Tras el paréntesis de 2020, Qatar Airways repite en el primer puesto del ranking anual de Skytrax, los ‘Oscar' de la aviación. Vueling se sitúa como la mejor 'low cost' de Europa
Buena parte de 2020 y el 2021 han sido un periodo negro para la industria aeronáutica en general y para las aerolíneas en particular. El hundimiento de la demanda de pasajeros y los bloqueos y restricciones de viajes provocados por la pandemia llevaron a una paralización de la actividad, con consecuencias nefastas para las compañías, algunas de las cuales prácticamente han permanecido en tierra durante meses.
A pesar de esta situación, y tras el paréntesis del año pasado, Skytrax ha vuelto a conceder los premios a las mejores aerolíneas del mundo, considerados por el sector como los Oscar de la aviación. Los galardones, otorgados por la prestigiosa consultora en base a la última encuesta de clientes realizada entre septiembre de 2019 y julio de 2021, apenas experimenta cambios en las primeras posiciones respecto a la edición prepandemia, confirmando una vez más un claro dominio asiático.
Esta es la sexta ocasión en la que Qatar Airways se hace con el preciado galardón
Así, Qatar Airways se ha coronado un año más como la mejor aerolínea del mundo. Esta es la sexta ocasión en la que se hace con el preciado galardón. Ya lo consiguió en 2011, 2012, 2015, 2017 y 2019. Al conocer la noticia, Akbar Al Baker, director ejecutivo de la compañía, ha manifestado su voluntad de "continuar implementando estrictas medidas de bioseguridad para la tranquilidad de los viajeros", mientras siguen innovando.
Qatar también ha recibido los premios a la mejor clase ejecutiva del mundo, mejor asiento de clase ejecutiva y ha sido reconocida como la aerolínea nº 1 de Oriente Medio.
El ranking de un periodo negro
Inmediatamente después de la compañía qatarí, con sede en Doha, se ha situado Singapore Airlines -la mejor de 2018-, que además ha sido distinguida con los galardones a la mejor tripulación de cabina, mejor primera clase y mejor asiento de primera clase del mundo, y nº 1 del continente asiático.
ANA All Nippon Airways, conocida también como Zennikku, conserva la tercera posición, completando un podio idéntico al de 2019. Como entonces, se ha impuesto en la categoría de servicios aeroportuarios y como la aerolínea más limpia del mundo, un éxito especialmente destacado en un contexto de pandemia.
En esta edición, han quedado fuera del top ten Thai Airways y Lufthansa, en beneficio de Japan Airlines y Air France. La compañía de bandera francesa se ha convertido en la única europea presente entre las 10 mejores de este año, tras escalar 13 posiciones.
'Top ten' de 2021
Qatar Airways
Singapore Airlines
ANA All Nippon Airways
Emirates
Japan Airlines
Cathay Pacific Airways
EVA Air
Qantas Airways
Hainan Airlines
Air France
Vueling, mejor 'low cost' de Europa
Iberia, en el puesto 35, es la primera española del ranking de Skytrax. La aerolínea, sin embargo, ha caído nueve posiciones respecto a 2019, cuando se situó en el nº 26.
Vueling, por su parte, es la otra compañía aérea española presente en el listado de las 100 mejores del planeta. En este caso, ha mejorado considerablemente su clasificación, pasando de la 91 posición en la última encuesta prepandemia a la 48 de la actualidad. La compañía con sede en Barcelona ha conseguido además el premio a la mejor low cost de Europa y cuarta mejor de los cinco continentes.
Los World Airline Awards son especialmente significativos, teniendo en cuenta que están basados en las opiniones de millones de pasajeros de todo el mundo. La encuesta, en la que se incluyen 350 compañías, ha consultado aspectos tan diversos como el servicio recibido, la atención, las comidas o el confort.
Turbinas eólicas con la bandera de China. Foto de Alamy
El mercado energético de China se enfrenta a un golpe triple
Los gobiernos locales chinos tienen prisa por reducir las emisiones
Los problemas de suministro de carbón amplían la brecha entre demanda y oferta
China lleva años ganando relevancia en el tablero económico y mediático mundial. Sin embargo, en las últimas semanas parece haberse convertido en el gran foco de atención de los mercados por una serie de eventos (Evergrande y la crisis energética) que podrían marcar el devenir de la economía global a corto y medio plazo. La economía más grande de Asia está sufriendo las primeras consecuencias de una crisis energética, que en parte es autoinfligida, y que podría tener repercusiones globales, dado el papel de China como gran fábrica del mundo, un papel que además se ha visto reforzado durante la crisis del covid.
"China se enfrenta a una crisis energética sin precedentes", asegura Alicia García Herrero, economista jefe de Asia-Pacífico para Natixis y una de las mayores expertas en la economía de China. Las autoridades han comenzado a imponer un racionamiento sobre la energía que amenaza con tensionar aún más las cadenas de suministro globales y generar escasez de "todo", según revelaban los economistas del banco japonés Nomura.
La intensificación de los problemas de suministro de electricidad está obligando a las fábricas de varios centros de producción clave a reducir o detener por completo su actividad. "Estas restricciones producen grandes desafíos desde el lado de la oferta, que se producen justo en medio de un auge de la demanda mundial de bienes inducido por una pandemia, muchos de los cuales dependen de la producción china y, por lo tanto, requieren un mayor consumo de electricidad", explican en una nota los economistas de BCA Research.
¿Qué está pasando realmente en el mercado energético de China para llegar a esta situación?
García Herrero destaca en una nota recién publicada este miércoles que son tres los factores clave que están generando esta crisis energética que mantienen en vilo a todo el mundo: (i) la prisa de los gobiernos locales para cumplir con sus objetivos de emisiones, (ii) la brecha entre la oferta y la demanda de carbón y (iii) los topes impuestos al coste de la electricidad.
Estos topes que limitan el precio de la electricidad impiden que se produzca lo que se conoce en el argot económico como 'destrucción de demanda', que es la reducción del consumo de electricidad (o cualquier otra cosa) por unos precios tan elevados que hace que sea inviable seguir consumiendo, al menos, tanta energía como antes. En China, al final son las autoridades las que tienen que decidir quién puede seguir consumiendo energía y quién no.
"Este triple golpe seguramente elevará los precios al productor en China, y posiblemente la inflación general, y afectará el crecimiento", asegura García Herrero. Desglosando algo más cada factor que está dominando el mercado energético en China cabe destacar que los gobiernos locales se están esforzando por cumplir con sus objetivos de emisiones, lo que les ha obligado a frenar, o incluso detener temporalmente, la producción en las industrias que son más intensivas en energía.
Una anécdota que resume a la perfección este movimiento de China en pos de una economía más sostenible y 'verde' aparecía hace unos días en la agencia financiera Bloomberg: parece que China tiene un objetivo claro a muy corto plazo, que el cielo sea totalmente azul en los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín del próximo mes de febrero.
Escasez de carbón en China
La segunda razón es la escasez de suministro de carbón a nivel mundial, que afecta aún más a China dada su fuerte dependencia de la electricidad a base de carbón (72% de la generación total de electricidad de enero a agosto según fuentes nacionales), comenta la economista de Natixis. Esto está coincidiendo con las restricciones a la importación de carbón de Australia ante la creciente tensión política entre ambos países, añaden los expertos de BCA Research.
Por otro lado, la fuerte demanda de la producción industrial (la industria china ha salido reforzada del covid), que ha aumentado un 13,1% en lo que va de año, gracias a la recuperación económica global, ha elevado enormemente los precios del carbón térmico. Al creciente coste del carbón, se le une unos precios del gas disparado y la propia crisis energética que vive buena parte del mundo.
Topes al precio de la electricidad
"La tercera y última razón es crucial, lo que hace que la crisis de energía de China sea muy diferente a la de Europa, puesto que los precios de la electricidad están limitados por los gobiernos locales", comenta García Herrero.
Esto tiene una parte positiva, y es que la traslación de costes a los usuarios de electricidad no se está produciendo en un principio. Es decir, en Europa y España, si la electricidad sube, los consumidores pagan un precio mayor y eso, a su vez, puede conducir a un consumo menor de energía (para ahorrar costes) que modera en última instancia los precios (oferta y demanda). En China las reglas son diferentes y tienen también consecuencias negativas.
Al no poder trasladar los mayores costes a los consumidores, "los generadores de electricidad sufren una caída de sus márgenes de beneficio. Esto está reduciendo los incentivos para generar electricidad. La creciente brecha entre el suministro y la demanda de energía está obligando a los gobiernos locales a utilizar el racionamiento para restringir el uso de la electricidad, lo que seguramente afectará las perspectivas de crecimiento de China", advierte García Herrero.
La experta apunta en el documento publicado por Natixis que como la mitad de las provincias no han alcanzado sus objetivos energéticos hasta ahora, "la presión seguramente aumentará aún más... Las restricciones de energía para controlar la demanda afectarán particularmente al sector manufacturero, que hasta ahora ha ofrecido el mayor apoyo a la economía china en el contexto de una rápida desaceleración liderada por los servicios".
Aunque los precios de la electricidad no suban para los consumidores, la reducción de la actividad industrial puede generar escasez de ciertos bienes finales e intermedios. Cuando la escasez hace su aparición, los precios suelen responder con alzas intensas. El resultado es menos bienes producidos para una demanda que encima parece que están en alza, lo que llevará a una escalada de los precios.
El impacto de la restricción del suministro de energía puede ser muy diferente para cada sector. según los datos de Natixis, en agosto de 2021, la industria secundaria representaba el 67% del consumo de electricidad en China. Y los principales perdedores serán los sectores con alto consumo y densidad de energía, como metales, químicos y otros materiales como el cemento, cuyo mercado ya se encuentra en una situación tensa, que está lastrando la construcción de vivienda en Europa o EEUU.
"Para otros sectores, el impacto dependerá de cuánto dure la restricción de poder. Vemos un trato preferencial para los semiconductores sin apenas restricciones en el uso de electricidad, lo que significa que el impacto en la producción de chips debería ser limitado. Sin embargo, el efecto de desbordamiento aún puede ocurrir en otros productos. Los sectores ganadores serán los mineros del carbón a corto plazo dado el aumento de precios", asegura García Herrero. Aunque a largo plazo debería ser más fuerte la intención de China de seguir reduciendo las emisiones y apostando por las energías renovables.
La escasez de energía podría retrasar la recuperación económica. Además, "si los recortes de producción se prolongan, una de las principales consecuencias para la economía mundial sería unos precios de exportación chinos más altos, lo que amenazaría con convertirse en otra fuente de presión alcista sobre la inflación a nivel mundial", según advierten desde BCA Research.
Se avecinan tiempos definitorios para el bitcoin ya que me llama muchísimo la atención que en medio de la convulsión que ha sufrido el sector de las criptomonedas, después de que China volviera a proclamar públicamente que iba a perseguir al bitcoin y a otras monedas digitales, un anuncio que por cierto lleva sucediéndose desde el año 2013, la curva de precios del bitcoin ha logrado confirmar un cruce dorado, lo que cancela las implicaciones bajistas del tan temido cruce de la muerte que tuvo lugar a finales del pasado mes de julio.
Un cruce dorado es uno de los eventos más esperados en torno a esta criptomoneda ya que es una señal potencialmente alcista que debe ser vigilada toda vez podría estar advirtiéndonos de un inminente ascenso en el precio del bitcoin, que podría buscar en próximas fechas los máximos que estableció en la fatídica sesión del 7 de septiembre, cuando pasó de subir un 6% a caer un 21% desde el alto que marcó en los 53.125 dólares. Una vuelta a esos máximos de septiembre es algo que ganaría muchos enteros si la presión compradora logra romper el obstáculo que representa la directriz bajista que viene guiando las caídas durante las últimas semanas, que pueden ver en el chart adjunto que discurre por la zona de los 43.555 dólares.
La ruptura de esta directriz y de primeras resistencias relativas de 45.115 dólares abriría la puerta a ese nuevo rally en el bitcoin hacia un primer objetivo y resistencia en los señalados 53.125 dólares, por encima del cual habría que pensar en alzas hacia los altos históricos de abril pasado en los 65.520 dólares.
Mientras no supere esa directriz bajista y primera resistencia inmediatamente superior no soy partidario de lanzar las campanas al vuelo ya que este tipo de cruces cuando vienen tan seguidos pueden advertirnos de un mercado más lateral que tendencial. En ese caso no se podrá descartar todavía mayores caídas que puedan llevar al bitcoin a poner a prueba soportes clave como son los 37.300/38.000 dólares, que es la corrección del 61,80% (nivel de Fibonacci) y del 66% (Teoría de Dow) de todo el último movimiento alcista que llevó al precio de los 28.800 a los 53.125 dólares. Perdiendo ese rango mucho nos tememos que ni el hueco que abrió al alza desde los 32.500 dólares funcionaría de soporte y podríamos ver una caída a los 28.700 dólares.
Encontrar el equilibrio adecuado entre el trabajo y la vida personal no es de ninguna manera un tema nuevo en nuestra sociedad.
Pero la tensión entre los dos se ha visto intensificada por la pandemia, y los trabajadores se preocupan cada vez más por la naturaleza de su trabajo, su significado y propósito, y cómo estos afectan su calidad de vida.
Diversos estudios muestran que muchas personas se están yendo o planean dejar a sus empleadores en números récord en 2021, una "gran renuncia" que parece haber sido precipitada por estas reflexiones.
Pero si todos estamos reconsiderando dónde y cómo encaja el trabajo en nuestras vidas, ¿a qué deberíamos apuntar?
Por qué trabajamos
Es fácil creer que si no tuviéramos que trabajar, o si pudiéramos trabajar muchas menos horas, seríamos más felices y llevaríamos una vida plena de experiencias hedónicas en todas sus formas saludables y no saludables.
Pero esto no explica por qué algunos jubilados eligen hacer trabajos independientes y algunos ganadores de la lotería regresan a trabajar inmediatamente.
Lograr el equilibrio perfecto entre el trabajo y la vida personal, si es que existe, no se trata necesariamente de jugar con cuándo, dónde y cómo trabajamos; es una cuestión de por qué trabajamos.
Y eso significa comprender las fuentes de felicidad que pueden no ser tan obvias para nosotros, pero que se han hecho más visibles a lo largo de la pandemia.
Los intentos de encontrar un mejor equilibrio entre el trabajo y la vida son bien merecidos.
El trabajo está relacionado de forma constante y positiva con nuestro bienestar y constituye una gran parte de nuestra identidad. Pregúntate quién eres y muy pronto recurrirás a describir en qué trabajas.
Nuestros trabajos pueden proporcionarnos un sentido de competencia que contribuye al bienestar.
Investigadores han demostrado no solo que el trabajo conduce a la validación, sino que, cuando estos sentimientos se ven amenazados, nos sentimos particularmente atraídos por actividades que requieren esfuerzo, a menudo alguna forma de trabajo, porque demuestran nuestra capacidad para dar forma a nuestro entorno, lo que confirma nuestra identidad como individuos competentes.
Trabajo preferible al ocio
El trabajo incluso parece hacernos más felices en circunstancias en las que preferimos optar por el ocio.
Esto se demostró mediante una serie de experimentos inteligentes en los que los participantes tenían la opción de estar inactivos (esperando en una habitación durante 15 minutos para que comenzara un experimento) o estar ocupados (caminando durante 15 minutos hasta otro lugar para participar en un experimento).
Muy pocos participantes eligieron estar ocupados, a menos que se vieran obligados a hacer la caminata o se les diera una razón para hacerlo (que les dijeran que había chocolate en el otro lugar).
Sin embargo, los investigadores encontraron que aquellos que habían pasado 15 minutos caminando terminaron significativamente más felices que aquellos que habían pasado 15 minutos esperando, sin importar si habían tenido una opción, un chocolate o ninguna de las dos.
En otras palabras, el ajetreo contribuye a la felicidad incluso cuando crees que preferirías estar inactivo.
Los animales parecen captar esto instintivamente: en los experimentos, la mayoría prefiere trabajar para ganarse la comida que obtenerla gratis.
Felicidad eudaimónica
La idea de que trabajar, o esforzarse en las tareas, contribuye a nuestro bienestar general, está íntimamente relacionada con el concepto psicológico de la felicidad eudaimónica.
Este es el tipo de felicidad que obtenemos del funcionamiento óptimo y la realización de nuestro potencial.
Investigaciones han demostrado que el trabajo y el esfuerzo son fundamentales para la felicidad eudaimónica, lo que explica la satisfacción y el orgullo que uno siente al completar una tarea agotadora.
En el otro lado del equilibrio trabajo-vida se encuentra la felicidad hedónica, que se define como la presencia de sentimientos positivos como la alegría y la relativa escasez de sentimientos negativos como la tristeza o la ira.
Sabemos que la felicidad hedónica ofrece beneficios empíricos para la salud física y mental, y que el ocio es una excelente manera de perseguir la felicidad hedónica.
Pero incluso en el ámbito del ocio, nuestra orientación inconsciente hacia el ajetreo acecha en el fondo.
Un estudio reciente encontró que realmente existe algo así como demasiado tiempo libre, y que nuestro bienestar subjetivo en realidad comienza a disminuir si disponemos de más de cinco horas al día.
Pasar unos días sin esfuerzo en la playa no parece ser la clave para la felicidad a largo plazo.
Esto podría explicar por qué algunas personas prefieren hacer un esfuerzo significativo durante su tiempo libre.
Los investigadores han comparado esto con la compilación de un CV experiencial, probando experiencias únicas pero potencialmente desagradables o incluso dolorosas: en los extremos, esto podría ser pasar una noche en un hotel de hielo o unirse a una carrera de resistencia en el desierto.
Las personas que participan en estas formas de "ocio" suelen hablar de cumplir metas personales, progresar y acumular logros, todas características de la felicidad eudaimónica, no del hedonismo que asociamos con el ocio.
Equilibrio real
Esta orientación encaja bien con un nuevo concepto en el campo de los estudios del bienestar: que una felicidad experiencial rica y diversa es el tercer componente de una "buena vida", además de la felicidad hedónica y eudaimónica.
En nueve países en los que participaron decenas de miles de personas, los investigadores descubrieron recientemente que la mayoría (más del 50% en cada país) seguirían prefiriendo una vida feliz caracterizada por la felicidad hedónica.
Pero alrededor de una cuarta parte prefiere una vida significativa encarnada por la felicidad eudaimónica, y una cantidad pequeña pero significativa de personas (alrededor del 10-15% en cada país) opta por llevar una vida experiencial rica y diversa.
Dados estos diferentes enfoques de la vida, quizás la clave para un bienestar duradero es considerar qué estilo de vida se adapta mejor a ti: hedónico, eudaimónico o experiencial.
En lugar de poner el trabajo en contra de la vida, el verdadero equilibrio que hay que buscar tras la pandemia es entre estas tres fuentes de felicidad.