jueves, 29 de noviembre de 2018

La falacia de los alimentos “anti”

La falacia de los alimentos “anti”

Por qué es peligroso afirmar que algunos curan enfermedades


Anticáncerantifibromialgiaantidepresión... En los últimos tiempos han proliferado en las librerías decenas de manuales de recetas que, supuestamente, nos ayudan a curar o prevenir determinadas enfermedades de gran incidencia en la sociedad y con frecuencia muy agresivas. El cáncer es la más paradigmática, pero la fiebre de alimentos “anti” se extiende a otras patologías, haciendo que cada vez más personas crean que consumiendo determinados alimentos van a evitar desde padecer un ictus a contraer un cáncer.
Una creencia errónea y tremendamente peligrosa, que puede dar lugar a la aparición de terapias alternativas sin ningún fundamento científico, según el biólogo Álvaro Bayón, divulgador y miembro activo de organizaciones como Círculo Escéptico y Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas. En el caso del cáncer, “hay dietas que reducen el riesgo de padecer ciertos tipos de cáncer como el de colon y recto, pero ni eliminan la enfermedad ni técnicamente la previenen”, insiste el científico. “Si eso fuese realmente así, si la dieta de verdad previniese el cáncer, nadie lo tendría”.
(grinvalds / Getty)
La buena noticia es, según Bayón, que “existen alternativas para curar el cáncer, que son la cirugía, la radioterapia y la quimioterapia, combinadas, por supuesto, con una alimentación adecuada baja en azúcares, con un consumo bajo de carnes y rica en fruta y verdura”, que habría que seguir en todos los casos, también estando sanos. Bayón insiste en la diferencia de matiz entre reducir el riesgo o incidencia de una enfermedad y prevenirla, es decir evitar su aparición, ya sea en lo que se refiere al cáncer como a “otras tan complejas como la depresión, o a enfermedades autoinmunes como la fibromialgia”, cuyas causas ni siquiera han sido consensuadas por la comunidad científica.
Esto no significa, sin embargo, que la dieta no sea fundamental a la hora de prevenir algunas enfermedades y de eliminar los síntomas de otras. Es el caso, por ejemplo, de la diabetes de tipo 2, “que se puede prevenir, o retrasar su aparición, con el consumo de alimentos con poco contenido en azúcar”, explica Bayón. Lo mismo ocurre cuando se produce un déficit de determinados nutrientes, que pueden ser desde la vitamina C al hierro. “O en el caso de la celiaquía, una enfermedad crónica directamente vinculada a la dieta, que si bien no podemos curar de momento, sus síntomas se pueden eliminar por completo si se toman alimentos sin gluten”.

Bayón insiste en la diferencia de matiz entre reducir el riesgo o incidencia de una enfermedad y prevenirla


En el caso de la mayoría de enfermedades, sin embargo, incluidas, evidentemente, tanto el cáncer como la fibromialgia o la depresión, por poner solo algunos ejemplos de patologías que han dado lugar a su correspondientes recetarios “anti”, “no se podría atribuir a un alimento concreto unas propiedades de prevención, sino al conjunto de la dieta, en la que deberían predominar alimentos frescos de origen vegetal”, afirma Miguel Ángel Lurueña, doctor en Ciencia y Tecnología de los Alimentos y autor del blog Gominolas de Petróleo.
En este sentido, Lurueña insiste en la dificultad de aislar un solo factor, y mucho menos uno o varios alimentos concretos, a la hora de hablar de la prevención de enfermedades: “en líneas generales, las personas que siguen una dieta saludable también tienen un estilo de vida saludable, y hay que tener en cuenta el hecho de que al consumir productos sanos se está desplazando el consumo de otros que no lo son”, afirma.
(artursfoto / Getty)
Un buen ejemplo de esta fiebre de los alimentos “anti” que gana fuerza son los libros de la doctora Odile Fernández Mis recetas anticáncer Mi revolución anticáncer, que apelan, según Bayón, a dos conceptos peligrosos: el poder curativo de los alimentos y el de la mente. “Fernández superó un cáncer con quimioterapia, radioterapia y cirugía, y sus libros están plagados de estudios descontextualizados que vinculan ciertos alimentos a la cura del cáncer, es decir a la eliminación de células cancerígenas”, explica Bayón. Por no hablar de algunos profesionales, como Enric Corbera, uno de los adalides en España de lo que se conoce como bioneuroemoción, una pseudociencia que vincula ciertas enfermedades, entre ellas el cáncer, a la mala gestión de determinadas emociones.
Pese a que es cierto que diversos estudios científicos han atribuido posibles efectos antitumorales a algunos compuestos presentes en determinados alimentos, es muy difícil extrapolar los resultados y, a partir de ahí, “desarrollar la idea de que el jengibre, pongamos por caso, cura el cáncer”, en palabras de Lurueña.

Pese a los posibles efectos antitumorales de algunos compuestos presentes en determinados alimentos es muy difícil extrapolar los resultados


“La secuencia suele funcionar así: un determinado estudio científico nos dice que el jengibre tiene un compuesto que dificulta el desarrollo de células tumorales. A partir de ahí, hay quien extrapola que el jengibre es anticáncer y por tanto va a curarnos. Sin embargo, hay una grandísima diferencia entre las condiciones en las que se desarrolla un estudio de ese tipo, que se hace sobre células aisladas en una placa de laboratorio, y lo que realmente ocurre en nuestro organismo”.
Esta inferencia está, pues, llena de errores, ya que, por un lado, de momento solo existen estudios realizados en laboratorio, y por el otro “necesitaríamos cantidades elevadísimas de un alimento para que, efectivamente, este previniese el desarrollo de células tumorales”, explica Bayón. Un buen ejemplo es la tangeretina, un principio activo que se encuentra en las cáscaras de la naranja y el limón,que suele figurar en las listas de los supuestos alimentos anticáncer, concretamente contra un tipo determinado de cáncer hepático.

La secuencia suele funcionar así: un determinado estudio científico nos dice que el jengibre tiene un compuesto que dificulta el desarrollo de células tumorales. A partir de ahí, hay quien extrapola que el jengibre es anticáncer y por tanto va a curarnos”


“El problema es que solo se ha estudiado in vitro, que no existen pruebas en modelos humanos y que necesitaríamos toneladas de tangeretina para percibir unos efectos similares a los de la quimioterapia”. En este sentido, Bayón insiste en que tanto la tangeretina como otros supuestos alimentos anticáncer “barren con todo, del mismo modo que lo hace la quimioterapia: acaban con las células cancerosas pero también con las buenas, cuando lo interesante es que ataquen a las células cancerosas con mayor acierto que al resto de células”.
En cualquier caso, de nada sirve “tomar aceites esenciales con cáscara de limón, pues el contenido en tangeretina es mínimo, y mucho menos, como recomendaba en una ocasión Mariló Montero en TVE, oler un limón para prevenir el cáncer”, afirma Bayón.
(ronstik / Getty)
Todo ello responde, en palabras de Lurueña, “a la necesidad de buscar soluciones inmediatas a problemas complejos”. Y no solo eso. También a la dificultad de gestionar el hecho de que “estamos padeciendo enfermedades que tienen difícil solución, y de las que no está claro si nos vamos a curar”. De hecho, “los defensores de las dietas curatodo se remontan a aquella frase de Hipócrates que decía ‘que tu medicina sea tu alimento y tu alimento tu medicina’, y olvidan que Hipócrates basaba sus teorías en algunas creencias que a día de hoy han sido completamente desmentidas por la ciencia, como el equilibrio de los humores o fluidos corporales”, explica Bayón.
El científico añade: “salvo algunos tipos de cáncer, que sí se ha demostrado que pueden derivarse de una causa concreta, como el de piel con el sol o el de pulmón con el tabaco, casi ninguno tiene una sola causa, ya que son múltiples”. En el caso del cáncer colorrectal y el consumo de carnes rojas, Bayón señala que “la carne roja se sitúa como probablemente carcinogénica, pero la EFSA (European Food Safety Authority) no señala en qué cantidad”, lo que dificulta extraer una conclusión sobre las cantidades que deberían consumirse y ha llevado a muchas personas a abandonar por completo su consumo. “Lo que está claro es que no vas a curarte tomando batidos de apio y escarola, o que vas a prevenir el cáncer bebiendo agua con limón por las mañanas”, concluye Bayón.

https://www.lavanguardia.com/comer/tendencias/20181127/453203335321/alimentos-enfermedades-cancer-fibromialgia-dieta.html

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