La ducha es un ritual diario muy placentero, pero hay factores a tener en cuenta para que no dañe nuestra piel (YakobchukOlena / Getty Images/iStockphoto)
Aprende qué nos olvidamos y de qué estamos abusando con nuestros hábitos de higiene
Relajarse debajo de la ducha después de una larga jornada de trabajo, de una buena actividad física, o en pleno verano puede parecer una de las cosas más placenteras y sencillas de todo el día. Pero ¿lo estamos haciendo bien? Los especialistas apuntan ciertos factores que debemos tener en cuenta a la hora de sumergirnos en este ritual, sobre todo cuando se trata de cuidar nuestra piel. Y ¡spoiler! uno de ellos es nuestra edad.
Prepárate para apuntar los errores que se esconden debajo de una inofensiva ducha y qué debemos hacer para sacarle el máximo beneficio posible.
En primer lugar, debes saber que, si eres de los que supera los diez minutos bajo el chorro de agua, por muy placentero que ello te resulte, deberías empezar a cambiar de hábito y asumir la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) según la cual lo mejor es limitar la duración de la ducha a cinco minutos (tiempo que en España excedemos). Es una cuestión tanto de higiene como de ecología: se trata de que hacer un uso sostenible de agua y de energía y de que no superemos los 95 litros de agua de consumo medio diario.
La frecuencia
Alerta por el exceso de higiene
Una ducha diaria a conciencia, algo impensable siglos, o incluso décadas atrás, forma parte de nuestras rutinas cotidianas, ya sea por higiene o por convención social. Y es que la mayoría de personas normalmente nos duchamos una vez al día. Pero, ¿qué pasa si lo hacemos más veces?
No existe un patrón de oro que sirva para todo el mundo, responden los entendidos en el tema. “Debemos encontrar un equilibrio adecuado entre higiene correcta y exceso de higiene, que puede ser perjudicial. Y eso depende de cada persona”, señala la doctora Susana Puig, jefe de servicio de dermatología del Hospital Clínic de Barcelona.
La ducha o el baño diario no son malos, siempre y cuando sean cortos
En la misma línea, Antonio Clemente Ruiz de Almirón, dermatólogo miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), también afirma que la ducha o el baño diario no son malos, siempre y cuando sean cortos –el tiempo suficiente para una limpieza adecuada–, porque finalmente el exceso de agua reseca mucho la piel.
“En general, cualquier ducha y el uso de geles de ducha van a hacer que la piel se deshidrate, por eso es contraproducente el exceso de higiene o exceso de duchas”, enfatiza Clemente. También es verdad que hay casos y casos. Por ejemplo, en los niños que tienen dermatitis atópica se recomienda poco baño y una higiene más espaciada, comenta el dermatólogo.
La alerta por el exceso de higiene hace referencia sobre todo a un exceso de productos que pueden ser irritantes para la piel, como ciertos jabones. Pero incluso el agua puede dañar nuestra piel, pues esta no requiere de un lavado continuo con jabones, que de alguna manera diluyen o degradan la capa lipídica que nos protege, observa la doctora Puig.
En general, los dermatólogos desaconsejan el uso de geles o jabones, agrega Clemente. “Hay productos menos agresivos, como los aceites de ducha o los jabones y geles de duchas sin jabón, que ejercen una función de limpieza pero sin eliminar en exceso el manto ácido de la piel; al final, la piel tiene una serie de componentes que la protegen, y el exceso de higiene o el exceso de uso de geles o jabones quita ese manto protector y favorece la aparición de eccemas, dermatitis y etcétera”, puntualiza.
La temperatura
Ni caliente ni fría, tibia
En invierno es muy tentador subir los grados de temperatura del agua para entrar en calor. Y en verano, lo contrario, recurrir a una ducha de agua fría para refrescarse. ¿A que sí? Pero, según Puig, son las temperaturas más parecidas a la de nuestro cuerpo las más adecuadas: es decir, entre 36 y 37 grados. O en otras palabras, agua templadita (ni fría, ni caliente), aclara Antonio Clemente.
Ambos especialistas están de acuerdo en que las duchas calientes son las más perjudiciales, ya que deshidratan más la piel, mientras que las frías tienen un buen efecto vasotónico, que puede resultar beneficioso para la circulación sanguínea, aunque tampoco es estrictamente necesario realizarlas.
El momento
Mañana o noche, según el objetivo
Por la mañana o por la noche reporta diferentes beneficios. Así lo ha demostrado la doctora en psicología de Harvard, Shelley Carson, quien asegura que la ducha por la mañana nos ayuda a estar relajados y, a la vez, a mantenernos en alerta, y además hace que se fomente la creatividad. Mientras que por la noche, la ducha nos ayuda a irnos a la cama más relajados. En parte porque el agua puede ayudar a regular la temperatura corporal, lo que induce el sueño. Así que optar por una o por la otra dependerá de la necesidad de cada persona.
La rutina
La edad marca las necesidades de la piel
Otro factor a tener en cuenta es que nuestra piel cambia con el tiempo, y sus necesidades también. Y, aunque la higiene correcta de la piel dependerá de cada persona, hay ciertas pautas relacionadas con la edad que pueden ayudarnos a cuidarla con la ducha.
BEBÉS. La doctora Susana Puig explica que la piel de los bebés no está todavía madura, y por eso tienen más dificultad para producir la capa lipídica que la protege. El resultado es que son más susceptibles de padecer eccemas o dermatitis atópica. En esta edad una higiene con agua y jabones podría resecar demasiado la piel y favorecer el eccema. En los niños con dermatitis atópica, uno de los grandes problemas es la sequedad, y el eccema se produce sobre infecciones bacterianas, sobre todo por un germen llamado estafilococo aureus.
INFANCIA. Aunque la piel poco a poco va produciendo más grasa, en la niñez la protección lipídica aún es baja, y la dermis se puede resecar con más facilidad. Susana Puig recomienda ir con cuidado, tratando de evitar que el niño esté demasiado tiempo en el agua y que se exponga a duchas demasiado calientes.
Hay que evitar que los niños estén demasiado tiempo en el agua, y las duchas demasiado calientes
Ambas recomendaciones también se aplican para aquellos niños y niñas que padecen de dermatitis aguda, aunque en este caso lo ideal es se que tenga una higiene mucho más limitada, con duchas en días alternos, baños de avena, o duchas que ayuden a evitar la infección del estafilococo. Además, es importante el uso de jabones lipídicos, como aceites de duchas o similiares. “Si una persona tiene una dermatitis atópica y mantiene el eccema, probablemente su piel será seca toda la vida, y tendrá que ir con mucha precaución”, enfatiza la especialista.
ADOLESCENCIA. Ya en la pubertad y la adolescencia, la producción de la capa lipídica es mucho más importante. En esta franja de edad una ducha diaria resulta muy beneficiosa para aquellos adolescentes que practican bastante ejercicio físico. Por lo demás, la regla de oro se repite: hay que priorizar el uso de productos poco lesivos para la piel.
ADULTOS. Por lo general, en cuanto a piel, existen dos tipos de personas: un buena parte de la población que produce una capa lipídica correcta, y un porcentaje menor que tiene una piel muy seca. En el segundo caso es cuando resulta más importante prestar atención a los cuidados a la hora de ducharse: no está demás evitar duchas largas y el exceso de productos.
También conviene utilizar cremas hidratantes en algunas ocasiones y en ciertas localizaciones del cuerpo. “Después de la ducha, en lugar de secarse con toallas, se podrían aplicar sobre la piel húmeda aceites para que con el agua formen la capa lipídica que protege nuestra piel”, agrega la jefe de servicio de dermatología del Hospital Clinic.
“Después de la ducha, en lugar de secarse con toallas, se pueden aplicar aceites para crear una capa protectora de la piel”
ANCIANOS. A medida que vamos envejeciendo, la piel se va resecando más. El sudor disminuye mucho con la edad, y también se reduce la producción de la capa lipídica. Entonces ya no es necesaria una ducha diaria. Lo mejor es mantener la higiene en las partes que más lo necesitan y limitar las duchas, en parte en función de la sequedad.
El caso de los deportistas
Menos tiempo y menos productos
La recomendación genérica vuelve a repetirse: ni duchas largas, ni uso excesivo de productos que dañan la capa lipídica. Susana Puig explica que, cuando uno termina de hacer deporte, sigue generando mucha energía y mucho calor. “La sudoración incluso se produce entre cinco y diez minutos después de haber terminado el ejercicio; por ello lo ideal es darle un poco de tiempo a nuestro cuerpo para bajar la temperatura antes de tomar una ducha”, añade. Y aconseja que ésta sea fría, para bajar la temperatura corporal y frenar la sudoración.
En el caso de realizar mucho deporte, cosa que puede llevar aparejada muchas duchas al día, será necesario aplicar una buena hidratación a la piel, ya sea con cremas o aceites, después de ducharse. También es importante recordar que, si nos duchamos en vestuarios públicos, deberíamos utilizar zapatillas para evitar contagiarnos de hongos o del temido pie de atleta.
Otro caso en el que la ducha merece especial atención es en el de aquellas personas que padecen foliculitis o algún problema asociado al sudor. “En estos casos se podría usar algún jabón o gel un poco más antiséptico”, comenta Antonio Clemente.
La higiene íntima
Nada de jabón en las mucosas
Está claro que la higiene, ni hay que descuidarla, ni hay que caer en el exceso. Y eso también aplica para las zonas íntimas. Los dermatólogos sugieren utilizar productos adecuados para los genitales, como por ejemplo el uso de un jabón con Ph neutro. “Los aceites de ducha también valdrían, tanto para el cuerpo como para la zona genital”, dice Clemente.
Para Susana Puig, el uso del agua de la ducha es más que suficiente para la higiene íntima, siempre y cuando no haya presente ninguna patología. Hay que evitar poner jabón directamente en las áreas mucosas, es decir en la vulva femenina o en el glande masculino.
En la zona de pubis, donde suele haber vello, a veces sí que necesitamos un poco de jabón, pero en ese caso es mejor aplicarlo diluido y con un Ph neutro. Si padecemos alguna patología infecciosa hemos de ir con mucho cuidado para no producir una irritación añadida. En ese caso, lo más aconsejable sería consultar con un especialista.
Y al acabar...
Secarse a conciencia
Para Clemente Ruiz de Almirón, cualquier ducha por sí sola deshidrata un poco la piel. Por lo que el uso de una crema hidratante después de la ducha será suficiente para plantarle cara a esa sequedad que nos pueda producir. También es bastante importante el secado. Puig nos aconseja intentar utilizar un secado suave, sin frotarse en exceso, tratando de dejar la piel bien seca, sin rastros de humedad.
En la misma línea, el doctor Clemente sugiere prestar atención a ciertas zonas de la piel que es más fácil que retengan humedad, como los pliegues debajo del pecho, las ingles o entre los dedos de los pies, donde si uno no se seca bien se puede favorecer el crecimiento de hongos o la aparición de ciertas patologías.
Más allá de las peculiaridades de la edad y la actividad diaria, hay unos principios generales que resumen lo que es la ducha ideal: una vez al día, corta, con agua templada y geles sin jabón o aceites especiales. Y rematada con un buen secado. Si has estado duchándote mal toda la vida, ya va siendo hora de cambiar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.