La elección de la ciudad que albergará el nuevo campus de empleados de Amazon causa división entre los ciudadanos
Amazon lleva meses analizando las propuestas de más de una docena de medianas y grandes ciudades de Estados Unidos y Canadá para albergar sus segundas oficinas centrales. El gigante tecnológico destinará a estas instalaciones 50.000 trabajadores de alta cualificación, que con sus respectivas familias, pasarán a formar parte de la ciudad elegida.
Recientemente la prensa estadounidense confirmaba un aparente ganador: Crystal City, en los suburbios de Washington DC, cerca del poder federal de Estados Unidos. Mike Grella, uno de los altos ejecutivos de Amazon tomó Twitter instantes después para cargar contra “el filtrador”: “Nota para el genio que filtró la información de Crystal City como selección de las próximas oficinas. No estás haciendo a Crystal City ningún favor. Y deja de tratar el Acuerdo de No Divulgación como una servilleta usada”. Reportes posteriores afirmaban que en Amazon quizá acaben optando por dividir la inversión entre Crystal City y Long Island en Nueva York.
Amazon afirma que invertirá 5.000 millones y creará 50.000 puestos de alta cualificación en la ciudad elegida
El fundador de Amazon, Jeff Bezos (Michael Nelson - EFE)
La elección se ha convertido en una lección sobre libremercado según algunos, y de circo predatorio para otros. Los ayuntamientos ofrecen golosas reducciones de impuestos y otro tipo de ventajas fiscales con el objetivo de conseguir que una empresa así pase a formar parte de su municipio. Los residentes no lo tienen tan claro. La situación es conflictiva, al contrario que los almacenes de Amazon, que crean empleos para la clase media, las oficinas centrales de Amazon crean trabajos de muy alta cualificación con rentas altas pero al que pocos locales pueden acceder.
”Estaré feliz de que haya más trabajos y más oportunidades, pero a la vez ya tenemos el problema del tráfico y de los precios de la vivienda”, afirmaba un residente de Crystal City entrevistado por la prensa local. Las grandes compañías tecnológicas generan muchos beneficios pero la bolsa de empleados potenciales de los que pueden disfrutar es relativamente pequeña. Esto crea una progresiva subida de salarios y es común que incluso los empleados de bajo rango de Google, Amazon o Apple tengan sueldos que comienzan en torno a los 7.000 euros mensuales. Más un bonus por fichar por la compañía, mudanza, ayudas para alquiler, etc.
Un nuevo empleado de una gran tecnológica puede comenzar ganando 7.000 euros mensuales
Esto a su vez crea una inflación constante en el precio de las viviendas en los municipios donde residen estas compañías como San Francisco, Seattle, Palo Alto, San José, Mountain View, etc. que crea una situación imposible de mantenerse para familias que trabajan en otras industrias. El precio medio de la vivienda en Palo Alto, por ejemplo, se ha triplicado en cinco años superando el millón de dólares. El alquiler medio ronda los 2.500 euros al mes.
Uno de los colectivos afectados, el de profesores de escuelas públicas, lleva años protestando porque sus salarios no les permiten vivir cerca de las escuelas donde trabajan. Muchos de los padres de los alumnos a los que enseñan han eclipsado el mercado de vivienda siendo capaces de pagar precios prohibitivos para un profesor. Los municipios de la zona no han querido o sido capaces de solucionar este problema creando soluciones para poder construir más viviendas y aumentar la densidad de residentes, reduciendo el precio final de las mismas según la curva de oferta y demanda.
El precio medio de la vivienda en el municipio de las oficinas de Facebook se ha triplicado hasta superar el millón de dólares
Este alza de los precio se expande como las ondas de un terremoto. El epicentro puede ser la bahía de San Francisco pero sus efectos se sienten bien lejos. En Reno, Nevada, a cientos de kilómetros, la “Gigafábrica” de Tesla cuenta con 3.000 empleados que fabrican los coches de la compañía. Una cifra que en los próximos años crecerá hasta los 20.000 y para el que los municipios del condado no están preparados, solo hay 2.000 residencias construidas en total, la mayoría ocupadas. Según informes municipales, solo se han otorgado licencias para la construcción de 10 nuevos hogares en todo 2017.
La solución de algunos de los empleados de Tesla menos afortunados de Tesla ha sido pasar a vivir en sus coches, camionetas o caravanas en el parking de un Walmart al final del recorrido de los autobuses de personal de la empresa y utilizando lavanderías cercanas o los baños de un McDonalds para su día a día.
Para los vecinos, incluso tener dos trabajos no les permite copar con el constante alza del precio de la vivienda, y son arrastrados a vivir en autocaravanas
Las autocaravanas se han convertido en una parte más del paisaje de las inmediaciones a las oficinas centrales de las mayores compañías del mundo. En Palo Alto, cerca de las oficinas de Facebook y no muy lejos de las de Apple, el peso del alquiler las ha dejado como la única opción para muchos. Adrián Martínez, un mecánico de la zona narraba cómo él y su mujer son algunos de los vecinos de la ciudad viviendo en estas condiciones, a pesar de tener dos trabajos cada uno. Lo hacen junto a sus dos nietos de 8 y 9 años que acuden a una escuela cercana a estudiar.
La falta de viviendas es un problema endémico de la zona. Las políticas municipales y estatales en muchas ocasiones permiten a los vecinos dictar dónde y cuántas viviendas se construyen. Muchos de los vecinos que compraron la vivienda hace décadas y los más pudientes utilizan estas políticas para bloquear la construcción de nuevas viviendas, o que si se construyen sean unifamiliares. El objetivo es mantener alto el precio de sus posesiones, aunque el resultado sea el ahogamiento lento y progresivo de la ciudad.
Los vecinos más pudientes bloquean la construcción de nuevas viviendas para mantener los precios altos
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