viernes, 25 de noviembre de 2022

La batalla de las costas: por qué Florida va camino de destronar a California en EEUU








Durante décadas, uno de los motores del país; California pierde fuelle mientras Florida gana popularidad, habitantes y peso político




Washington y las capitales europeas han visto en los últimos años cómo el poder y la influencia se desplazaban hacia el este. Ahora, algo similar está sucediendo con California, el Estado más dinámico y vibrante de Estados Unidos, que ha encontrado en Florida a un formidable rival. El territorio suroriental está superando sus estereotipos de residencia para jubilados, destino turístico y refugio para exiliados y narcotraficantes latinoamericanos para convertirse en uno de los grandes polos de atracción y motores económicos de Estados Unidos.

Durante décadas considerada como la tierra de las oportunidades para quienes querían alcanzar un empleo bien remunerado a orillas del Pacífico, California lleva tiempo perdiendo residentes. La tendencia comenzó en 2020, coincidiendo con la pandemia de covid, y no da visos reducirse el resultado de la caída de los nacimientos, el aumento de la mortalidad y la emigración a otros lugares del país. Las cifras dan cuenta de la magnitud de este último fenómeno: según el Departamento de Finanzas del Estado de California, el número de emigrantes californianos superó al de inmigrantes en más de 280.000 personas. Un fenómeno sin precedentes para un estado acostumbrado a actuar como imán para otros.

Todo lo contrario ha ocurrido en la otra esquina del país, en Florida, que el año pasado recibió alrededor de 600 nuevos residentes cada día. "El estado soleado", como se autodenomina la entidad, vive un auténtico boom migratorio que también se inició durante la pandemia y el auge del trabajo remoto. La ausencia de un impuesto estatal sobre la renta y su clima benigno, junto a otros factores, han contribuido a que la tendencia se mantenga.


Decadencia y alza

¿De dónde surge este fenómeno? En los últimos años, la idea de que California atraviesa una grave decadencia se ha ido instaurando en el imaginario colectivo, fomentada principalmente por Fox News y otros medios conservadores que señalan al estado como el mayor ejemplo de las desgracias derivadas de la nefasta gestión demócrata. Los males señalados van desde el intervencionismo estatal y los elevados impuestos hasta los incendios por doquier, los altos niveles de indigencia y la crisis de salud y seguridad pública provocada por una epidemia de abuso de opioides, la cual ha golpeado con dureza una ciudad tan próspera e icónica como San Francisco.

Allí, el fentanilo, una de las drogas más consumidas, se ha cobrado más vidas que el covid-19 y ha convertido el centro urbano en un campamento donde los estupefacientes y la delincuencia campan a sus anchas. Las carpas de los indigentes adictos en el distrito de Tenderloin se han convertido en un símbolo de California que compite en presencia en los medios con los neones de Hollywood y los logos de los gigantes tecnológicos nacidos en Silicon Valley.

En paralelo, los caimanes del Parque Nacional de los Everglades, los edificios de estilo art déco y las torres de apartamentos junto al mar turquesa de Miami Beach, o incluso Mar-A- Lago, la mansión del expresidente Donald Trump en Palm Beach, se erigen en iconos de la aparentemente próspera Florida. Para el historiador Gary Mormino, autor de varios libros sobre la historia del estado, la tendencia va mucho más allá de lo estadístico: “Florida ha desafiado a California como el corazón cultural y demográfico de Estados Unidos”, asegura a El Confidencial.

Este duelo trae consigo potenciales consecuencias políticas de gran calado. Después de computarse los datos del censo de 2020, a Florida se le asignó un asiento más en el Congreso y otro en el Colegio de Electores, que acaba eligiendo al presidente en el sistema electoral estadounidense. Firme bastión republicano en los últimos años, como volvió a poner de manifiesto la victoria arrasadora del gobernador Ron DeSantis en las recientes elecciones de término medio, ya cuenta con la décima parte de los votos en el colegio electoral y es previsible que, si el ritmo de la inmigración se mantiene, su peso como estado decisivo en la carrera a la Casa Blanca aumente en los próximos años.

California, en cambio, ha perdido un asiento por el descenso de su población. Allí, los demócratas se enfrentan a las críticas de quienes acusan a sus políticas de ser las causantes de que cada vez más californianos hayan decidido hacer las maletas, muchos con destino a la trumpista Florida. “No es porque ya no tengamos buen tiempo”, ha llegado a burlarse el republicano Kevin Kiley, candidato estrella de su partido en el Estado y quien se hizo con el escaño del tercer distrito de California en los últimos comicios. Un estudio del Instituto de Estudios Gubernamentales de Berkeley mostraba ya por 2019 que un 52% de los encuestados contemplaba emigrar, la mayoría debido a los costos de vivienda.

No todo son buenas noticias para los republicanos. La llegada de nuevos residentes procedentes de uno de los estados más liberales del país provoca recelos en los conservadores. El gobernador de Texas, Greg Abott, lanzó un llamamiento a “no convertir Texas en California”. En Idaho, donde suponen el 60% de la inmigración interna, un candidato a alcalde llegó a proponer la construcción de un muro para mantener a raya a los californianos.


Ventajas económicas e "inmigración gris"

Mientras los líderes demócratas en California, como el gobernador Gavin Newson o London Breed, alcaldesa de San Francisco, tratan de defender su gestión, en Florida el gobernador DeSantis vive un idilio en las encuestas, perfilándose como el único capaz de poner en aprietos a Trump en unas hipotéticas primarias republicanas. El joven político presume de ser el hombre que ha convertido a su estado en uno de los más atractivos para vivir e invertir.

El gran aluvión llegó con la pandemia. Profesionales procedentes de Nueva York, Illinois, Pensilvania y otros estados donde el invierno es crudo prefirieron teletrabajar desde la cálida Florida. La ausencia de un impuesto estatal de la renta, claro contraste con la presión fiscal de la que se quejan muchos negocios en California, ha sido otro de los incentivos.

Florida se ha convertido así, junto con Texas y Arizona, en uno de los estados donde más aumentó el saldo migratorio interno, nada nuevo para un estado forjado a golpe de olas de inmigrantes, como las de los cubanos que huyeron de la dictadura castrista en la segunda mitad del siglo XX o, más recientemente, las de los haitianos y venezolanos.

Florida ha sido tradicionalmente lugar de retiro elegido por muchos estadounidenses, entre ellos muchos veteranos de la guerra de Vietnam que se instalaron en sus cayos. Las nuevas tendencias no han hecho que el estado pierda su atractivo para los jubilados, con la llamada “inmigración gris” todavía en auge. The Villages, una comunidad en el centro del estado en la que el 95% de la población pertenece a la tercera edad, ha sido en los últimos años una de las áreas de mayor crecimiento del país.

Eso también ha tenido una repercusión política. Según las estimaciones del Atlas Electoral del estadístico Dave Leip, los republicanos han ganado un millón y medio de votos en Florida desde 1988 como resultado de la “inmigración gris”, una de las razones que explican su fortaleza en el Estado y que de allí provengan algunas de sus figuras más destacadas, como DeSantis, el senador Marco Rubio o, en parte, el propio Trump.


No todo reluce en el estado soleado

Sin embargo, en el luminoso panorama de Florida también existen sombras. La llegada masiva de inmigrantes, muchos procedentes de estados con un mayor poder adquisitivo, ha disparado el precio de la vivienda. Esto ha provocado lo que Daniella Levine-Cava, alcaldesa del condado de Miami-Dade, ha calificado como una auténtica crisis para los vecinos más vulnerables, principalmente los afroamericanos, que se encuentran con que ya no pueden pagar el alquiler en los barrios que han habitado durante años.

También existen dudas sobre cuán sostenible es el modelo económico que sustenta el crecimiento de Florida. El alcalde de Miami, Francis Suarez, otro republicano emergente, está empeñado en atraer empresas punteras y convertir la ciudad en un nuevo epicentro tecnológico, en detrimento precisamente de California y su Silicon Valley. No obstante, esa es una apuesta a largo plazo y de resultado incierto. El historiador Gary Mormino señala que “California sigue teniendo una economía mucho más sana, basada en la educación y tecnología de alto nivel, mientras que Florida es todavía una economía de servicios”.

En realidad, el gran peligro para el incipiente liderazgo de Florida es uno del que ni DeSantis ni Trump parecen querer hablar. “La mayor amenaza para el futuro de Florida es el cambio climático. Vivimos a apenas unos centímetros sobre el golfo de México y el estrecho de Florida, así que la subida del nivel del mar causará cambios dramáticos aquí, y eso es algo a lo que todavía no hemos hecho frente”, señala Mormino.

Efectivamente, los pronósticos científicos alertan de la alta vulnerabilidad de Florida ante la subida de las aguas marinas, un fenómeno que ya ha hecho inviable la vida en algunos de sus cayos más alejados y que, sin embargo, no disuade a los miles que siguen llegando al estado, poniendo por las nubes el precio de las casas. Por ahora, pocos se atreven a aguar la fiesta con advertencias sobre un próximo apocalipsis climático. Además, es un peligro que también amenaza a la liberal California, todo un consuelo para los republicanos más acérrimos.




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24/11/2022 - 15:17
www.elconfidencial.com/mundo/2022-11-24/california-miami-florida-san-francisco_3480950/