lunes, 16 de marzo de 2020

Río de Janeiro, de meca del carnaval a Capital Mundial de la Arquitectura


Panorámica del distrito financiero de Río de Janeiro.

Pese a su orografía fantástica, sus playas de postal y su genial carnaval, la arquitectura siempre ha sido protagonista de la ciudad carioca, llegando a convertirla en un maravilloso museo a cielo abierto.


Río de Janeiro estrena este 2020 el título de capital mundial de la arquitectura, un reconocimiento que la Unesco, junto con la Unión Internacional de Arquitectos, concederá a partir de ahora cada tres años, para «demostrar el papel crucial de la arquitectura y la cultura en el desarrollo urbano sostenible», en palabras de sus promotores. Se trata de un título «más que merecido», en palabras del experto brasileño Rafael Bokor. De esa forma, la ciudad brasileña ya no solo luce el título de meca mundial del carnaval, que tendrá lugar este año del 21 al 26 de febrero con todo el boato, energía y diversión que le caracteriza, sino también de la arquitectura.

«Río de Janeiro, además de ser una de las ciudades con más atractivos naturales, también es guardiana de innumerables ejemplos de casas y edificios de estilos que van desde el colonial hasta el art déco y el moderno. Esa unión de la naturaleza con los diferentes estilos arquitectónicos es lo que da su singularidad a la Ciudad Maravillosa», prosigue el fundador y autor de Rio Casas & Prédios Antigos, quien los fines de semana organiza tours por las construcciones antiguas de la ciudad.


MUSEO A CIELO ABIERTO

Pese a su orografía fantástica, sus playas de postal, sus bosques frondosos que esconden cascadas y su energía sin límite, la arquitectura siempre ha sido protagonista en esta ciudad que los portugueses confundieron, un enero de 1502, con la desembocadura de un río -de ahí su nombre-, a pesar de que se trataba de una caprichosa bahía, la de Guanabara.

Copacabana y los mosaicos de Burle Marx.


Desde entonces, Río ha ido adaptando estilos dispares hasta convertirse en ese museo a cielo abierto que hace que sus habitantes -los cariocas- sólo puedan llamarla Cidade Maravilhosa. «Una visión panorámica de la cuidad nos hace viajar desde las inmensas rocas magmáticas y su exuberante vegetación hasta los edificios coloniales que resisten el paso del tiempo; desde las arenas blancas de Ipanema hasta la igualmente blanca y prístina arquitectura moderna de Oscar Niemeyer; desde la belleza del neomanuelino portugués hasta los crudos y coloridos ladrillos de las favelas» explica la historiadora de arte Sandra Perrone, entusiasta guía oficial tanto de Río como de Florencia (Italia).

«Así, Río se traduce en una sinfonía de formas. Paseando durante menos de 10 minutos se pueden admirar tanto espacios coloniales concebidos por el Brigadeiro José Fernández Pinto Alpoim, como el primer rascacielos art déco de America Latina ideado por Joseph Gire; así como el postmodernismo orgánico de Santiago Calatrava o las influencias de Le Corbusier en el maravilloso Palacio Capanema», concluye Perrone.


DIÁLOGO ARQUITECTÓNICO

El centro de la antigua capital imperial es puro diálogo arquitectónico entre el barroco-colonial (Paço Imperial), el neomanuelino (Real Gabinete Portugués de Lectura), el ecléctico (Teatro Municipal), el neoclásico (iglesia de la Candelaria), el art déco (estación central de Brasil), el movimiento moderno en su versión local o escuela carioca (Palacio Capanema), el postmoderno (sede de Petrobras) y el contemporáneo (Museo de Arte de Río) de Jacobsen y Bernardes.

Cerca queda el Museo de Amanhã firmado por Santiago Calatrava, que junto con una torre de Norman Foster (y un inacabado Diller+ Scofidio en Copacabana), conforma la escasa representación de los arquitectos estrella internacionales. En un mundo cada vez más homogéneo, Río tiene la cualidad de sólo parecerse a Río.

El elegante barrio de Flamengo destaca por su art déco, como el de sus residencias (edificio Biarritz) e iglesias (Santísima Trinidad), pero muy especialmente por el llamado aterro (obra paradigmática de la escuela carioca), un parque de 1.200 m2 del arquitecto y paisajista brasileño Roberto Burle Marx, que se extiende desde el aeropuerto Santos Dumont hasta el inicio de la playa de Botafogo, frente al Pão de Açúcar.

El Museo del Mañana firmado por Santiago Calatrava.


COPACABANA, UNA PLAYA MÍTICA

Tras este morro que marca la siempre sensual silueta de Río aparece Copacabana. Su paseo también fue obra de Burle Marx y contrasta con la vida profusa y caótica que transcurre tras su glamurosa fachada playera. Predomina aquí también el art déco.

No hay nada como visitar sus interiores, explica Rafael Bokor, pues «es un viaje en el tiempo que pocas ciudades en el mundo pueden proporcionar». Así, son imperdibles el fastuoso hotel Belmond Copacabana Palace o el edificio Ypiranga, por citar un par, en cuyo ático tuvo durante décadas Oscar Niemeyer su estudio.

Hotel Belmond Copacabana Palace.

Son muchas las obras del arquitecto carioca más famoso de todos los tiempos en su ciudad: la primera fue una guardería (aún hoy en pie) en la Lagoa, no muy lejos del también suyo hospital del mismo nombre. Queda -maltrecha- su propia residencia, Casa das Canoas en São Conrado, el recién reabierto teatro Prudential en Flamengo, así como el mítico Sambódromo. Sin embargo, puede que sus obras más icónicas sean las de Niteroi, la ciudad que se levanta al otro lado de la bahía, cuyo mayor atractivo, dicen los cariocas, son precisamente las vistas de Río.


LA MAYOR FAVELA DE BRASIL

Arpoador separa Copacabana de Ipanema, el barrio residencial más deseado en la actualidad, con algunas direcciones de arquitectura brasileña contemporánea interesantes, como la flagship store de Havaianas del paulista Isay Weinfeld (suyo también es el Centro Cultural Midrash en el cercano Leblon) o el edificio Aníbal de Thiago Bernardes, tercera generación de una familia que es un capítulo entero de la historia de la arquitectura brasileña.

En Gávea es imprescindible el Instituto Moreira Salles y en la playa de São Conrado acaba de reabrir el Hotel Nacional proyectado por Niemeyer. Para llegar hasta él habrá que pasar por el túnel Acústico, sobre el que serpentea el llamado Minhocão, un conjunto residencial con 328 células habitacionales firmado por Affonso Eduardo Reidy. También ahí queda la Rocinha, la mayor favela de Brasil (143 hectáreas), indisociable de la arquitectura y urbanismo de Río.

Panorámica de la favela Rocinho.

Del mismo modo que Río está salpicado de estas comunidades, también faltan aquí otros puntos arquitectónicos indispensables en esta ciudad inagotable. Porque como escribió Stefan Zweig en 1941: «Después de Río, todas las ciudades parecen desvaídas, monótonas, demasiado ordenadas, demasiado simples. Todo parece vacío, insípido, desencantado, en comparación con la multiplicidad divina de Río».



MARÍA FLUXÁ
Brasil  Miércoles, 19 febrero 2020 - 15:38https://www.elmundo.es/viajes/america/2020/02/11/5e342389fc6c83ab268b4671.html?intcmp=MNOT23801&s_kw=1

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