Mientras yo viva, no los habrá. Así de rotunda se manifestaba Angela Merkel durante los peores años de la crisis financiera para oponerse al lanzamiento de lo que entonces eran eurobonos y que ahora se han renombrado como coronabonos.
El argumento que entonces esgrimía la canciller alemana, y que sigue manteniendo ahora, es que su país no estaba dispuesto a asumir los riesgos de las economías del sur de Europa, más débiles y endeudadas. Este mensaje de que no se quiere pagar la fiesta del vecino ha frenado todas las iniciativas para una mayor cohesión financiera y bancaria en Europa.
Pero ahora la situación es muy distinta. Ya no vale la excusa de que hay países como España e Italia que no han hecho los deberes y otros como Alemania y Países Bajos que sí han cumplido. Estamos ante una pandemia que está afectando a todos los países, incluida Alemania, y por lo tanto se abre una oportunidad única a Europa para mostrar unidad y fortaleza frente a un enemigo común: el coronavirus.
Estados Unidos ha puesto toda la carne en el asador y Trump ha llegado a un acuerdo con el Senado y el Congreso para lanzar un plan de estímulo de la economía de 2 billones de dólares, el mayor paquete de apoyo económico de su historia. Mientras, los países europeos vuelven a estar divididos. España, Italia y Francia han reiterado nuevamente la necesidad de emitir bonos europeos (coronabonos), pero ni siquiera la pandemia ha logrado ablandar la férrea postura de Alemania y de sus socios del club de la ortodoxia, como Países Bajos y Austria, alérgicos a la mención a una posible mutualización del riesgo en la Unión Europea.
Los coronabonos son un instrumento financiero que permite mutualizar la deuda y los riesgos de todos los países europeos -cada uno con el peso que tiene en el PIB comunitario-, de modo que se puede emitir deuda con mayor garantía de la que tiene cada país por separado. Los países pueden pactar todo tipo de salvaguardas para superar las reticencias de Alemania, pero para afrontar la caída prevista del 10% en el PIB europeo, los coronabonos son más necesarios que nunca por varias razones.
1. Mensaje de unidad. Una medida de este tipo supondría lanzar un mensaje al mundo de que los líderes europeos están unidos, y que tienen el suficiente coraje y ambición para vencer a la pandemia, lo que daría confianza a unos ciudadanos que se ven diezmados por el virus y que observan cómo los países europeos están tan desunidos que, incluso, compiten entre ellos por hacerse con mascarillas y material sanitario. Hasta ahora, las decisiones tomadas en Europa para paliar el frenazo económico han sido múltiples y variadas, y desde luego totalmente descoordinadas. Incluso, la propia presidenta del BCE, Christine Lagarde, no supo explicar bien al principio la intención, por parte del organismo comunitario, de adquirir bonos públicos y corporativos por valor de 750.000 millones. Resulta evidente que no estamos ante un problema asimétrico, como ocurrió en la anterior crisis, sino que la amenaza es igual para todos los países y la respuesta debe ser global. ¡Qué mejor ocasión para lanzar al mundo una señal clara de solidaridad europea!
2. Tranquilizar las Bolsas. Los mercados mundiales han vivido unas semanas con una volatilidad tremenda que ha provocado una gran inquietud entre los inversores. Y ha tenido que llegar el amigo americano con su bazuca financiero para llevar un poco de oxígeno a las Bolsas. Pero esto no es suficiente. Los países europeos tienen en su mano un instrumento como los coronabonos que garantizan una estabilidad a largo plazo en la financiación de las políticas requeridas para contrarrestar los daños causados por esta pandemia. El tamaño de una deuda mutualizada entre todos los países europeos sería suficiente para evitar riesgos futuros, y sus fondos irían tanto para financiar las inversiones necesarias de las naciones para fortalecer sus sistemas de salud como para financiar las políticas coyunturales necesarias para proteger las economías y los modelos sociales de cada uno de los países. Eso sí que supondría un respiro para los inversores.
3. Frenar a los especuladores. Quién no recuerda el año 2012 cuando España se desangraba. Los especuladores se cebaron con la economía española y devoraron al país con ese arma letal llamada prima de riesgo. Hincaron sus violentas dentelladas en España después de haber acabado con griegos, irlandeses y portugueses. Nuestro país llegó a pagar unos leoninos intereses del 6% para financiarse, y llegó un momento que España tuvo que pagar, sólo por los intereses de la deuda, 40.000 millones, una cuarta parte del gasto total del Estado. Es fácil imaginar que una situación similar se podría repetir ahora con la crisis que se nos avecina. De hecho, la CNMV ha tenido que prohibir durante un mes las posiciones cortas sobre los valores cotizados. El uso de los coronabonos frenaría la especulación en los mercados de deuda y serviría de escudo protector para países como España que son presa fácil a causa de su alto endeudamiento.
4. Mejorar la liquidez. La mutualización de la deuda entre todos los países europeos permitiría a estos conseguir un mejor acceso a los mercados de capitales y, por tanto, mejorar su liquidez. Además, podrían competir con mayores garantías para lograr los recursos de los inversores frente a las emisiones de deuda de Estados Unidos. "Con ello -dice Juan Carlos Higuera, analista de EAE-, habría una competencia de tú a tú entre los bonos europeos y los norteamericanos". Hay que tener en cuenta que los países europeos van a necesitar unas elevadas cantidades de fondos para hacer frente a la pandemia, y que tienen que buscar medios para financiarse a un menor coste, que es lo que permite la emisión de coronabonos. El inconveniente es que este nuevo instrumento de financiación beneficia más a los países con muchos problemas y perjudica a los que gozan de buena salud en sus cuentas públicas -que es el argumento tradicional de Alemania y de los países del norte-, pero esto se sortearía si no se mutualiza toda la deuda actualmente existente, sino sólo las nuevas emisiones que tengan como objetivo hacer frente a los efectos de esta crisis.
5. Acelerar la recuperación. Ningún país europeo va a poder salir de la crisis si no es de la mano de sus socios. Con caídas del PIB del 10%, el panorama se presenta muy sombrío, y para hacer frente a este escenario será necesario acudir a los mercados de capitales. De no aprobarse el lanzamiento de los coronabonos, o de un instrumento similar, los países europeos competirían por conseguir el dinero de los inversores. Es verdad que España e Italia tendrían más dificultades y se verían obligados a pagar una prima más alta que Alemania o Francia, pero estos tampoco resultarían inmunes, ya que volveríamos a hablar del rescate de alguna economía. La mutualización europea de la deuda supondría un aldabonazo para todos los países y permitiría acelerar la recuperación. Aunque Alemania vea ahora con escepticismo los coronabonos, Angela Merkel no debe olvidar que su país es uno de los mayores exportadores del mundo y que no le conviene nada que sus clientes estén arruinados.
Manuel del Pozo PEÓN DE DAMA 25/03/2020
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