jueves, 2 de febrero de 2023

Cíborgs contra pobres: el 'boom' de la tecnología biónica amenaza con dividir en dos a nuestra especie



El actor Will Smith camina entre un ejército de robots en un fotograma de la película 'Yo, Robot'



Los avances de la tecnología biónica permitirán reemplazar órganos y mejorar las aptitudes del cuerpo humano, pero su coste elevado podría convertirlos en un lujo para buena parte de la sociedad




La Revolución Francesa fue un levantamiento popular para acabar con los privilegios feudales. La Revolución Socialista fue la respuesta de los campesinos y obreros rusos a la pobreza y la opresión a las que los sometía el régimen zarista. El Movimiento por los Derechos Civiles fue una lucha contra la segregación racial y la discriminación de la población afroamericana en EEUU....

La lucha contra la desigualdad es una de las constantes que han marcado la evolución humana. Gracias a ella, buena parte del mundo ha consagrado ya la igualdad teórica de todos los ciudadanos ante la ley. En la práctica, seguimos conviviendo con cierta asimetría social, y la lucha se limita a mantenerla dentro de los límites de lo razonable.

¿Pero y si el acceso a la tecnología volviera a dividir en dos a nuestra especie? Por un lado, los ciudadanos cíborg, aquellos que pueden permitirse implantar en su cuerpo dispositivos que les permitan ser más fuertes y más rápidos, ver más lejos, recibir información del entorno que no puede captarse de forma natural (geolocalización, temperatura, ultrasonidos, visión nocturna...). Al otro, los humanos convencionales, con sus órganos biológicos mejorados a fuego lento durante siglos y siglos de evolución genética. Maravillosos, pero limitados e incapaces de competir contra personas mejoradas con implantes biónicos.

Parece un exagerado mundo distópico más que un análisis de la realidad o de un futuro inminente, pero hace tiempo que los seres humanos empezamos a convertirnos en organismos cibernéticos (de ahí viene la palabra cíborg). «La gente lo ve como algo del futuro, pero ya forma parte de nuestro día a día: la cirugía ocular, los marcapasos, las prótesis de cadera, los implantes cocleares...», advertía en una entrevista para este periódico Olivier de Weck, profesor de Astronáutica del MIT y experto en planificación tecnológica. «En realidad, ya existen decenas de tecnologías integradas en nuestro cuerpo», aclaraba este experto.


UN MERCADO EN CRECIMIENTO

Y sin embargo, se espera que en los próximos años la biónica experimente un auge sin precedentes y que empiecen a implantarse cada vez más dispositivos y cada vez más complejos. La consultora californiana Grand View Research ha realizado diversos estudios y prospecciones sobre este sector y estima que el mercado global de las prótesis biónicas moverá cerca de 8.000 millones de euros en 2027.

«Los principales avances en la medicina vendrán desde la ingeniería con la neurotecnología», sostiene Eduardo Rocón, investigador del Centro de Automática y Robótica del CSIC, que cuenta con varias patentes relacionadas con el desarrollo de exoesqueletos aplicados a la rehabilitación de personas con temblores y discapacidades motóricas.


La gente lve a los cíborgs como algo del futuro, pero ya forma parte de nuestro día a día: la cirugía ocular, los marcapasos, las prótesis de cadera, los implantes cocleares...
OLIVIER DE WECJ, PROFESOR ASTRONÁUTICA DEL MIT Y EXPERTO EN PLANIFICIACIÓN TECNOLOGICA.


Según la propia Grand Review Research, la venta de estos armazones va a crecer un 18% cada año hasta 2030 para alcanzar los 1.200 millones de euros y las 26.000 unidades en todo el mundo. La gran promesa, ayudar a caminar a las personas que no pueden hacerlo por sí mismas debido a una lesión medular.

Otros despegues previsibles en este mercado son el de los ojos biónicos (crecerán un 12,7% anual hasta 2027) o el de las prótesis de manos, brazos y piernas (9,2% anual los próximos cinco años). Extremidades de reemplazo, pero cada vez más avanzadas e integradas en el cuerpo gracias a la impresión 3D, la incorporación de IA para perfeccionar y naturalizar los movimientos, biosensores, conexiones con el sistema nervioso para responder directamente a las órdenes del cerebro... Incluso se está investigando desde hace tiempo en el desarrollo de piel artificial sensible a la presión o a la temperatura.

«Dentro de poco entrarán en el mercado más prótesis visuales y todos los avances relacionados con un mayor entendimiento del cerebro», vaticina Rocón. «Hoy en día somos capaces de medir diversas variables en el cuerpo humano (cómo nos movemos, cómo activamos los músculos, cómo nuestro cerebro se conecta para tomar decisiones y realizar movimientos...); y toda esa información, junto con los avances en el campo de los materiales biocompatibles, supondrán un impulso hacia dispositivos biónicos», añade.

Y junto a ello, la revolución de los órganos artificiales: corazones, páncreas, riñones, huesos y otros tejidos cultivados en el laboratorio para ser incorporados después al cuerpo humano y restaurar la funcionalidad del órgano original.

Hasta ahí, todo bien. Se cuentan por millones las personas de todo el mundo que han perdido un órgano o una extremidad debido a un accidente o a enfermedades como la diabetes o el cáncer. Gracias a la ciencia, podrán ver reducida su dependencia y recuperada su calidad de vida. El problema viene cuando se analizan las consecuencias que tendrá esta revolución a nivel ético, económico y social.


BIÓNICA: ¿UN DERECHO O UN LUJO?

¿Podrán los estados asumir el elevado coste de dispositivos tan sofisticados? ¿El acceso a esta tecnología se considerará una prestación básica o un lujo? ¿Cuántos podrán permitírsela si queda fuera de la cobertura de los sistemas nacionales de salud, como ya ocurre en España con los implantes dentales?

De cómo respondamos a estas preguntas dependerá que se abra en las sociedades avanzadas una nueva brecha de desigualdad. Esta vez, entre los ciudadanos cíborg y los parias humanos. Una vez más, puede parecer un juego filosófico para los amantes de la ciencia ficción, pero lo cierto es que se trata de un dilema jurídico que ya ha llegado a los juzgados y y a las aseguradoras.


Ya existen diferencias a medida que la atención sanitaria pública se colapsa, por falta de medios personales y materiales y una parte de la ciudadanía opta por completar esa prestación con una atención sanitaria privada
LOURDES LÓPEZ CUMBRE, CATEDRÁTICA DE DERECHO DEL TRABAJO Y DE LA SEGURIDAD SOCIAL DE LA UNIVERSIDAD DE CANTABRIA


El Tribunal Supremo tuvo que decidir en 2019 si daba la razón a un trabajador que reclamaba el pago de una mano biónica de última generación para sustituir la que había perdido en un accidente laboral; o a su mutua, que sólo quería financiar una prótesis convencional con funcionalidades más reducidas a la hora de agarrar objetos. Y le dio la razón al trabajador, pero después de muchas horas de juicio y recursos.

«Cada vez es más frecuente que productos de tecnología sofisticada, antes inalcanzables en el ámbito público, se dispensen ya también aquí», explica Lourdes López Cumbre, catedrática de Derecho del Trabajo y la Seguridad Social por la Universidad de Cantabria.

Pero una cosa es la teoría y otra la práctica. «Ni la facilidad para acceder a esos productos (con un criterio restrictivo en su empleo), ni los plazos utilizados (en ocasiones, con una demora en nada razonable para el paciente), permiten, en ocasiones, esperar, y se opta por acudir al sistema privado, con un ingente incremento de coste, normalmente no reembolsable», advierte esta experta.

Porque lo cierto, es que, como reconoce López Cumbre, al Sistema Nacional de Salud ya le cuesta garantizar las coberturas actuales. "Ya existen diferencias a medida que la atención sanitaria pública se colapsa, por falta de medios personales y materiales y una parte de la ciudadanía opta por completar esa prestación con una atención sanitaria privada", argumenta, convencida de que "la brecha sanitaria se ensanchará" si no se frena el deterioro del sistema público.


LA 'PENDIENTE RESBALADIZA'

Y esa doble vía de acceso a la tecnología podría suponer un cambio profundo para nuestra especie una vez que entren en escena los dispositivos biónicos más avanzados.

«Si finalmente las mejoras dependen de que una persona pueda pagárselas, eso contribuirá a que las más ricas aumenten cada vez más su poder y su dominio sobre el resto», alerta Juan Carlos Siurana, profesor de Filosofía Moral en la Universidad de Valencia y vicepresidente del Comité de Bioética de España.


Puede llegar a crearse una población de posthumanos cada vez más alejada de la gente pobre o con pocos recursos. Esta desigualdad podría llevar también a la discriminación
JUAN CARLOS SIURANA, VICEPRESIDENTE DEL COMITÉ DE BIOÉTICA DE ESPAÑA

La lista de peligros que enumera este experto es más larga. El primero, lo que en bioética se conoce como pendiente resbaladiza: «Una vez que hayamos aceptado el uso de esta tecnología para algunos tipos de mejora, la gente recurrirá cada vez más a ella para mejorar sus aptitudes».

Piénselo: prótesis biónicas para ser más rápido, más fuerte, más sabio... pero solo al alcance de unos pocos. «No es posible garantizar el acceso universal a una tecnología de mejora, porque esa tecnología se basa en los deseos, y los deseos son infinitos», aclara Siurana.

La obsolescencia de los dispositivos incorporados a nuestro cuerpo y las «situaciones de dependencia» respecto de la empresa que nos suministre la tecnología» son otros de los importantes desafíos de futuro que plantea la era biónica.

Y si ha llegado usted hasta esta línea convencido de que el titular de este reportaje es exagerado, lea con atención esta otra afirmación de Siurana: «Puede llegar a crearse una población de posthumanos cada vez más alejada de la gente pobre o con pocos recursos. Esta desigualdad podría llevar también a la discriminación». Y de ahí, a las barricadas.




JUANJO BECERRA
Actualizado Domingo, 29 enero 2023 - 00:41
https://www.elmundo.es/tecnologia/innovacion/working-progress/2023/01/29/63d5aa8121efa07e788b4578.html