jueves, 23 de febrero de 2023

La retirada de estímulos destapa miles de empresas zombis en Europa y España se lleva la peor parte

 



  • Las solicitudes de quiebra se disparan en 2022 y el 4T marca un récord
  • Las insolvencias en España se disparan y triplican la media de la eurozona
  • Los estímulos funcionaron a corto plazo, pero no eliminaron los riesgos



Las empresas zombis han quedado al descubierto repentinamente en Europa. Aunque estas compañías con serios problemas de supervivencia han resistido durante un tiempo, han acabado por sucumbir. La razón es que se han quedado sin el oxígeno de los organismos públicos. Tras la retirada de estímulos gubernamentales que se desplegaron durante la pandemia, se han multiplicado las solicitudes de quiebra comunitarias. Y la falta de airbags ha dejado en especial evidencia a España.

Las solicitudes de quiebra han ido incrementando durante todo 2022. Pero en el último trimestre, ese ascenso ha sido "sustancial", un 26,8% superior a los tres meses previos, y ha marcado un récord, según Eurostat. De octubre a diciembre del año pasado, se registró el mayor número de insolvencias desde que se elabora la serie, hace ya ocho años, desde 2015.

El contraste se produce tras un largo periodo de ayudas estatales, que se iniciaron con el coronavirus y que se extendieron durante 2021. Además de la retirada de apoyos, el ejercicio pasado se sumaron nuevas dificultades para las empresas. Desde la crisis energética, a la inflación y la ralentización de la economía. 

"Las medidas fiscales, monetarias y de supervisión han ayudado sustancialmente a las empresas [...]. Los gobiernos han ayudado a reducir los costes (por ejemplo, los ERTEs) y han contribuido a una mayor liquidez. Mientras, la política monetaria ayudó a proveer unas condiciones financieras favorables y a liberar el capital que los bancos pudieron utilizar para conceder préstamos. El efecto de todo ello se ha reflejado en casos de insolvencia excepcionalmente bajos", detallaba el Banco Central Europeo (BCE) en uno de los boletines económicos en los que evaluaba la respuesta a la crisis del coronavirus y la salud de las corporaciones.

Entonces, ese aluvión de estímulos contuvo las insolvencias, pero no eliminó los riesgos que permanecían de trasfondo. Balances débiles, una deuda más elevada y las dificultades de las firmas para recuperarse. Unas complicaciones que se agravarían a medida que se fuera retirando la asistencia de los gobiernos, como también advertía el BCE en su análisis. Por no hablar de una situación posterior de deterioro macroeconómico y alzas de tipos de interés, como viene siendo habitual en la eurozona desde julio.

Así, las solicitudes de quiebra tocaron su mínimo en el segundo trimestre de 2020, durante el periodo de confinamiento. Después, subieron progresivamente hasta el primer semestre de 2022 -aunque aún permanecían en niveles más bajos que en los años previos al coronavirus-. Sin embargo, desde ahí las peticiones se disparan y tocan su punto álgido. 

En concreto, el banco central destacaba en su boletín vulnerabilidades como la alta concentración de pequeñas empresas, la dependencia de estos negocios del contacto físico y del peso del sector servicios en Europa. Así, el mayor número de solicitudes de quiebra en comparación con el periodo pre-covid se ha producido en el sector del alojamiento y alimentación, en los transportes y almacenes. Y ahí están esos zombis que, dos años y medio después, han terminado aflorando.

El caso de España es especialmente llamativo. En nuestro país, la moratoria concursal ha estado vigente hasta el 30 de junio, lo que ha provocado que estos procesos se concentren en la segunda parte de 2022. Además, el 99,82% de las compañías son pequeñas y medianas empresas (pymes), según los datos de del ministerio de Industria, Comercio y Turismo. Y estas tienen una elevada necesidad de capital circulante, el dinero que necesitan para su día a día, que habitualmente piden prestado. Por ejemplo, al Instituto de Crédito Oficial (ICO), cuyos vencimientos se han ido materializando. 

Paralelamente desde julio, el BCE ha subido los tipos de interés en 250 puntos básicos y los costes de financiación sintéticos en la eurozona se han multiplicado por 1,6 veces de enero a diciembre del ejercicio pasado. En todo caso, una gran parte del ajuste todavía tiene que trasladarse a las empresas y a sus deudas. 

De nuevo en España, desde verano a Navidades, las solicitudes de quiebra han estado cerca de triplicarse, según los datos de Eurostat. Y además, el volumen de peticiones es tres veces mayor al de la media de la Unión Europea. Mientras, en los países vecinos, la tendencia es muy distinta. En Italia y en Francia las insolvencias han caído en el último trimestre y en Alemania han subido, aunque ligeramente. 

De hecho, en nuestro país ha habido un boom de concursos de acreedores tras el fin de la moratoria concursal y, además, han vuelto a entrar en juego las operaciones de reestructuración financiera, que son menos habituales en periodos de gran liquidez. Pero una vez esta ha ido en descenso, como los estímulos al tejido empresarial, las solicitudes de quiebra han ido en aumento.