El cambio de prioridades, la asunción de nuevos roles y el desarrollo de la vida profesional a menudo hacen que los lazos afectivos se debiliten. Además, las redes sociales dan una falsa sensación de cercanía con viejos amigos a los que ya ni siquiera vemos. Pero, ¿se puede revivir una relación?
Pongamos que dos viejos conocidos —Lucas (32 años) y Lucía (33)— se encuentran de manera casual mientras esperan sus respectivos turnos en una sala de espera. Están sentados en asientos diferentes, pero bastante próximos, lo suficiente para que alcancen a verse y se acaben saludando: “Hola Lucas, ¿cómo estás? ¿Has vuelto de Londres? Ya he visto que has estado viviendo allí una temporada”. A lo que Lucas responde algo así como: “¡Cuánto tiempo! ¿Cómo estás? Sí, me mudé un año por trabajo, pero ya estoy de vuelta. ¿Sigues trabajando en la clínica?”. La conversación continúa, aunque no se dilata mucho en el tiempo, comentan algunos aspectos superfluos de su vida reciente sin dar más información de la estrictamente necesaria. Para terminar, uno de los dos entona eso de “bueno, pues a ver si quedamos”, una frase que, más que reflejar una intención real de volver a verse pronto, es una manera de despedirse amablemente.
Lucas y Lucía fueron muy amigos durante varios años. Se conocieron en la universidad, compartían grupo de amigos, quedaban habitualmente y hablaban a diario. Tras graduarse, siguieron manteniendo vivo ese vínculo de amistad, pero conforme pasaron los años, sin existir conflicto de por medio, fueron perdiendo el contacto poco a poco. Hoy en día se siguen por redes sociales, se felicitan el cumpleaños, y poco más. No hablan, pero, sin embargo, tienen la sensación de saber mucho el uno del otro, de que la relación no se ha perdido. Los dos son activos en redes y más o menos se siguen los pasos. Si se le pregunta a cualquiera de los dos qué considera que es el otro, ambos dirían: amigos. Pero, ¿pueden sostener las redes sociales una amistad?
En la actualidad, una de cada cinco personas en España se siente sola, así lo confirma un reciente estudio promovido por la Fundación ONCE y la Fundación AXA. Este dato significa que un 20% de la población española sufre lo que se denomina soledad no deseada. Curiosamente, en un mundo en el que vivimos más conectados que nunca gracias al entorno digital, son especialmente los adultos jóvenes —entre los 18 y 24 años— los que más sensación de soledad sienten. La gravedad de esta situación es que en muchos casos se está cronificando en el tiempo, lo que influye directamente en el carácter y en la forma de relacionarse del individuo que la sufre que, a largo plazo, se vuelve más introvertido. De dicho estudio también se extrae que de los jóvenes adultos que no se sienten solos, el 36,6% considera que sí ha pasado por esa situación. En este contexto, se podría pensar que, en general, no estamos para perder amigos y, sin embargo, esto es un hecho que se produce de manera muy habitual.
“En la actualidad, las redes sociales han transformado significativamente la manera en que nos relacionamos y mantenemos el contacto con las personas. A través de nuestros perfiles, nos vemos expuestos a las vidas de gente que quizás ya no forman parte activa de la nuestra. Esto puede generarnos la sensación de que seguimos siendo cercanos a ellas, aunque en la práctica la conexión emocional y el vínculo de amistad se hayan debilitado”, explica a EL PAÍS la doctora Celia Incio del Río, psicóloga especialista en relaciones sociales, autoestima y desarrollo personal.
Esa exposición constante a la vida de otros no reemplaza la cercanía emocional, sino que incluso alimenta las sensaciones de soledad y frustración. Pero no solamente se puede culpar a la sobreexposición en este tipo de plataformas de ese vacío emocional palpable — sobre todo en los adultos más jóvenes—, también es justo señalar que la conciliación entre la vida personal y profesional no lo pone demasiado fácil a la hora de reavivar lazos de amistad o evitar perder los existentes. En este sentido, la psicóloga y miembro de Top Doctors, argumenta: “En la adultez, retomar una relación de amistad rota se vuelve más difícil por varios factores. Primero, las responsabilidades personales y profesionales se acumulan, dejando poco espacio para cultivar o revitalizar amistades.
La vida adulta tiende a fragmentar el tiempo disponible, y la energía emocional se invierte más en la familia, el trabajo y otras obligaciones”. En segundo lugar, añade: “Muchas veces cargamos con la sensación de que si una relación se debilitó es porque, de alguna manera, ya no cumple un propósito en nuestras vidas. Esto nos lleva a postergar los esfuerzos por reavivar una amistad, hasta que, finalmente, esa idea queda relegada a frases sin compromiso real”.
Decir cosas como “a ver si quedamos” o “nos vemos cuando quieras” son claramente un síntoma de que una relación está prácticamente acabada. Muchas veces esa vaga intención de retomar lazos solo esconde ciertas inseguridades sobre si la otra persona estaría realmente receptiva a la propuesta. En un contexto en el que muchas personas se sienten solas en España, carentes de lazos afectivos, es común que la falta de confianza en uno mismo suponga una barrera para tomar este tipo de iniciativas.
Estos distanciamientos sociales se dan generalmente sin que haya existido un conflicto o malentendido de por medio y ocurren más bien por la falta de puntos comunes en la relación afectiva que hace que esta se vaya debilitando. Las personas evolucionan a lo largo del tiempo y son sus experiencias vitales y la adquisición de nuevos intereses lo que va transformando sus prioridades, valores o puntos de vista.
A veces, en los individuos con ciertos rasgos de egocentrismo en su personalidad, subyace el pensamiento de que la responsabilidad de retomar una relación debería recaer en la otra persona. La famosa frase de “quien te quiere, te busca” se ha repetido de forma tan recurrente que, aunque su aplicación original se asocie a las relaciones de pareja, muchos individuos lo han llevado a todo tipo de relaciones, incluso a las familiares. Esta idea se contrapone a lo que verdaderamente significa mantener viva una amistad, es decir, mantener un afecto personal, puro y desinteresado, de igual a igual con otra persona con la que se comparte una responsabilidad afectiva.
¿Cuál es el antídoto para revivir una relación de amistad?
Si se tiene una intención real de recuperar una relación de amistad, es fundamental no dejar recaer la responsabilidad de dar el primer paso en la otra persona. Según la doctora especialista Incio del Río, “la clave, si se desea realmente retomar una amistad, es la autenticidad: dejar a un lado las frases vacías y, en su lugar, apostar por conversaciones honestas sobre lo que esa relación ha significado y cómo nos gustaría que evolucionara en el futuro. Las amistades, como cualquier otro tipo de relación, requieren tiempo y voluntad. Aunque en la adultez el contexto sea más complejo, no es imposible recuperar esos vínculos, pero solo si hay un deseo genuino de ambas partes de reconstruir el camino perdido”.