Gentío alrededor de la Bolsa de Nueva York en la jornada del 'crash' de 1929. Imagen: Wikimedia Commons - Algunas voces están alertando de una nueva exuberancia irracional
La historia no se repite, pero rima. La frase atribuida al escritor Mark Twain puede servir para unos mercados instalados en la euforia desde el shock inicial del coronavirus. Aunque 1929 queda ya muy lejos y el mundo es muy distinto, no pocos analistas inquietos trazan paralelismos entre las causas que devinieron en el histórico crash bursátil y el escenario actual, para el que algunos han rescatado el término "exuberancia irracional".
En su reciente libro El fin del arcoíris: el crash de 1929, el historiador estadounidense Maury Klein disecciona la catástrofe bursátil de 1929 recopilando historias humanas que revelan la fiebre especulativa de una época y, más importante aún, que ilustran sorprendentes similitudes con algunas conductas que se están viendo en unos espumosos mercados espoleados por la gran cantidad de liquidez.
No es fácil que se repita una situación así. El Dow Jones abría el 29 de octubre de 1929 a 299 puntos y cerraba el 8 de julio de 1932 a 41,22 enteros. En medio aconteció un descalabro bursátil que sacudió a medio mundo, arruinó a muchos y dio paso a la Gran Depresión. Ahora se sale de un Gran Confinamiento y el mantra, tan usado en los mercados, es que 'esta vez es distinto'.
Sin embargo, el mensaje de que la exuberancia se paga cara sigue instalado y el libro de Klein identifica cuatro factores que desembocaron en el crash que pueden apreciarse hoy en día y que recoge Markets Insider.
En primer lugar, el elevado y repentino número de nuevas cotizaciones. "Las nuevas cotizaciones en la Bolsa de Nueva York pasaron de 58 millones de acciones en 1925 a 102 millones en 1928", escribe Klein. En el primer trimestre de 2021, el volumen de Ofertas Públicas de Venta (OPV) aumentaron un 85% y los ingresos se dispararon un 271% en comparación con el año anterior, según un informe de EY. Una histeria que se ha visto avivada con las SPAC: en tres meses han surgido 298 que han recaudado 88.000 millones de dólares, según datos de ICR Capital.
El segundo factor que se menciona es la proliferación de inversores inexpertos buscando adentrarse en las entrañas de la especulación. Como explica el autor del libro, a finales de los años 20 se multiplicaron las filas de inversores en Wall Street y solo entre 1928 y 1929 se abrieron 599 nuevas oficinas de agentes de bolsa, llegando el total a 1.600 en los días previos al crash. Una muestra del auge que experimentó la inversión bursátil. Klein señala que incluso, las mujeres, que hasta entonces habían sido apartadas de las finanzas por la sociedad, se adentraron en este frenesí.
Más de 90 años después, apps de trading como Robinhood y foros en redes sociales como Wallstreetbets en Reddit han fomentado un alud de jóvenes inversores minoristas sin experiencia previa lanzados a buscar el 'pelotazo' de forma rápida y en la mayoría de los casos invirtiendo todos sus ahorros, en no pocas ocasiones consistentes en los cheques que la Administración norteamericana giró a sus ciudadanos por la crisis tras la pandemia y lo cierres.
Mientras la negociación institucional de compra ha caído a poco más del 25% del volumen total de negociación de acciones frente a los máximos de más del 40% de hace menos de cinco años, el volumen de negociación minorista ha pasado de representar alrededor del 10% del total de la renta variable en 2010 a casi el 25% en 2021, según datos de Bloomberg Intelligence.
El tercer factor que coadyuvó al crash radicó en los altos niveles de préstamos para la inversión. "Los préstamos de los corredores de bolsa, que se situaban en casi 3.700 millones de dólares en marzo de 1928, alcanzaron el récord de 4.560 millones de dólares el 6 de junio", relata Klein. Los brokers pidieron préstamos para financiar los márgenes de deuda de clientes en lo que fue un gran negocio hasta que todo se vino abajo.
En 2021, apuntan en MI, los corredores de bolsa están volviendo a repartir niveles récord de deuda a los operadores. Los márgenes de deuda de la FINRA, el regulador en el entramado de los brokers, los dealers y el público inversor, alcanzó un récord de 813.000 millones de dólares en febrero, casi duplicando la cifra de 545.000 millones de dólares del año pasado.
El cuarto y último antecedente fue una política expansiva de la Reserva Federal similar a la actual. Benjamin Strong, gobernador del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, que falleció un año antes del crash, mantuvo durante años los tipos más bajos de lo que aconsejaban los economistas. Strong también insistió en las compras de títulos del gobierno de EEUU por parte de los bancos de la Fed, que llevaron sus tenencias de 300 millones de dólares en mayo de 1928 a 600 millones en diciembre.
Salvando las distancias y la propia coyuntura, la actual Fed se ha volcado en una compra de activos sin precedentes que ha desembocado en un balance histórico. Su presidente, Jerome Powell, no ha dejado de insistir en que se mantendrá una política de tipos ultrabajos durante cierto tiempo hasta que la recuperación se consolide y se alcancen mejores niveles de empleo tras el impacto del covid-19. El mercado huele el miedo a la inflación, pero también a la ingente liquidez para proseguir con la euforia. Que la historia no se repita. Ni rime.