobre todo EEUU, es que debe interferir mucho menos y cooperar mucho más. No puede dirigir el mundo. Tiene que poner fin a su intervencionismo arrogante y por lo general ridículo.

Preservar las relaciones pacíficas en una era de cambios rápidos en el poder relativo constituye un gran desafío. Sin embargo, también lo es gestionar los bienes comunes globales. A medida que la humanidad se ha hecho más rica, su impacto en el medioambiente global ha aumentado enormemente. El indicador más importante de esto es el aumento continuo de las emisiones de gases de efecto invernadero. Pero también hay problemas importantes en otros lugares, especialmente en los océanos, como resultado de la pesca excesiva y de la destrucción de hábitats. Demasiados habitantes de los países ricos piensan que la solución a estos problemas es que los miles de millones de personas más pobres abandonen las esperanzas de tener una vida mejor. Eso es inmoral, y además es inviable. Recordemos que los mil millones de personas más ricas consumen más de la mitad de los combustibles fósiles.

Actualmente el mundo es un lugar mucho mejor que antes. Existe menos desigualdad que hace 40 años debido al rápido aumento de los ingresos medios de los países que antes eran indigentes. Pero a los países poderosos que están en un declive mundial relativo no le gusta el cambio en su posición. Y muchos habitantes de los países que están en un declive nacional relativo están muy enfadados. No obstante, si se quiere mantener el progreso y evitar los peligros es necesaria una cooperación pacífica.

Mahbubani argumenta que la mejor forma de que Occidente logre esto consiste en que cumpla las reglas y los acuerdos multilaterales que ha creado (como el acuerdo de París sobre el clima) para animar a China a hacer lo mismo. Eso es lo contrario de lo que EEUU está haciendo ahora.

Hemos llegado lejos, y podemos ir mucho más allá. Pero esto no sucederá automáticamente y puede que no suceda en absoluto. ¿El mundo estará a la altura del desafío? Mi opinión es que no.




MARTIN WOLF | FINANCIAL TIMES
31 MAY. 2018
http://www.expansion.com/opinion/2018/05/31/5b0ef027e5fdea296f8b4662.html

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